EL MUNDO › DECENAS DE INGLESES FUERON INTERNADOS POR TOCAR EL POLONIO 210

Pánico por el veneno radiactivo

Una serie de envenenamientos de enemigos de Putin despertó los peores fantasmas de la Guerra Fría. Hay tres aviones contaminados.

 Por Marcelo Justo

Desde Londres

La policía británica encontró restos de sustancia radiactiva en doce lugares vinculados con la investigación de la muerte del ex espía ruso Alexander Litvinenko y está examinando por lo menos otros doce en esta historia que cada vez se asemeja más a una laberíntica novela de espionaje de John Le Carré. En una declaración a la Cámara de los Comunes, el ministro del Interior, John Reid, indicó que se habían hallado restos radiactivos de “bajo riesgo” en dos aviones de British Airways y que otras tres aeronaves formaban parte de la investigación. Hoy viernes se realizará la autopsia de Litvinenko para ver qué otros secretos revela su cadáver a esta pesquisa que, aún sin culpables a la vista, está tensando las relaciones entre el Reino Unido y Rusia como en las mejores épocas de la Guerra Fría.

El ex agente de la KGB murió envenenado el jueves de la semana pasada, luego de una lenta agonía a causa de una fuerte dosis de Polonio 210 ingerida el 1º de noviembre. La policía halló restos de Polonio 210 en el hotel Milenium, donde se reunió con dos rusos, en el restaurante japonés Itsu Sushi, donde almorzó con el académico italiano Mario Scaramela, y en la casa de Litvinenko, en Musswell Hill, un barrio del norte de Londres. Examinando las rutas de vuelo de estos y otros personajes, la división antiterrorista de la Scotland Yard puso 221 vuelos de British Airways que cubrían la ruta Londres-Moscú y otros destinos europeos, entre ellos España, Italia y Grecia, en el radar de la investigación.

Unos 33 mil pasajeros tomaron esos vuelos entre el 25 de octubre y el 29 de noviembre. La British Airways puso una línea de emergencia, pero entre los pasajeros había quejas anoche por la falta de información y hasta denuncias de que la aerolínea se había desinteresado por la suerte de los que no se encontraban en el Reino Unido. Según el ministro Reid, la sustancia radiactiva en uno de los dos Boeing de la aerolínea en el aeropuerto de Heathrow no “representa amenaza alguna a la salud pública”. En los otros tres aviones bajo investigación todavía no se han detectado rastros de Polonio 210 u otro material radiactivo. “Puede haber otros aviones que sea necesario investigar, pero por el momento no lo sabemos”, aclaró Reid.

Esta semana las líneas de emergencia del Ministerio de Salud se vieron inundadas de llamados de personas que habían estado en algunos de los lugares mencionados en la investigación. En la Cámara de los Comunes, el ministro Reid reveló que unas 69 habían sido derivadas a la Agencia de Protección Sanitaria como precaución. De ellas, unos 18 fueron luego remitidas a clínicas especializadas. No obstante, los expertos en el tema insistían anoche con que las posibilidades de que esto pudiera constituir un riesgo eran exiguas. El Polonio 210 tiene que ser ingerido o inhalado para causar daño. Existe un riesgo más teórico que real de que alguien haya estado en contacto con la orina, heces o incluso el sudor de Litvinenko y que así haya ingerido una pequeña dosis radiocativa, pero según el profesor de física de la Universidad de Surrey William Gelletly, es muy improbable que haya afectado al personal hospitalario que tuvo una relación diaria y directa con el ex espía después de su envenenamiento.

A toda esta historia se le añadió una nueva capa de densidad cuando el portavoz del ex primer ministro ruso Yegor Gaidar denunció que había sido envenenado en el curso de una conferencia en la República de Irlanda. Otro opositor a Putin envenenado fue el ahora presidente ucraniano Viktor Yuschenko. Durante la campaña presidencial en 2004, el candidato opositor ingirió grandes cantidades de dioxina por vía oral durante un almuerzo, que le provocaron la desfiguración de su rostro, pero no la muerte.

La denuncia del vocero de Gaidar es una pregunta más a tantas preguntas sin contestar. A fin de cuentas nadie ha explicado todavía cómo ingresa una sustancia radiactiva de la naturaleza del Polonio 210 a aviones en Heathrow, uno de los aeropuertos más custodiados del planeta, sin que sea detectada. Ni hablar del enigma que domina todo el caso: ¿de dónde partió la orden de matar a Litvinenko? ¿Fue el presidente Vladimir Putin como dijo el ex espía en su lecho de muerte? ¿O un sector de sus servicios secretos o incluso un ajuste de cuentas de corte mafioso? Por ahora el Kremlin niega todo, el primer ministro Tony Blair asegura que no habrá trabas políticas o diplomáticas que entorpecerán la investigación y la policía sigue desenredando la madeja.

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Periodistas salen de la oficina del médico forense de Londres, donde se investiga el envenenamiento.
 
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