DEPORTES

EL REBOTE

Pintaba para otro partido

Por Diego Bonadeo

Porque Di María era el de siempre, porque Biglia en pocos minutos ya era más que Gago, porque Messi estaba para el pase-gol, porque Higuaín estaba volviendo de la mediocridad de partidos anteriores para convertirse en de lo mejor de la selección y, fundamentalmente, porque Bélgica dio ventajas tan inéditas como impensables. En el primer tiempo, y de a ratos, la selección jugó su mejor fútbol, que, de todos modos, no alcanzó a deslumbrar. La salida de Di María debilitó las posibilidades ofensivas, pero las apuntadas limitaciones belgas dejaron demasiadas libertades para Messi, Lavezzi e Higuaín. No demasiado más. El colorado De Bruyne no aportó su habitual multiplicidad, tampoco Fellaini. Dio la impresión que fueron tardíos los ingresos de Mertens y Lukaku, ambos de buen desempeño contra Estados Unidos en octavos. Promediando la segunda parte, el combinado belga insinuó, más que mostró, intenciones de apurar el trámite del partido, aunque sin inquietar demasiado a Romero, que casi nunca salió jugando con sus compañeros, abusando en cambio con los pelotazos sin destino que en general favorecían la posesión por parte de los defensores belgas.

Sobran ganas, falta juego

Por Facundo Martínez

La Selección está en semifinales, entre los cuatro mejores equipos del Mundial, y eso ya es un buen motivo para festejar y para ilusionarse con algo más: jugar la final del próximo domingo frente a Brasil o Alemania. Eso parece estar cerca ahora, pero no será sencillo para la Argentina, porque nada ha sido así en esta Copa. A pesar de sus cinco victorias consecutivas, la producción del equipo nacional no termina de convencer. El equipo no consigue imponerle temor a sus rivales. Ayer se le dio el partido ideal. Con el gol de Higuaín en el arranque, a los belgas se les quemaron los papeles y tuvieron que salir a atacar, pero ni así consiguió la Argentina ser dominante ni generar situaciones como para ampliar su ventaja. Al menos esta vez, Sabella se animó a cambiar y tanto Biglia como Demichelis estuvieron a la altura del compromiso. Por algo se empieza.

El pragmatismo de Sabella

Por Gustavo Veiga

Cambiar por convicción y no por necesidad. Vale para la vida y también para el fútbol. Sabella lo entendió así y le salió bien. Es pragmático. Lo hizo por segunda vez en el Mundial. Donde algo no funcionaba lo modificó. Demichelis le dio más precisión al primer pase, Biglia auxilió mejor que Gago a Mascherano en la recuperación. Había que marcar más, porque Bélgica supera en ataque a Suiza. Pero también debían aparecer nuestras variantes. Lo hizo Higuaín con un gol, que bien pudieron ser dos. Enzo Pérez entró por Di María y aportó. Lavezzi volvió a desdoblarse en el repliegue y el ataque. A la Selección, con un rendimiento 6 puntos, le alcanzó para pasar a semis. No es poco. Queremos más, porque con Messi solo no alcanza. Ayer apareció en una versión reducida. Pero lo disimuló el equipo.

La maldición del 10

Por Sebastián Fest

“¿Qué te pasa, qué te pasa?” A Lionel Messi, que en la cancha se transforma, no le gustó que Marc Wilmots, el entrenador rival, lo acusara de hacer teatro tras haber sido derribado por uno de sus fornidos muchachos. Aunque en el fondo el astro entendía la reacción de impotencia de Wilmots: estaba mareando a sus jugadores, enloqueciendo desde una posición diferente a la esperada a media Bélgica. Con el paso de los minutos los belgas comprobaron ser víctimas de su particular estigma, la “maldición del 10 argentino”: en las semifinales de 1986 los frenó un equipo liderado por Diego Maradona; ayer, uno manejado por Messi. Un Messi activo, atento y recuperador que engañó belga tras belga atando la pelota al pie izquierdo y aguantando llamativas dosis de patadas de sus rivales.

Quién hizo más méritos

Por Juan José Panno

Los belgas generaron pocas situaciones de gol y para eso hay por lo menos dos explicaciones: 1) Los defectos propios. Se mostraron lentos, repetidos en la búsqueda casi exclusiva por vía aérea, sin rebeldía para ir a buscar el resultado cuando se imponía romper el orden; 2) Las virtudes argentinas. El equipo de Sabella ganó en equilibrio y en solidez con las entradas de Biglia y de Demichelis, condenó al rival a manejarse sin espacios y le dio tranquilidad a Romero. Por el contrario, Argentina tuvo más y mejores llegadas, pese a que los belgas no defienden mal, además del gol que empezó a devolver la mejor imagen de Higuaín, el mejor del equipo. Lo que produjeron en ataque y en defensa argentinos y belgas explica muy bien quién hizo más méritos para pasar a las semifinales.

Convenció en lo colectivo

Por Ariel Greco

Podrán gustar o no las formas. Se podrá discutir si se tiró atrás demasiado pronto. También se podrá especular con una formación impropia si llegaba el temido empate y había que afrontar el suplementario con los once que terminaron el partido. Pero lo que es indiscutible es que la actuación de ayer de la Selección fue la mejor del Mundial desde el punto de vista colectivo. Ganó con justicia, por dominio territorial y estratégico, por situaciones generadas y hasta por la actitud. Minimizó a un (muy) buen rival. Si Hazard y De Bruyne no tocaron la pelota; si Fellaini se pareció más al Darío Grandinetti de Esperando la carroza que a ese volante todoterreno que juega en el Manchester United; y si Lukaku y Mertens no fueron los revulsivos que habían sido en otros partidos fue por exclusivo mérito de Argentina. Y si no hubo brillo, mucho debe tener que ver que justo ayer tuvo al Messi más terrenal del campeonato.

De los cinco, el mejor planteo

Por Daniel Guiñazú

Sabella realizó ante Bélgica el mejor planteo de los cinco partidos jugados hasta aquí en Brasil. Acertó en la estrategia y en la decisión de los cambios previos. Acaso, porque hizo lo que antes no había hecho o tanto le había costado hacer: tomar resoluciones sin medir los riesgos ni mirar la cara de los jugadores. Argentina no dejó jugar a los belgas como en los partidos anteriores. Les negó la posibilidad del pase interno, les cerró el camino por los costados y los obligó a lanzar muchos más pelotazos que los que el técnico Wilmots pudo haber imaginado. Bélgica casi nunca pudo engranar su juego rápido. Pero además, Demichelis defendió mucho mejor que Fernández, Basanta disimuló la ausencia de Rojo y Biglia fue clave para contener en el medio a De Bruyne. El mérito mayor, como siempre, es de los jugadores. Pero a la hora de repartir los costos de la victoria, la cuota-parte de Sabella es mayor que la de otros partidos.

Se sacaron la mochila

Por Pablo Vignone

Tremenda carga la de la mochila con la que entraron al campo de juego los muchachos argentinos, obligados como estaban a lavar con su entrega 24 años de frustraciones. Pesaban demasiado Hagi y las piernas cortadas de Diego, el cabezazo de Ortega a Van der Sar y la definición de Bergkamp, el tiro libre que no sacó Cavallero y el corner de Verón, el empate de Klose con Messi en el banco y los penales de Lehmann, Otamendi y Schweinsteiger. Acaso por eso el equipo no brilló como se sabe que puede, pero es entendible. A cambio, navegó un partido mucho menos proceloso que el de octavos ante Suiza, ahorró sufrimiento y sale airoso ante la prueba decisiva de la justicia: ¿mereció el empate Bélgica? Honestamente, no.

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