CARINA MAGUREGUI, hija de Noemí Cuño

Mi mamá sufría una enfermedad crónica, degenerativa, que se llama poliquistosis múltiple, que no tiene un tratamiento curativo. Tuvo operaciones de riñón, de vesícula, de intestinos, de útero, de ovarios, dado el estado o la calidad de vida deplorable que ella tenía en ese momento y habiendo presentado batalla en todos los campos posibles, y sufrido negligencias, impericias médicas y mala praxis médica, decidió que quería terminar con su vida.

Consultamos con diferentes médicos pidiendo ayuda. Nos dijeron que era algo ilegal lo que estábamos pidiendo, que si sabíamos de qué estábamos hablando, de que si realmente queríamos a mi mamá... Nosotros dijimos que sí, que porque la queríamos habíamos tomado esta decisión y nadie nos ayudó. Y dado que había un vacío legal en ese sentido y para evitar que se nos considerara cómplices, mi mamá decidió sola arrojarse a las vías de un tren.

Así como consideramos totalmente normal que cuando una persona nace un médico obstetra, parteras y todo un equipo médico ayuden en el nacimiento –vale decir que hay una asistencia para el nacimiento–, me parecería correcto también que haya una asistencia para la muerte. O sea, una asistencia al suicida en los casos realmente terminales, cuando ya no hay más medidas curativas y la condición es ya irreversible.

DR. RAFAEL PINEDA

Yo... realmente quedo sorprendido y frío por esta expresión de esta hija. Vuelvo al principio, creo que esta persona que ha tenido, por lo que decía su hija, mala atención médica o que ha vivido en una época en la que la medicina a lo mejor no le dio toda la contención o la situación que merecía un caso como el descripto, termina en una situación de suicidio que realmente me compunge..., y yo creo que esta paciente debió haber sido acompañada muchísimo más y tratada muchísimo más, porque si bien ella quería morirse, creo que tenía todo el derecho de recibir todo el apoyo para seguir viviendo.