EL PAíS › EL LUNES SE LEERáN LOS ALEGATOS POR LA U9

Represores victimizados

 Por María Laura D’Amico

Usando como estrategia la negación y la victimización como artilugio, cuatro de los catorce imputados en el juicio de la Unidad 9 de La Plata prestaron declaración indagatoria intentando así demostrar su inocencia en los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura de los que están acusados. Ellos son el ex director del penal, Abel Dupuy, los ex agentes penitenciarios Raúl Aníbal Rebaynera y José Luis Peratta y el ex médico del penal Enrique Leandro Corsi. Con sus testimonios, el Tribunal Oral Federal 1 dio por concluida la etapa de declaraciones y anunció la lectura de los alegatos para el próximo 27 de septiembre.

Durante más de tres horas, el lunes pasado Dupuy intentó explicarle al Tribunal su presunta inocencia: coautor de torturas a sesenta y seis personas; aplicación de tormentos a setenta y seis detenidos; partícipe necesario en cinco homicidios agravados, coautor de torturas seguidas de muerte en el caso de Alberto Pinto; partícipe necesario en privaciones ilegales de la libertad de cuatro personas y en las privaciones ilegítimas de la libertad agravadas de otras tres.

Con voz débil y ayudándose con los apuntes que él mismo tomó durante los más de cinco meses de audiencias, el ex jefe del penal aseveró que “las sanciones se ajustaban a la reglamentación y jamás supe de las golpizas que escuché aquí sobre los que estuvieron en aislamiento”. Luego abonó la teoría del complot postulada por el médico Carlos Jurio cuando declaró el 9 de agosto pasado y afirmó que “sin ninguna duda hay una manera de declarar, (los testigos) se pusieron todos de acuerdo. Sobre un total de mil ochocientos internos, sólo cuarenta dicen que les pegaron”. Y añadió: “Recuerdo que en el juicio por la verdad declararon con Leopoldo Schi-ffrin y en muchos casos yo pienso que fueron inducidos para eso”.

Cuando llegó el turno de Rebaynera, al día siguiente, argumentos similares al de Dupuy se oyeron en boca de quien fuera apodado El Nazi. Aseguró que “ninguno de los internos fue golpeado y no se los maltrató”. En referencia a las acusaciones de torturas denunciadas por los testigos, dijo que “es un complot. Hay muchos testimonios que están armados contra mí. Hay intereses económicos a través de los abogados de los organismos que viven de esto. Son idiotas útiles”.

En ausencia de los demás penitenciarios procesados –por pedido expreso de la defensa de Rebaynera al Tribunal– dijo que “Dupuy podría saber quién trasladó a (Dardo) Cabo y a (Rufino) Pirles”, haciendo alusión a dos ex detenidos que fueron asesinados en un supuesto intento de fuga. También afirmó que “todos sabemos que (Valentín) Romero no es Culito de Goma”, haciendo referencia al apodo con que numerosos testigos identificaron a ese imputado en sus relatos. Y concluyó: “Lamento y pido disculpas a alguno que pueda decir que Rebaynera es un traidor, pero digo la verdad”.

A diferencia de los testimonios anteriores, la estrategia defensiva de Peratta consistió en la victimización. Contó que llegó a la U9 en diciembre de 1974, proveniente de la cárcel de Olmos, y dijo que cuando asumió Dupuy, la conducción del penal era una situación “complicada”, porque dos de sus cuñados eran militantes de organizaciones de izquierda, “entonces para esa gente yo soy zurdo”, señaló.

Más tarde, contó que lo echaron del Servicio Penitenciario porque, siendo jefe de Personal, permitió una visita a uno de los detenidos y, para evitar que le hicieran un sumario al jefe de visitas “porque era amigo mío”, firmó un documento en el que lo declaraban “imprescindible”. Entonces empezó a trabajar en la Marina: “Navegué durante catorce años”, afirmó, y quebrando la voz contó que en una oportunidad, cuando él se encontraba mar adentro, su esposa perdió un embarazo de ocho meses. Finalmente, tras afirmar que lo que se está haciendo en contra suya en este juicio es “algo injusto”, dijo sentirse “víctima de los dos sistemas, tanto del militar como de este sistema”.

Por último, Corsi también declaró su inocencia, aunque no pudo concluir su relato aduciendo que lo aqueja un cuadro de “hipertensión, arritmia y dolor de ojos”. Dijo que nunca hizo guardias en la U9, no sabía de la existencia de los calabozo de castigo, que jamás vio a Alberto Pinto –un detenido que murió después de una operación, a causa de los golpes recibidos allí– y que tampoco conocía a Carlos Domingo Jurio, otro de los médicos que trabajaban en la Unidad y que se encuentra procesado.

El otro imputado en la causa que declaró semanas atrás ante el Tribunal que preside Carlos Rozanski es Ramón “El Manchado” Fernández, quien dijo sentirse “impotente” ante el relato de los testigos porque si él hubiese sabido que las torturas existían, “no las hubiese permitido”. En tanto, los restantes imputados (el ex subjefe de la unidad Isabelino Vega y los ex agentes Elvio Cosso, Valentín Romero, Víctor Ríos, Catalino Morel, Segundo Andrés Basualdo y Héctor “El Oso” Acuña y el médico Luis Domingo Favole) prefirieron no hacer uso de esa instancia de defensa.

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Los ex penitenciarios dijeron que desconocían las torturas.
Imagen: Télam
 
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