ECONOMíA › COMPROMISO DE INDUSTRIA PARA PROTEGER EL SECTOR

La horma de los zapateros

 Por Cledis Candelaresi

El secretario de Industria, Alberto Fraguío, sedujo ayer a los empresarios del calzado con la promesa de que se ajustará el sistema de “precios de criterio”, para evaluar las importaciones: por debajo de esa referencia, los productos serán retenidos en Aduana hasta que se analice cuál es el valor real. Los interlocutores escucharon con entusiasmo las promesas proteccionistas del ex ejecutivo de Peugeot, que también se comprometió a convencer a los curtidores para que reorienten hacia el mercado interno el cuero de mejor calidad que hoy exportan.

“Tiene idénticos criterios políticos que (Miguel) Peirano y comparte los mismos lineamientos de que este crecimiento se basó en la política industrial que respetó nuestros intereses”, se entusiasmó tras el encuentro el titular de la Cámara Argentina de Calzado, Alberto Sellaro. El consumo en la Argentina llegó a los tres pares promedio por habitante y la producción está a un nivel record de 90 millones de pares anuales. Similar bonanza a la que vivieron las exportaciones de zapatos, que hoy se ubican en el orden de los 1000 millones de dólares anuales, repartidas en wet blue (una de las versiones de cuero sin procesar) y calzados de alta gama de 45 dólares promedio. Argentina exporta a Chile (40 por ciento), España, Portugal, Uruguay y, en menor medida, los Estados Unidos.

A pesar de esa pujanza, los industriales del rubro siguen alertando sobre el aumento de las importaciones desde Asia, cuyo repunte es chequeado por ellos mismos en su condición de observadores de la Aduana. A impresión de los fabricantes locales, los ingresos irregulares no son productos de marca, pero sí de otros segmentos en los que incursionan “comerciantes aventureros”. Por eso no resultan suficientes ni las licencias no automáticas para importar que se aplican a los zapatos chinos ni los valores de criterio, tal como se instrumentan hoy: si un bien ingresa con un precio inferior, el importador paga la diferencia, pero puede sacar el producto al mercado. La idea es retenerlo y evitar o al menos demorar la comercialización del zapato sospechosamente barato.

Brasil, en otro momento un competidor muy temido, hoy está contenido. La relativa carestía de su moneda fue licuando por un lado la ventaja de comparar productos brasileños, que resultaban competitivos por los menores costos de producción a gran escala. Pero además existe un acuerdo entre los productores de uno y otro país que limitó las ventas brasileñas a 15,5 millones de pares este año. Ese tope será superado (en la Cámara estiman que ingresarán 16,8 millones), pero sin que esto implique un daño para los fabricantes locales, que no dan abasto con su capacidad productiva para atender la creciente demanda.

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