EL MUNDO › OPINION

Realismo ante la crisis

 Por Andrés Fontana *

Los primeros pasos del presidente electo han mostrado su determinación e idoneidad para conducir el gobierno de su país: pocas palabras, cuidadosa selección de sus colaboradores y énfasis en la gravedad de la crisis. Agregó luego un enfoque acertado ante las guerras en Irak y Afganistán y una cuota de prudencia ante las oportunidades mediáticas, decidió no concurrir a la reunión del Grupo de los 20, con pocos anuncios posibles u oportunos para hacer sobre su estrategia económica.

Con respecto a la guerra en Afganistán, los asesores del presidente electo anunciaron que su intención es desarrollar un enfoque regional, que incluiría un posible diálogo con Irán. Y, con respecto a Irak, Obama cree que la presencia militar debe ser reducida sustancialmente en un período de entre 12 y 15 meses. Afganistán es donde se debe centrar la atención, buscar alianzas y tener objetivos realistas, ligados a la estabilidad y el rechazo del terrorismo, antes que al establecimiento de una democracia moderna.

Tanto realismo parece poner a la distancia el júbilo de hace pocos días. Pero los análisis postelectorales han dado buenas noticias al mostrar, entre otros aspectos, que el voto por Obama fue motivado por preocupaciones esencialmente económicas y que no hubo “efecto Bradley”.

Esta expresión se refiere a lo que sería el inverso de lo que llamamos “voto vergüenza” (ocultar quién es el candidato que efectivamente vamos a votar). El “efecto Bradley” implica que frente a un candidato negro los blancos sienten vergüenza de decir que no lo van a votar y ser vistos como racistas.

En consecuencia, el candidato negro obtiene en las encuestas una intención de voto mayor que la real. Tal fue el caso de Tom Bradley, candidato negro a intendente de la ciudad de Los Angeles, que perdió la elección en 1982 luego de haber liderado las encuestas durante todo el proceso electoral.

En el caso de Obama, el candidato obtuvo más o menos los votos pronosticados por las encuestas y, si bien la economía fue un factor determinante, el que no hubiera “efecto Bradley” es un indicador del grado de democratización que han alcanzado los norteamericanos frente a sus propios prejuicios raciales.

* Decano de Estudios de Posgrado, Universidad de Belgrano.

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