DEPORTES › ACABA SU CICLO EN EL BARCELONA

Se guarda Guardiola

 Por Pablo Vignone

Será finalmente el juicio histórico, con el beneficio de la perspectiva de época y la lógica ponderación de la influencia de la difusión mediática en su condición, el que determinará si el Barcelona de Pep Guadiola, cuyo ciclo acaba formalmente esta tarde en la final de la Copa del Rey de España frente al Athletic de Bilbao dirigido por Marcelo Bielsa, es el mejor equipo de fútbol jamás visto. Por lo pronto, se puede decir sin temor a la equivocación que el que se despide hoy es uno de los más atractivos y eficaces del fútbol mundial, y que ha fabricado méritos suficientes como para discutir ese sitial.

Arrancó en 2008 cuando, paradójicamente, el club catalán declinó contratar a José Mourinho, transformado con el tiempo en víctima estelar del conjunto que modeló a cuenta de sus convicciones Pep Guardiola, quien fue criado en la escuela que fundó en Barcelona nada menos que Johan Cruyff en su paso como entrenador entre 1988 y 1996.

Este conjunto poderoso, lujoso, mortífero, durante cuatro años edificó la capacidad de generar un juego que aunó oleadas de placer y cataratas de resultados. El empobrecimiento relativo que sufrió en estos últimos seis meses, con lesiones y bajones de rendimiento, terminó produciendo una debacle sintetizada en el subcampeonato de la Liga Española y la eliminación en semifinales de la Champions League. Lo que para una formación normal sería meritorio, para el Barcelona de Guardiola, que había conquistado 13 de los 16 torneos que había disputado hasta ese momento (tres Ligas, una Copa, dos Champions, dos mundiales de clubes, dos Supercopas de Europa y tres de España), significó el cierre de un recorrido brillante.

El de hoy puede ser el 14º y último título. Desde el 17 de junio de 2008, el día que el catalán reemplazó oficialmente a Frank Rijkaard como su entrenador, el Barcelona jugó 246 partidos, ganó 178, empató 47, perdió 21 (respectivamente 72, 19 y 9 por ciento), con 581 puntos sumados sobre 738 posibles (una eficacia del 78 por ciento) más 635 goles a favor y 181 en contra. Los resultados pueden cuantificarse; el júbilo que generó, en cambio, es incalculable.

Guardiola contó para lograrlo con la lealtad inquebrantable de Lionel Messi, que le tiene devoción desde que el catalán lo autorizó a jugar con la Selección Argentina en los Juegos Olímpicos de Beijing, cuando el club era reticente a cederlo. El entrenador, que recién comenzaba su tarea, sabía por experiencia propia lo que una medalla de oro podía representar en términos de construcción de carácter para un futbolista a punto de explotar. Luego lo potenció quitándole del medio obstáculos de fuera y dentro de la cancha (Ronaldinho, Deco, Ibrahimovic) para ponerlo en carrera hacia lo que es, el futbolista más exquisito del planeta. “Messi es un jugador que tiene soluciones para la mayoría de los problemas que se le presentan”, lo elogió ayer Bielsa.

Las convicciones de Guardiola encontraron terreno fértil en un plantel horneado en la misma escuela, con jugadores bajitos y técnicos que otros clubes rechazaban: Xavi Hernández y Andrés Iniesta son el ejemplo más evidente. El Barcelona de Guardiola llegó a tener nueve canteranos entre sus titulares amasando éxitos.

Aunque en el 2009 ganó los seis torneos que jugó, su momento de perfección extrema llegó en la primera mitad de 2011, con su rally victorioso sobre el Real Madrid, la cabalgata de la Liga y la conquista en Wembley de la Champions League. Ese estilo elegante basado en la posesión, el toque corto, el desmarque y la multiplicidad de posibilidades de pase, recuperó aquel principio fundacional según el cual el fútbol posee tres dimensiones: tiempo, espacio y engaño. Las explotó hasta el hartazgo.

Guardiola deja a su lugarteniente, Tito Vilanova, a cargo del equipo. “Dentro de seis meses no me van a necesitar”, confió ayer Pep. “Su marcha será traumática”, opinó Gerard Piqué. Con Vilanova, la idea rectora será la misma, las cosas quizá no salgan de igual forma. Se irán otros futbolistas, se abren demasiados interrogantes. “Con Guardiola, un ciclo termina y empieza otro, y no lo digo en un sentido negativo”, lo graficó el mismo Cruyff.

La final, en el estadio Vicente Calderón de Madrid, se pone en marcha a las 15.45 (televisan Metro y DirectTV). “Es un día especial y vamos a darlo todo para poder cerrar estos cuatro años con una sonrisa”, promete Iniesta.

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