EL MUNDO › LOS INDIGENAS PROTESTAN, AL TIEMPO QUE SIMPATIZANTES DE CORREA MUESTRAN SU APOYO

Marcha, contramarcha y escaramuzas

Los marchistas que se oponen a la minería a gran escala fueron recibidos por parlamentarios de la Asamblea Nacional, tras chocar con la policía a las puertas del recinto. El presidente calificó la movilización como una derrota.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, calificó ayer a la marcha de indígenas opositores contra la minería a gran escala como una gran derrota. Liderada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), una columna de marchistas arribó ayer a Quito, en donde se celebró en simultáneo una contramarcha en apoyo a Correa en la plaza de la Independencia, donde se encuentra el Palacio Presidencial. “Somos millones más. En este momento en Quito somos 50.000, 60.000, mientras ellos son unas cuantas centenas pese a todo el apoyo y la prensa corrupta y la derecha saqueadora”, dijo el presidente ante una marea verde, el color distintivo de Alianza País. Al cierre de esta edición los marchistas eran recibidos por parlamentarios de la Asamblea Nacional, tras chocar con la policía a las puertas del recinto. La pelea se desató en las inmediaciones de la sede legislativa, cuando los manifestantes intentaron romper un cerco policial para ingresar al recinto, donde el presidente del Parlamento, el oficialista Fernando Cordero, esperaba a una delegación de los nativos para dialogar.

La Conaie, que encabeza la marcha, se movilizó durante dos semanas hasta ayer en contra de los planes oficiales de desarrollar la gran minería y en reclamo de una redistribución de tierras y acceso al agua, entre otras demandas. “No venimos a desestabilizar, sino a reclamar las leyes que no fueron aprobadas durante estos cinco años de gobierno de Correa”, dijo el presidente de la Conaie, Humberto Cholango, quien organizó la movilización.

El movimiento también demandó la amnistía para 197 indígenas enjuiciados por sabotaje y una ley que amplíe los alcances de las consultas sobre proyectos con impacto ambiental, en la actualidad no vinculantes para el gobierno, y que a inicios de marzo firmó un primer contrato con la china Ecuacorriente para explotar cobre en El Pangui.Esa organización sostiene que los indígenas representan 30 por ciento de la población de 14,5 millones, pero el censo de 2010 determinó que sólo siete por ciento de los ecuatorianos se reconoce como tal.

“Se abrirán las puertas al diálogo a la gente sana que marchó durante estos días por el país, pero no con mentirosos, malcriados u oportunistas”, lanzó Correa en referencia a algunos líderes de la movilización que, a su juicio, aprovecharon esta acción con fines electorales. Unos mil aborígenes permanecían en el barrio Guamaní, al sur de la capital, adonde llegaron el miércoles tras una marcha de dos semanas desde el pueblo amazónico de El Pangui (700 km al sudeste).

La marcha se hizo con tramos en vehículos y se sumó a otro de unos 500 nativos que arribaron al sector de Calderón desde el norte andino. La Conaie participó en la caída de los presidentes Abdalá Bucaram en 1997 y Jamil Mahuad en 2000, pero su poder de convocatoria decayó durante el gobierno de Correa, que mantiene el apoyo de otros grupos indígenas y una popularidad de hasta el 80 por ciento.

El presidente había advertido que podrían suscitarse hechos de violencia por parte del Movimiento Popular Democrático (MPD), un partido de izquierda que apoya a la Conaie, ambos antiguos aliados de Correa de quien se alejaron acusándolo de autoritario y de impulsar un proyecto neoliberal solapado.

“Jamás la violencia fue parte de nuestra cultura, pero si nos agreden, reaccionaremos. Ojalá la tranquilidad prime para que vivamos una fiesta democrática”, afirmó Cholango. Correa se expresó abierto al diálogo, pero insistió en que algunos dirigentes buscan su caída. “Hay personas empeñadas en tumbar un gobierno que está haciendo cambios revolucionarios y se sienten afectadas en sus intereses”, manifestó a su vez el vicepresidente, Lenín Moreno.

El mandatario convocó a sus seguidores a defenderlo de esas marchas. El 8 de marzo, en el inicio de la caminata, reunió a miles de personas en Quito y les pidió mantenerse en vigilia. “El sábado tengo que regresar a mi pueblo, pero si sigue la guerra, no hay problema, vuelvo (a Quito) porque hay que ayudar a este buen presidente”, declaró Mariano Loor, un agricultor de 53 años que llegó al parque El Arbolito con una treintena de compañeros desde la localidad costera de Rocafuerte (sudoeste). “No estamos en la visión de buenos y malos, de marcha y contramarcha. Aun cuando somos críticos, vamos a respaldar al gobierno”, dijo por su parte Orlando Herrera, del izquierdista Movimiento Independiente Revolucionario (MIR).

El presidente resaltó que nada ni nadie podrá detener la revolución ciudadana, en referencia a su proyecto político, lo que arrancó el aplauso de los asistentes. Correa pidió a sus simpatizantes que marchen con tranquilidad y paz para no caer en posibles provocaciones por parte de la oposición. Correa descartó que el principal contaminante del agua sea la minería y señaló que se puede tener buen agua y buena minería. Durante el recorrido, sus seguidores gritaron “esto no es pagado, es pueblo organizado”, en referencia a las declaraciones de algunos miembros de la oposición de que los participantes en las movilizaciones en favor del gobierno reciben dinero.

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La marcha de la Confederación de Nacionalidades Indígenas llegó ayer a Quito.
Imagen: EFE
 
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