SOCIEDAD › JULIáN RAMóN DIO AL FISCAL TODAS LAS EXPLICACIONES Y SOSTUVO SU INOCENCIA

Una declaración rodeada de interrogantes

El fiscal Moure presentó 27 preguntas para que respondiera el detenido por el crimen de Gastón Bustamante. La huella en el televisor es la prueba más fuerte. Una serie de presunciones de olfato policial figuran en el expediente.

 Por Horacio Cecchi

La tensión (periodística) se trasladó 35 kilómetros, de Miramar a la puerta de los tribunales marplatenses. Ayer, en el octavo piso, Julián Ezequiel Ramón, detenido por el crimen de Gastón Bustamante, declaró ante el fiscal Rodolfo Moure, quien lo acusa de haber matado al chico cuando supuestamente entró a la casa a robar 5000 pesos. Ramón, novio de Rocío, hermana de Gastón, pudo responder a los 27 puntos acusatorios que le presentó Moure, según aseguró su abogado defensor, Alejandro Borawski. El joven luego fue trasladado a una comisaría de Necochea. Mientras, la balanza mediática oscilaba, sin saber si creer una serie de endebles presunciones acusatorias originadas en el olfato policial o ante la evidencia de inocencia que le daba al acusado ser estudiante universitario y pertenecer a una “buena” familia.

Ramón se declaró inocente. Comenzó a declarar alrededor de las 11 de la mañana y lo hizo durante alrededor de seis horas, con interrupciones. Moure presentó una batería de 27 interrogantes, que en definitiva se concentraban en las principales pruebas que Ramón deberá refutar. Una de las pruebas es la huella en el televisor. “Yo tengo acreditado que la persona que trasladó el televisor de la habitación a la cocina es la misma que mató a Gastón y las huellas de esa persona están en el televisor”, sostuvo el fiscal. Y una huella levantada del aparato pertenece a Ramón. Moure sostiene que, según los peritos, las huellas halladas en el televisor son coincidentes en el tiempo con el crimen y subrayó que la familia de Gastón aseguró que al aparato no lo tocaba nadie a excepción de ellos, pero “ahora surge un dato nuevo. Esta persona (por Ramón) recordó una vez que estaba preso que tocó el televisor”, dijo Moure.

También entre las presunciones del fiscal aparece una supuesta deuda del joven, presunción basada en una hoja secuestrada de la casa del detenido donde figura la necesidad de contar con 20.000 pesos y que el fiscal asumió como una deuda. En un relato espontáneo previo al interrogatorio, Ramón sostuvo que participó en la fiesta de cumpleaños de Gastón la noche anterior, y que allí escuchó al padre del chico pedirle a Rocío que renovara un plazo fijo y que le agregara 5000 pesos que tenía guardados. Según el fiscal, es un indicio de que Ramón escuchó y a la mañana siguiente intentó robar el dinero, sin hallarlo. Siguiendo con la misma lógica, supone que Gastón lo reconoció y por eso lo mató.

El abogado de Ramón dijo que “no tiene deudas” y que “habló de su situación económica, de la hoja que se le secuestró en el allanamiento, de sus ingresos y su trabajo”. Moure dijo que la explicación que dio fue que no era una deuda, sino que tenía que reunir ese dinero para comprar un auto. También Ramón explicó la cantidad de veces que preguntó a la policía sobre la marcha de la investigación, preguntas que aparecen en el expediente como indicios de culpabilidad por el nerviosismo y ansiedad que parecía demostrar.

Ayer, la ansiedad en todo caso fue palpable por fuera de la declaración, protagonizada por la familia de Ramón y la de los propios medios. La hermana y el padre aseguraron que lo saben inocente y pidieron que la Justicia “haga lo que tenga que hacer para encontrar a los culpables”. Los medios, fuertemente interesados en el vuelco emocional que le dio al caso que la propia hermana de la víctima defendiera al principal acusado, su novio. Un tris de interés noticioso que, habitualmente, suele volcar el fiel de la balanza periodística hacia la inocencia. En suma, un estudiante universitario, trabajador y defendido por la propia hermana de la víctima.

Pero ayer, antes de la declaración de Ramón, la expectativa mediática se topó con declaraciones de altos funcionarios policiales, fuentes de un discurso que suele sentar base en las noticias. Esta vez, las fuentes salieron del off y con nombre y apellido aparecieron en el expediente, testimoniando las presunciones que empujaron a la rama policial de la investigación a trasladar sus sospechas al fiscal. Los testimonios corresponden al jefe de Investigaciones de la Bonaerense, Roberto Castronuovo; Rubén Perroni y Gustavo Banga, jefes de las DDI de Mar del Plata y Dolores; y el subcomisario Angel Alvarez, jefe de la Sub DDI Miramar. Los cuatro aportaron la mesura del olfato policial: les pareció raro el “acoso” de preguntas que sufrieron durante la investigación por parte de Ramón, al que notaron muy “nervioso” y “ansioso” por conocer los pasos que se daban. El tenor de esas presunciones cayó en el expediente del fiscal como indicios. Que forman prueba.

Sospechas de los bonaerenses que tienen el mismo rigor científico que para el acusado puede tener como prueba de inocencia el no haberse negado a declarar. Por el momento, la prueba científica alrededor de la cual parece girar el caso es la huella dactilar. Lo demás, es un vodevil que sirve para cualquier balanza.

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Julián Ramón, el único detenido actual en el caso, fue trasladado a la comisaría de Necochea.
 
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