SOCIEDAD › EN EL DíA MUNDIAL DEL SIDA, UNA CAMPAñA PARA EL TESTEO MASIVO DEL VIH

El desafío de elegir saber

El Ministerio de Salud nacional lanza la campaña Elegí saber, que busca que todas las personas se testeen por el VIH. Y que los médicos propongan a sus pacientes que lo hagan, aunque la consulta sea por otro motivo.

 Por Pedro Lipcovich

Que a cada uno, y a todos, se les ofrezca el test para saber, ya, si tienen VIH. Esta es la tarea central que se plantean hoy –Día Mundial del Sida– las autoridades sanitarias nacionales e internacionales. Explicar las razones de esta prioridad es, a la vez, precisar cuál es la situación actual en la respuesta a la epidemia. Testearse ahora, ante todo, porque el punto débil de la estrategia contra el sida es la elevada proporción de personas con VIH –una de cada tres en la Argentina– que sólo se enteran cuando su sistema inmunológico ya está deteriorado y empiezan a tener síntomas de la enfermedad. Testearse ahora, porque hoy los especialistas coinciden en que es mejor empezar el tratamiento lo antes posible, incluso empezar no bien verificado el diagnóstico. El tratamiento es más simple que nunca –una pastilla diaria– y con menos efectos secundarios. Y no sólo beneficia al paciente: las personas en tratamiento usan preservativo de modo más consistente y, aunque alguna vez lo olvidaran, tienen muy baja chance de trasmitir el VIH, porque tienen menos virus. Pero, para que se universalice el testeo, hace falta que los servicios y profesionales de atención primaria “se pongan las pilas” –como dijo a este diario un destacado médico generalista– y ofrezcan este análisis tan naturalmente como ofrecen el de colesterol. Ya empezó a difundirse un test que brinda el resultado en forma inmediata a partir de un pinchacito en un dedo.

“En la Argentina viven alrededor de 110.000 personas con VIH, es decir que cuatro de cada mil jóvenes y adultos están infectados con el virus; pero el 30 por ciento de ellos lo desconoce”, informó la Dirección de Sida y ETS del Ministerio de Salud de la Nación. Carlos Falistocco, titular del organismo, señaló que “no es que quienes integran ese 30 por ciento rechacen hacerse el test: es que no se consideran en riesgo. Y, de los que se diagnostican anualmente –unas 5000 personas–, entre el 25 y el 30 por ciento llegan en etapas avanzadas, ya con síntomas. Por eso ponemos en marcha una política de promoción del testeo con dos ejes: concientizar a la población para que ‘elijan saber’ y se acerquen a los centros de salud, pero también concientizar al sistema de salud, a los profesionales, para que ofrezcan el testeo con independencia del motivo de consulta de cada paciente”.

“El logo Elegí saber caracteriza la campaña: podrá identificar a todos los lugares de testeo, incluso los que pertenecen a ONG, y no sólo podrá para VIH, sino también para enfermedades de trasmisión sexual como sífilis y hepatitis B, que también se efectúan gratuitamente”, precisó Falistocco, y destacó: “Se trata de alcanzar ahora, no sólo a quienes, por haberse sentido en riesgo, decidieron testearse, sino también a aquellos que no se sienten en riesgo y acuden por cualquier otro motivo al sistema de salud”.

Pedro Cahn –ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida, jefe de infectología del Hospital Fernández y presidente de la Fundación Huésped– destacó que “los que llegan tarde al tratamiento pagan un costo personal importante: cuando una persona tiene el virus multiplicándose, se produce un estado de activación inmunológica, el organismo se pone en guardia al detectar algo extraño y esa actividad inmunológica determina un estado de inflamación: la inflamación está en la base de distintas enfermedades como la diabetes, problemas cardiovasculares y renales y otras”.

–O sea que el VIH no sólo hace a la persona más vulnerable a infecciones, sino que promueve enfermedades no infecciosas –observó Página/12.

–Absolutamente. Está muy bien estudiado y se sabe que es así –contestó Cahn. Por eso, además, el diagnóstico tardío aumenta mucho los costos para el sistema de salud, que debe tratar todas esas enfermedades. Ya hay tres países, Estados Unidos, Canadá y Brasil, que desde este 1º de diciembre adoptan la estrategia de, junto con la expansión del testeo, ofrecer tratamiento a todo el que tenga VIH. En la Argentina, las guías del Programa Nacional de Sida vienen avanzando en la misma dirección.

–¿Por qué cuesta lograr que los médicos incluyan el testeo de VIH entre los análisis de rutina?

–Creo que la principal dificultad reside en el carácter pasivo receptivo de nuestro sistema de salud –contestó Cahn–: al que viene, se lo recibe, pero en general no se lo va a buscar. El sistema de salud no toma la iniciativa y, como parte de esto, los médicos de atención primaria no se han visto estimulados a tomar la iniciativa del testeo. Se trata de que, cuando alguien va a controlarse el colesterol o la presión, el médico le diga: “¿Y si, de paso, hacemos un VIH?”.

Desde el área de los médicos generalistas, Martín Urtasun –ex presidente y actual directivo de la Sociedad Argentina de Medicina Interna General (Samig)– acordó en que “hoy por hoy, la oferta del testeo de HIV está dirigida al ciento por ciento de la población, pero muchas veces esto encuentra resistencia desde el médico, al interpretar que esa propuesta será entendida por el paciente como una forma de implicación en alguna actividad que preferiría no reconocer; el problema el factor de riesgo abarca a todos”.

Para Urtasun, además, “puede contribuir a la dificultad el hecho de que el pedido de análisis para VIH fue desde el primer momento protegido en forma especial, de modo que permaneciera anónimo y exigiendo un consentimiento firmado del paciente. Esto tuvo la intención de defender la intimidad de las personas y que nadie fuera diagnosticado por VIH sin saberlo, pero sucede que si a alguien, en un análisis de rutina, le piden una larga lista, colesterol, glucemia, hemograma, y para uno solo, el HIV, el laboratorio le pide firmar una autorización, eso le hace pegar un respingo a la persona. Tal vez sea el momento de repensar esa estrategia, que puede frenar la naturalización de un análisis que hoy es uno más entre los que se piden”.

Falistocco, desde la Dirección de Sida, admitió el problema: “Estamos trabajando para adecuar los requisitos a la situación actual; esto requiere cambiar la legislación, siempre preservando el criterio de que a nadie lo testeen compulsivamente”.

En todo caso, apuntó Urtasun, “los médicos tenemos que ponernos las pilas para lograr que la prueba de HIV se naturalice como una más entre otras para controlar la salud, quitándole el aura de cosa maldita que todavía tiene en el imaginario de mucha gente, incluyendo a muchos médicos”.

Enrique Casal, también ex presidente y directivo de la Samig, agregó que “la oferta del análisis de VIH forma parte de la actitud de buscar y preguntar activamente al que consulta: si fuma, si usa cinturón de seguridad, si tiene sexo seguro; no es bueno que el médico permanezca en un rol pasivo, a la espera de lo que el paciente pueda decir”.

Rapidísimo

Un factor que debiera contribuir al éxito de la campaña es la aparición de los “tests rápidos”: “Alcanza con una gota de sangre de un dedo, y en 15 o 20 minutos se tiene el resultado –anunció Falistocco–. Venimos trabajando para establecer puestos de trabajo con estos tests: se pueden instalar en salas periféricas de atención primaria o en organizaciones de la sociedad civil. Este test lo puede aplicar cualquier persona entrenada; el control de calidad del proceso está a cargo de bioquímicos.”

El criterio es, si el test da positivo, “inmediatamente derivar a un centro especializado de salud y confirmar el test mediante otros procedimientos: en los lugares con acceso rápido al conteo de carga viral conviene usar este método, que da cuenta del grado de evolución que ha tenido ya el virus”, explicó el director de Sida.

“Desde agosto de este año –agregó– se utiliza un solo comprimido que se toma una vez por día y contiene las tres drogas necesarias. Sus efectos colaterales son reducidos en comparación con los de generaciones anteriores de medicamentos. De todos modos, toda medicación tiene efectos colaterales y límites a su eficacia, de modo que lo mejor sigue siendo la prevención mediante el uso de preservativo.”

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