EL PAíS › COMO SERIA UNA LATINOAMERICA CON EL ALCA

El interés del más fuerte

La receta es bien conocida por los países de la región, en particular en Argentina. La diferencia es que el tratado le daría una vigencia permanente, consolidando el actual modelo.

 Por David Cufré

Frente a países pares, como los del Grupo de los Siete, Estados Unidos se negó a modificar la naturaleza del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, rechazó firmar el Protocolo de Kioto de protección al medio ambiente y bloqueó la firma de un acuerdo de protección internacional de derechos laborales. Si ese es su comportamiento delante de las naciones más grandes, no es difícil deducir cómo actuaría frente a países con quienes tiene una asimetría mayúscula –a su favor– de poderío económico y militar. Estados Unidos promueve el ALCA por intereses comerciales, pero también para avanzar en otros aspectos, como la consolidación de un modelo continental de libre circulación de capitales financieros.
Cuando negoció el tratado de libre comercio con Chile, Estados Unidos le impuso recetas de política económica del mismo modo que lo hace el FMI cuando define sus acuerdos. La diferencia es que su aplicación es sin límite de tiempo. Por ejemplo, puso como condición que el gobierno de Santiago desistiera de cualquier restricción al ingreso de capitales. Argentina aplica actualmente controles a la entrada de divisas.
Otros objetivos de Washington en relación con el ALCA son la penetración de sus empresas en las compras gubernamentales de los países miembros en un pie de igualdad con las compañías locales, la unificación de las leyes de patentes bajo el criterio estadounidense y la no discriminación a la inversión extranjera directa. Respecto de este último punto, Argentina ya no las aplica desde que entregó a compañías multinacionales el control de sectores clave como los de hidrocarburos, energía y comunicaciones.
El ALCA también es una herramienta para cristalizar los patrones actuales de especialización productiva, con países productores de bienes primarios y otros de mercaderías con valor agregado. “Las experiencias de integración de Estados Unidos demuestran que los países que se asociaron con ellos sufrieron la pérdida de estructuras industriales enteras, que en el mejor de los casos fueron reemplazadas por otras con menor aporte laboral”, señaló Martín Hourest, economista de la CTA, en diálogo con Página/12. México, por ejemplo, reemplazó sectores de la metalmecánica por armadurías, las cuales pasaron a exportar mucho más, pero que demandaron menos de la mitad de trabajadores.
El principal argumento de quienes promueven el ALCA es que daría lugar a un mercado ampliado con ventajas de acceso para los sectores competitivos de cada país. Eso conlleva que “unos producirán soja, trigo o merluza y otros bienes con valor agregado”, insistió Hourest, y agregó que “hacia el interior de las sociedades, quedarán como ganadores permanentes los actores actuales del poder económico, que son los que negociarán el ALCA”. Leonardo Bleger, economista del banco Credicoop, apuntó que “Estados Unidos no está dispuesto siquiera a ceder en la eliminación de los subsidios agrícolas y en las medidas paraarancelarias que impiden el acceso de mercaderías a su territorio”, con lo cual las ventajas comerciales serían de una sola vía.

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La resistencia de los pueblos latinoamericanos tiene su razón en los antecedentes históricos.
 
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