SOCIEDAD › LA HISTORIA DE LA BARRA DE RIVER

Plata, delito y violencia

 Por Adrián De Benedictis


La condena que recibieron ayer los antiguos conductores de la barra brava de River fue el desenlace de una historia dominada por la traición y la venganza. En el medio de todo eso, Gonzalo Acro pagó con su vida en agosto de 2007. Pero sin duda, el dinero volvió a ser el motivo fundamental de los enfrentamientos entre las distintas facciones, que resultaron continuos en los últimos años de la institución. Y precisamente, para que los grupos liderados por Alan Schlenker y Adrián Rousseau llegaran a solucionar sus diferencias con armas de fuego, primero hay que recordar un pasado que también estuvo salpicado con sangre en su recorrido.

En 1996, bajo la dirección de Luis “Luisito” Pereyra y Edgar “Diariero” Butassi, los denominados Borrachos del Tablón, como se identifica a la barra de River, se enfrentaron con un sector de la hinchada de Independiente, que no eran del núcleo de la barra brava del club de Avellaneda, después de un partido. La batalla terminó con la muerte de Christian Rousoulis, un hincha de Independiente que fue apuñalado. Esto avivó la tensión en la relación interna entre los líderes. Más tarde, se enfrentarían por cargos relacionados al caso Rousoulis.

Las dos facciones de la barra brava estaban entonces bajo el liderazgo de caras nuevas. Uno de los grupos, encabezados por “El Zapatero” y “El Monito” Saldivia, tenía su base en el barrio de Constitución y estaba ligado a la actividad política del justicialismo. Los Patovicas, el otro grupo de la barra, era dirigido por dos amigos que estaban en la tercera línea del escalafón desde antes de 1997. Estos dos eran Adrián Rousseau y Alan Schlenker, que vivían en el barrio de Belgrano.

En una presentación de River en Rosario, mientras se trasladaban hacia esa ciudad para ver jugar a su equipo ante Central, se cruzaron con la barra brava de Newell’s que se dirigía hacia Buenos Aires. El enfrentamiento produjo la muerte de dos integrantes de la barra del conjunto del Parque Independencia y, hasta el día de hoy, algunos miembros de Los Borrachos del Tablón todavía se enfrentan a cargos por las muertes. Uno de los miembros, junto a William Schlenker, el hermano de Alan, también enfrentó cargos por una paliza que le propinó a un estudiante universitario en un restaurante en el barrio de Belgrano, debido a que llevaba puestos los pantalones cortos de Central. Y otro encuentro tuvo lugar en la Copa Libertadores de 2006, en el partido ante Corinthians de Brasil.

Tanto Alan Schlenker como Rousseau comenzaron a distanciarse, no querían hacerse responsables por los hechos que protagonizaban sus aliados, y así dejaron de tolerarse. Además, cada uno buscaba quedar como el único “dueño” de la tribuna. Gonzalo Acro, la víctima, había elegido el bando de Rousseau. Era socio de River desde chico, había jugado al fútbol en las Inferiores de Excursionistas, estudiaba periodismo deportivo y practicaba boxeo.

El gran conflicto entre las facciones estalló a causa de un dinero depositado en una cuenta bancaria que habría estado a nombre del ex presidente del club José María Aguilar, y de la cual ellos eran los apoderados. Según allegados a los ex amigos, Rousseau habría retirado el dinero que era para repartir entre ambos, y cuando Alan fue a la sucursal de la avenida Cabildo a buscar su parte, no encontró nada. Por supuesto, no hubo ningún tipo de devolución.

El desvío de dinero hacia los barras fue una constante en la institución de Núñez, según afirman distintos dirigentes de la oposición, y fue durante el mandato de Aguilar cuando más recrudeció ese sistema. Inclusive, se llegó a sospechar que los barras recibieron parte del pase de Gonzalo Higuaín a Real Madrid, valuado en 13 millones de euros, producido en diciembre de 2006.

El 11 de febrero de 2007, en lo que se denominó “La batalla de los Quinchos”, ya que ocurrió en ese sector del club de Núñez, los dos grupos se enfrentaron brutalmente; eso provocó que la Justicia suspendiera el estadio Monumental por tres partidos.

En mayo del mismo año, las dos facciones se enfrentaron de nuevo, esta vez a las afueras del estadio después de un partido ante Independiente. “La batalla del Playón” arrojó dos personas que sufrieron graves heridas de arma blanca y muchas otras lesiones menores. Pocos días después, pelearon de nuevo, pero esta vez en el estacionamiento de la cadena de supermercados, en la localidad de Vicente López.

La noche del 7 de agosto de 2007, Acro recibió tres disparos cuando volvía a su casa desde el gimnasio, ubicado en el barrio de Villa Urquiza, donde había tomado una clase de boxeo. Murió al día siguiente. Tenía 29 años.

Inmediatamente después de su muerte, sus familiares salieron a denunciar en diferentes medios que Acro no había participado en la guerra por el poder. Mientras tanto, desde el otro bando lo acusaban de haber sido todo ese tiempo la mano derecha de Rousseau, y para demostrar su falta de inocencia en el asunto se lo señaló como el que cortó las ruedas de los vehículos de los jugadores, en 2006, en un partido que River perdió 3-1 ante Racing.

Schlenker fue inculpado rápidamente y acusado del asesinato; sin embargo, negó todo, se fugó inmediatamente después del incidente y se escondió en Córdoba. Ariel “El Colo” Luna, barrabrava del club, se declaró culpable. Confesó el asesinato a través de un video diciendo que fue un disparo accidental que salió de la pistola. Luna se había fugado a Barcelona y luego a Italia, en donde, finalmente, fue encontrado por la policía de ese país, detenido y extraditado.

El padre de Gonzalo Acro, Alberto, estalló en llanto cuando escuchó de parte del presidente del tribunal, Hugo Decaria, la condena a perpetua para Alan Schlenker. Acro dijo tras el veredicto que con las condenas siente que obtuvo “algo de paz para seguir creyendo en la Justicia del país”, pero con el crimen de su hijo su vida “terminó”. “Tengo dolor porque a mi hijo no lo tengo. Mi vida terminó con mi hijo y los acusados arruinaron una familia.”

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