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APOSTILLAS

El bunker del oficialismo en el segundo subsuelo del Hotel Inter-Continental estuvo superpoblado de periodistas y curiosos, tanto que en momentos el aire acondicionado no daba abasto y el ambiente se volvía sofocante. Por ejemplo, eso pasó cuando terminaron las palabras de Cristina Kirchner y los apretujones estuvieron a la orden del día.

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Durante la larga espera, no hubo quejas por el servicio de refrigerio con sandwiches de miga y empanadas de carne y de pollo. También jugo de naranja y gaseosa. En el piso 17 y 18, donde se acomodaban los funcionarios y candidatos circuló el vino y champagne con canapé y exquisiteces varias. Todo fue bueno para calmar la ansiedad.

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Como suele suceder en estos casos, cualquier canción que al principio puede agradar, luego de unas horas deja a lo oyentes cerca de un ataque de nervios. Así pasó con la canción de aires folklóricos de Luciano Pereyra que funcionó como jingle de la campaña Cristina, Cobos y vos. Si incluso alguien tenía la mala idea de ponerse a silbarla, seguro que recibía alguna mirada asesina de quien tuviera cerca.

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Una rareza de la puesta en escena de ayer en el bunker oficialista. Hubo un spot que funcionó como un aviso post campaña. Se trató de “la historia de Miguel”, en donde un anciano de “100 años” se presentaba como el empadronado más viejo del país y recordaba las razones de sus votos a lo largo del siglo. También mencionaba las épocas en las que no pudo ejercer su derecho y cerraba celebrando el nuevo acto eleccionario. “En un rato van a saber quién será el nuevo presidente electo”, avisaba. En realidad hizo falta bastante más tiempo que el prometido por Miguel para que comenzaran a aparecer los datos oficiales.

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Aunque los datos de la Capital Federal no eran para descorchar botellas, dos hombres cercanos a Alberto Fernández, Víctor Santa María y Héctor Cappaccioli, se abrazaban en el medio del salón festejando el triunfo de Cristina. Entre quienes estaban por allí se veían al joven K Nicolás Trotta, preocupado por saber si entraba a la Cámara de Diputados –será el cuarto candidato y finalmente quedó afuera– y la suerte de su amigo Juan Manuel Urtubey en Salta. El tercero de la boleta, Juan Carlos Dante Gullo, andaba de aquí para allá con su hijo, introduciéndolo en el mundillo de la política. Ministros como Alberto Iribarne y Nilda Garré fueron muy buscados por las cámaras de televisión en esas horas muertas previas a los anuncios oficiales.

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