EL MUNDO › OCCIDENTE Y LA OPOSICION NIGERIANA IMPUGNARON LOS COMICIOS

En Nigeria el fraude siempre gana

A pesar de que el presidente nigeriano dijo que las groseras irregularidades detectadas en las elecciones fueron fruto de la inexperiencia, la Unión Europea, Estados Unidos y los propios opositores nigerianos denunciaron un gigantesco fraude.

Nigeria pasó a dominar la agenda africana de las grandes potencias occidentales, desbancando a los siempre presentes conflictos de Sudán, Somalia y El Congo. En Nigeria no hay una revolución, ni una guerra civil, ni una crisis humanitaria –aunque el 60 por ciento de la población vive en la pobreza–. Lo que sí hay es una democracia débil en un país petrolero y de mayoría musulmana con la población más grande de Africa. Estados Unidos, la Unión Europea y la oposición nigeriana denunciaron que las elecciones presidenciales, legislativas y provinciales de las últimas semanas fueron fraudulentas. Pruebas no les faltan. Hubo zonas del país en donde nadie votó y regiones en donde las boletas no alcanzaban ni para un tercio de la población. Hubo más de 20 muertos, entre ellos policías que vigilaban las urnas, y miles de votos que ya estaban sellados antes de empezar la elección.

A pesar de las críticas, internas y externas, las autoridades electorales nigerianas declararon como próximo presidente al candidato oficialista, Umaru Musa Yar’Adua. Ni los otros dos candidatos presidenciales ni la comunidad internacional lo aceptan y piden una nueva elección. Pero el presidente nigeriano Olusegun Obasanjo cree que se está yendo demasiado lejos con las críticas. “Sí, no somos perfectos y estas elecciones no son perfectas. Pero la imperfección no es suficiente para declarar nulos estos comicios”, explicó el mandatario. “No hay país que pueda decir que llegó a la cúspide de la democracia. Nosotros sólo estamos avanzando. Estamos aprendiendo”, agregó. Con las elecciones pasadas, el país alcanzó por primera vez tres elecciones seguidas. Después de su independencia en 1960, el país sufrió reiterados golpes de Estado hasta empezar un período democrático en 1999.

Pero la juventud y la inexperiencia parecen ser explicaciones demasiado débiles para el tipo de irregularidades que los observadores internacionales y los propios nigerianos denunciaron. Ya habían empezado con las elecciones de gobernadores del 14 de abril pasado. En esa ocasión ya se habían registrado problemas con las boletas, violencia y asesinatos en las calles, y denuncias sobre manipulación de los datos electorales. El propio presidente Obasanjo lo reconoció entonces y ayer se repitieron los comicios en unos pocos estados.

Una semana después los mismos episodios se repitieron en todo el país. Según datos extraoficiales, la participación rondó en el 15 por ciento. Normalmente un analista diría que los electores estaban desmotivados o que no habían sido movilizados lo suficiente por los candidatos. Sin embargo, el problema en Nigeria fue otro. Según el diario británico The Independent, en la pequeña ciudad de Yashe, en el interior del país, sólo llegaron 60 boletas para las 800 personas que se presentaron a votar. Casos así, sostuvieron los observadores internacionales, se repitieron en todo el país.

No es nueva la dificultad en Nigeria para transportar las urnas por todo el país. La infraestructura vial es muy precaria y, además, las boletas recién estuvieron listas horas antes de la elección. Por un lado, se incluyó un candidato sólo días antes de los comicios y se tuvo que reimprimir las boletas presidenciales. Por otro lado, el retraso fue aún mayor porque las boletas se imprimen en Sudáfrica, para evitar fraudes. Pero estas dificultades de logística no son el verdadero problema, como quiere convencer el presidente nigeriano. Human Rights Watch denunció que en algunos estados las urnas se rellenaban con votos a favor del partido del gobierno frente a las personas que esperaban en cola para entrar al cuarto oscuro.

Pero a diferencia de lo que sucedió en las elecciones para gobernador, esta vez el mundo estaba más interesado y miraba con atención. Estaban en juego la Presidencia y el Congreso, dos instituciones fundamentales a los ojos de las potencias extranjeras. Es a través de ellas que empresas como Exxon, Chevron, Shell y Total negocian sus contratos petroleros. Son ellas las que deben responder cada vez que un pozo es tomado por extremistas islámicos o que sus directivos son secuestrados. Nigeria es el octavo exportador de crudo del mundo y es el país africano con mayor población musulmana. En los últimos meses, cada toma de un pozo o cada atentado en la región petrolera provocaron que el precio internacional del barril se disparara.

A pesar de los cuestionamientos de los observadores de la Unión Europea, del Commonwealth y de organizaciones regionales africanas, todo indica que Umaru Yar’Adua será el próximo presidente nigeriano. Occidente ya está preocupado. Yar’Adua es uno de los pocos gobernadores del país que impuso en su Estado la estricta ley islámica.

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Nigerianos caminan frente a diarios que reflejan el descontento con el presidente Yar’Adua.
 
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