EL MUNDO › UNA EXPLOSION EN UNA PLANTA DE FERTILIZANTES PROVOCO AL MENOS 35 MUERTOS, 160 HERIDOS Y 80 CASAS DESTROZADAS

Texas, la nueva tragedia en Estados Unidos

En otro estallido que sacudió a los estadounidenses, una fábrica de una localidad cercana a Waco explotó y produjo una nueva catástrofe. No está claro aún el origen del incidente, pero el presidente Barack Obama ya lo encuadró como “grave accidente”.

En Estados Unidos ya la llaman “semana negra”. Después de la tragedia del maratón de Boston y la carta con veneno dirigida a Barack Obama, una explosión volvió a provocar alarma en ese país. Esta vez ocurrió en la localidad de West, cerca de Waco, Texas. Una fábrica de fertilizantes estalló y dejó al menos 35 muertos, según informó anoche el alcalde local, más de 160 heridos y unas 80 casas destrozadas. Se teme que el número de víctimas fatales llegue a alrededor de 70. El presidente estadounidense calificó lo sucedido como un “grave accidente” y lo desvinculó, de esta forma, del atentado en Boston. Aunque nada indica que haya conexión alguna, los norteamericanos no pudieron evitar recordar que hoy se cumplen 20 años de la “masacre de Waco”, una matanza indiscriminada del FBI contra los integrantes de una secta que guardaba armas ilegales en su bunker de esa ciudad.

“Las cifras aún pueden variar, pero el balance estimado por el momento es entre cinco y 15 muertos”, afirmó el portavoz de la policía, Patrick Swanton, y precisó que los tres hospitales de la región trataron a más de 160 personas, que presentaban heridas diversas. La explosión en Texas dejó unas 80 casas destrozadas, y unos dos mil habitantes fueron evacuados por equipos de emergencia, ambulancias, cuerpos de seguridad y helicópteros. El alcalde de West, Tommy Muska, explicó que están preocupados por los vapores químicos que puedan emanar de la planta.

El siniestro ocurrió a las 19.50 del miércoles (21.50 en Argentina) en la fábrica de fertilizantes West Fertilizer Plant, ubicada sobre la ruta interestatal 35, a unos cien kilómetros al sur de Dallas, cerca de Waco. Según testigos, la explosión provocó una bola de fuego de unos 30 metros de ancho que dio paso a una nube en forma de hongo y una onda expansiva que produjo los daños en edificios, heridos y muertos.

“Terminé tirada en el piso. Es como si hubiesen levantado la ruta”, relató Cheryl Marich, cuya casa fue destruida. Otro testigo, Bill Bohannan, contó que “todas las viviendas en un radio de cuatro calles fueron afectadas”. Crystal Anthony, quien integra la junta del distrito escolar de West, dijo que ella y su hija fueron “arrojadas” al piso por la fuerza de la explosión a pesar de que estaban a varias cuadras de la planta.

“Fue violento, como en Irak, un edificio con unas 50 viviendas parecía un esqueleto”, aseguró el portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, D. L. Wilson. El alcalde Muska también comparó la dimensión de la destrucción con una situación de guerra: “Fue como si hubiera caído una bomba atómica”. De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos, la explosión generó un temblor en la tierra de 2,1 grados en la escala de Richter.

Barack Obama expresó en un comunicado que “una comunidad muy unida en Texas se vio sacudida por un grave accidente. Gente buena y trabajadora perdió la vida. La ciudad de West tendrá el apoyo del pueblo estadounidense”. Además, señaló que su gobierno está en contacto continuo con las fuerzas de rescate.

De esta forma, el mandatario desvinculó lo sucedido del atentado del lunes durante el maratón de Boston, que dejó tres muertos y más de 180 heridos, y del episodio de las tres cartas con veneno de ricina, dirigidas a él y a unos senadores.

La hipótesis más fuerte sobre lo ocurrido en Texas apunta al nitrato de amonio, un fertilizante nitrogenado muy utilizado en la agricultura. Si bien todavía se desconocen las causas exactas de la explosión en la fábrica, el nitrato de amonio, en ocasiones erróneamente llamado “nitrato de amoníaco” por los industriales, puede servir también para fabricar explosivos o bombas artesanales cuando se mezcla con fuel, como en el caso del atentado en Oklahoma, Estados Unidos, en 1995, y el perpetrado por Anders Breivik en Oslo, Noruega, en 2011.

El nitrato de amonio es en sí mismo relativamente poco explosivo. Se presenta como un polvo blanco o gránulos muy solubles en agua y no supone peligro si no se calienta mucho. A partir de 210ºC se descompone y si la temperatura aumenta todavía más, por encima de los 290ºC, la reacción puede acelerarse y volverse explosiva.

Un incendio, tuberías recalentadas, una instalación eléctrica defectuosa o un rayo pueden bastar para desencadenar una reacción en cadena. Sin embargo, para que se produzca una explosión también se necesitan cantidades importantes de nitrato de amonio, subrayan los expertos.

Ese fue el caso en la fábrica de AZF de Toulouse, sur de Francia, donde en septiembre de 2011 había 300 toneladas, o la catástrofe de Texas, en Estados Unidos, cuando en abril de 1947 un incendio en una embarcación que transportaba 2300 toneladas de nitrato de amonio provocó una serie de explosiones que causaron más de 500 muertos.

Las causas exactas de la explosión de AZF nunca se esclarecieron con precisión, aunque los investigadores y los expertos judiciales mantienen la hipótesis de una mezcla accidental de un producto clorado con el nitrato de amonio.

En cuanto al amoníaco anhidro, del que había almacenadas unas 25 toneladas en la fábrica West Fertilizer, según los medios locales, es un gas considerado relativamente poco inflamable.

En sí mismo no es un explosivo, pero en contacto con el aire puede formar una mezcla explosiva cuando se registran ciertos niveles de concentración (entre 16 y 25 por ciento de volumen en el aire). De la misma manera, el amoníaco puede formar una mezcla explosiva cuando entra en contacto con sustancias como el flúor, el cloro, el bromo, el yodo, el mercurio y el óxido de plata.

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La explosión provocó una bola de fuego de unos treinta metros de ancho que dio paso a un gran hongo.
Imagen: EFE
 
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