EL MUNDO › LA CUMBRE CON EL LIDER DEL TIBET PROVOCO EL ENOJO DEL GOBIERNO CHINO

Obama se reunió con el Dalai Lama

El Dalai Lama no recibió honores de jefe de Estado, ni pisó el Salón Oval ni tuvo conferencia de prensa junto con Obama, pero fue elogiado por el presidente estadounidense y se manifestó muy feliz por el encuentro en Washington.

 Por David Usborne *

El Dalai Lama y Barack Obama conversaron ayer en el Map Room (Salón de Mapas) de la Casa Blanca.
Imagen: EFE.

Arriesgando dañar más las ya difíciles relaciones chino-estadounidenses, el presidente Barack Obama recibió ayer al Dalai Lama, el exiliado líder espiritual del Tíbet, en la Casa Blanca. Pero la hospitalidad de Obama, limitada por el enojo de China, se circunscribió a una recepción en el Map Room y no en la famosa Oficina Oval donde se reciben a los jefes de Estado. Y obvió la conferencia de prensa conjunta que normalmente se hace en las visitas oficiales de los dignatarios extranjeros.

El encuentro, sin embargo, atrajo una multitud de activistas pro-Tíbet, que agitaban banderas y cantaban en la Avenida Pennsylvania, en el parque Lafayette. Hubo informes de que en la provincia Qinghai, en el noroeste de China, donde viven muchos tibetanos, hubo celebraciones con fuegos artificiales hasta bien entrada la noche. Por su parte, el Dalai Lama dijo después que estaba “muy feliz” con la reunión. “Siento un gran honor al ver al presidente del país más democrático”, dijo, añadiendo halagos para Estados Unidos “como un campeón de democracia, libertad, valor humano, creatividad humana, esas cosas”.

Los funcionarios chinos había advertido previamente que cualquier reunión podría causar “serios daños” a las relaciones entre Washington y Beijing. El gobierno de China sigue llamando al Dalai Lama un intento separatista que fomenta la violencia en la provincia del Tíbet. Pero el líder ha quedado comprometido a una campaña por un gobierno autónomo para los tibetanos y mayor protección para su cultura.

Obama reiteró su “fuerte apoyo” al trabajo del Dalai Lama por “la preservación de una identidad única religiosa, cultural y lingüística del Tíbet, y la protección de los derechos humanos para los tibetanos en la República Popular China”, en una declaración que la Casa Blanca emitió después de la reunión, añadiendo halagos por la “búsqueda de diálogo con el gobierno chino” del Dalai Lama.

Mientras los grupos de derechos humanos festejaban las conversaciones de ayer, algunos todavía se quejaban de que se organizaran con tan bajo perfil. “No entiendo, como activista, por qué el presidente no lo quiso recibir en la Oficina Oval, cuando la Oficina Oval recibe a todo tipo de chicas scouts y jugadores de básquet”, dijo Mary Beth Markey, vicepresidenta de la defensa internacional por la Campaña Internacional del Tíbet.

Otros fueron menos críticos. “Como líder el mundo libre, el presidente Obama está posicionado como nadie para ayudar a lograr una resolución negociada que le dé al pueblo tibetano la libertad que tanto ansía y merece”, dijo Tenzin Dorjee, director ejecutivo de Estudiantes para un Tíbet Libre. El líder tibetano no es sólo un líder religioso. Para muchos tibetanos, tanto en China como en el exilio, representa la nación y su cultura.

Obama había enojado previamente a los activistas de derechos humanos cuando declinó ver al Dalai Lama durante una visita de éste a Washington en octubre, porque fue poco después de su primera planeada visita oficial a China. La Casa Blanca insistió en aquel momento en que la reunión simplemente se había pospuesto. La visita postergada siguió una tradición de las recepciones de la Casa Blanca para el líder tibetano. Igual que en pasadas administraciones, la Casa Blanca hizo un delicado equilibrio tranquilizando a los grupos de derechos humanos y minimizando el daño potencial con China.

Obama también se enfrentó a una presión para que comenzara a mostrar un rostro más severo con Beijing, que ha hecho caso omiso de pedidos para que China restrinja sus exportaciones. Ellos “han sabido sobre esto y su reacción es su reacción”, dijo el vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, displicentemente, la víspera de la visita. Las tensiones entre los países han crecido, especialmente ante la decisión de Washington de seguir adelante con la venta de armas por 6400 millones de dólares a Taiwan, oficialmente descripto por Beijing como una provincia renegada del continente. También en el aire está la actual disputa sobre Internet con respecto a la censura y acusaciones de espionaje cibernético de los disidentes.

China, sin embargo, sigue siendo el segundo mayor acreedor de Estados Unidos en un momento en que la deuda nacional crece y Obama ha estado trabajando duro para ganar el apoyo de su gobierno en temas que incluyen frenar el programa nuclear en Irán y lograr un acuerdo internacional sobre el recalentamiento global.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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