EL PAíS › HABLA EL HIJO DE JORGE JULIO LOPEZ

“Ahora ya no descartamos ninguna de las hipótesis”

Ruben López, su hermano y su madre estuvieron con el presidente Néstor Kirchner. Habían pedido la reunión porque estaban molestos con los dichos de Hebe de Bonafini. Al comienzo la familia pensaba que el albañil que testimonió contra Etchecolatz se había extraviado o estaba escondido.

 Por Adriana Meyer

Ruben López tenía 11 años cuando jugaba a la carrera de embolsados en la Unidad Básica de Los Hornos. El hijo mayor del hombre más buscado del país –un carpintero de 41 años que vive en Berisso– pidió reunirse con el presidente Néstor Kirchner para “aclarar las cosas que se dijeron” de su padre, Jorge Julio López. Ayer firmó una carta abierta, junto a su madre y su hermano, en la que expresó: “Estamos tristes y preocupados porque han pasado 17 días y no existe ninguna información o dato concreto que permita sostener o descartar cualquier hipótesis”. Horas antes dialogó con Página/12 y explicó que se aferraron a la idea de que está vivo, extraviado o escondido porque era “el deseo de la familia”, pero admitió que esas posibilidades pierden fuerza con el paso del tiempo. Y por primera vez aseguró que no descartan la hipótesis del secuestro político.

Esta familia que se definió como “sencilla” abrió las puertas de su casa de Los Hornos, construida por el propio López, el albañil de 77 años que con su testimonio colaboró en la condena a reclusión perpetua del represor Miguel Etchecolatz y que está desaparecido por segunda vez en su vida desde hace dos semanas.

El encuentro con el presidente Kirchner –del que participaron los hijos, la esposa, un amigo de la familia y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández– tuvo la misma motivación que la carta. “Queremos agradecer a todos los que trabajan en la investigación del Estado nacional y provincial y pedimos a toda la sociedad que nos ayude en la búsqueda”, dijeron Ruben, Gustavo –que hoy cumple 38 años– e Irene, la esposa de López. “Para ella es muy duro porque esto lo vivió hace 30 años, pero aguanta porque nosotros estamos fuertes”, confesó su hijo a Página/12.

La familia confirmó que el testigo –ex detenido y sobreviviente de varios campos de detención– “jamás se ausentó de su casa, salvo cuando fue secuestrado por la dictadura militar”, y desmintió que sufriera Mal de Parkinson. “Eso es todo mentira, tiene nada más un tembleque en las manos y no está medicado y ni siquiera va al médico por ese problema”, destacó Ruben López. “Nos resultan insoportables algunas especulaciones, ya que son total y absolutamente disparatadas, por eso queremos remarcar que Jorge goza de excelente salud mental y tiene una memoria prodigiosa, tal cual fue demostrado en su declaración, y una lucidez que más de uno envidiaría”, aclararon en la carta. Sin embargo, admitieron que “podría haber sufrido algún problema psicológico” para ausentarse de su domicilio. Ruben –que pronuncia su nombre con acento en la primera sílaba– recordó que su padre tenía la ilusión “de ir a la audiencia de los alegatos para verle la cara a (Miguel) Etchecolatz y después verlo condenado, para cumplir así con un mandato que se había impuesto, que era que este señor terminara en la cárcel como se lo había prometido a la detenida asesinada Patricia Dell’Orto”.

–¿Por qué le pidieron al gobernador Felipe Solá que gestione un encuentro con el presidente Néstor Kirchner?

–Para aclarar cosas que se habían dicho, como las declaraciones de Hebe de Bonafini. Justo lo dijo después de haber hablado con el Presidente. El Presidente nos aclaró que ni siquiera sabía de lo que estaba hablando esta señora. Pudimos aclarar las cosas que se dijeron, que no tienen nada que ver con la vida real de mi papá. Nos llevamos del Presidente el compromiso real de que se seguirá buscando. Todos los organismos policiales están trabajando para encontrar a mi viejo.

–¿Qué les dijo el Presidente?

–Nos dijo: “Estamos todos trabajando para encontrarlo”. Y que mientras él pueda va a hacer todo lo posible, no importa el tiempo que pase.

–¿En la reunión con el fiscal Marcelo Martini se quejaron de que hay demasiadas fuerzas policiales sobre ustedes, incluso investigándolos?

–Sí, pero cuando hablamos con el gobernador entendimos que es parte del procedimiento, sabemos que los primeros días siempre se investiga a la familia, estamos de acuerdo porque no tenemos que esconder nada. Alguno podría pensar que porque no salimos a los medios estamos ocultando a mi viejo o estamos ocultando algo. Al contrario, desde el primer policía hasta el último les mostramos que no tenemos ni idea donde está.

–¿Ustedes piden que no se investigue a la víctima?

–Exactamente, pero eso suele pasar en estos casos, que como no se encuentra salen a investigar a la víctima. Y encima salen barbaridades...

–¿Qué fue lo que más les molestó de lo que se dijo?

–La falta de respeto con mi viejo, que se había casado en la cárcel y que ella (por Bonafini) fue la madrina. Ahí Alberto Fernández nos aclaró que ella evidentemente se refirió a otra persona. Nos molestó porque ofende a la familia. Y nos hirió que ponga en duda su valor como testigo. Si tomás el juicio se ve lo importante que es lo que declaró, con fechas, nombres y lugares muy precisos de toda esta gente que hizo lo que hizo en esa época. Además, no sé de dónde pone en duda también su vida militante, no sé de dónde lo saca, está muy mal informada. Mi viejo estaba en esa unidad básica. Y cuando lo sueltan, luego de estar preso a disposición del Poder Ejecutivo, salió a trabajar a los tres días. Nunca más participó en nada, y en el libro que tiene, donde anotó todo, dice “no participo de marchas ni políticamente, sí quiero justicia”. Así que nosotros nos aferramos a esto, por eso no salimos a ninguna marcha ni protesta.

–¿Piensan que no ayudan?

–No estamos en contra de los que quieran hacerlo, si sienten que así ayudan a mi viejo. Nosotros no vamos a participar siguiendo esa leyenda, por una cuestión de familia. Confiamos en que el Estado nos está representando bien, no tenemos otro representante ni lo vamos a buscar.

–¿Cómo fueron las últimas horas de su padre?

–El domingo (17) yo vengo (a la casa de Los Hornos) a la tarde, tomamos unos mates, cargamos la camioneta para hacer un trabajo el lunes. Mi viejo está acá mirando Fútbol de Primera, porque es hincha fanático de Boca, no de Gimnasia, nosotros somos de Gimnasia. Mi hermano que estaba viviendo con ellos se va a acostar escuchando el partido de Gimnasia, se queda dormido, y cuando se levanta ya no lo ve. De ahí en más no sabemos en qué horario de la noche él se retira de casa. Lo único que falta de la casa es la llave de la puerta de entrada, que nunca se la llevaba y ahora sí. Y a los dos días notamos que faltaba un cuchillo que usaba para almorzar y cenar todos los días, un cuchillito que ni siquiera sirve como defensa.

–Y el hecho de que haya salido con borceguíes...

–Cuando sale a caminar o en bicicleta se los pone, por eso es como si se hubiera ido a dar una vuelta y por eso se llevó la llave. Es lo que conjeturamos, no es que sea válido. No hay señales de fuerza, ni de que alguien lo haya llamado pero después de 17 días no podemos descartarlo.

–¿Podría haber salido por sus medios pero inducido por alguna amenaza?

–El teléfono esa noche no se escuchó, eso está investigando el fiscal. Pero no sé si entró una llamada o no. No podemos descartar nada. Pero tres horas después de que supuestamente se va lo ven caminando...

–¿Tuvieron contacto con los testigos que lo vieron?

–Sí, con una chica que vive cerca, que lo vio ese lunes entre 9.30 y 10 menos cuarto, a una cuadra de casa. Estaba bien, iba fumando un cigarrillo. Ahora, ¿por qué no volvió? Esto nos daba la pauta de que podía estar extraviado. Pero después de eso no lo ve más nadie, no aparece en ningún hospital. Si está deambulando por la calle tiene que estar en algún lado. Por eso estas ideas van perdiendo fuerza a medida que pasa el tiempo. El deseo de la familia es que esté con alguien que lo está cuidando, por su voluntad o contra su voluntad, no sabemos. Es una idea.

–¿Quién puede ser ese alguien?

–Alguien conocido de él, no nuestro. Por eso cuando lo dijimos se malinterpretó que somos nosotros los que lo estamos ocultando. Si tuviéramos idea nosotros mismos lo vamos a buscar. Si tiene miedo por algún motivo, por alguna amenaza o por lo que fuera quizá está con alguien que lo está cuidando y no sabe... Si está con alguien no es ni conocido ni familiar. El primer día recorrimos todos los lugares en los que suponíamos que podía estar, y no estaba. Eso está agotado. Queda abierta la posibilidad de que esté con alguien que no conocemos.

–¿Cómo se les ocurrió esto?

–Es un deseo que uno tiene de que esté bien, simplemente es eso. Evidentemente esta persona que lo estaría ayudando, entre comillas, lo está perjudicando. Por eso en los medios dijimos que si es un amigo, que nos llame que lo vamos a buscar.

–Pero allí deben vivir al margen de esta gigantesca búsqueda.

–Claro, hay cosas que no cierran. A esta altura no podemos decir que está perdido ni que está con alguien, y no podemos dejar de pensar que alguien lo tenga contra su voluntad.

–Al principio ustedes descartaban que su desaparición fuera producto de sus testimonios contra represores. ¿Hoy qué piensan?

–Es cierto, pero por sí solas las otras se van cayendo. Ahora no lo descarto. Queríamos pensar lo mejor, pero quizá no se condice con la realidad.

–¿Qué sabían ustedes de la militancia de su padre?

–Nosotros íbamos a la unidad básica a jugar a la carrera de embolsado, ahí les daban chocolate a los chicos de familias humildes. Si había algo más era a un nivel más alto no lo sé, yo tenía 11 años. Mi viejo es peronista de toda su vida y en la práctica real él laburaba de lunes a sábado, así que iba un rato los domingos, con Patricia (Dell’Orto) y su esposo, y la gente que se juntaba en esa época ahí.

–¿Qué pasó luego de su secuestro durante la dictadura?

–Cuando volvió se dispuso a trabajar, como buen padre de familia. No se habló de su desaparición. Ahora sabemos más porque encontramos sus anotaciones (N.de R: minuciosas descripciones de su cautiverio recogidas en una carpeta) y lo comprendimos.

–¿Tuvieron miedo cuando comenzó a declarar en los juicios?

–No, comprendimos por qué quería hacer tanto eso.

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