SOCIEDAD › LO QUE SE PODRá VISITAR

Una agenda urbana

 Por Soledad Vallejos

El listado de edificios visitables es tan ecléctico como las diferencias que construyen una ciudad, o mejor dicho, como los contrastes y las sucesiones de estilos, épocas, momentos de los siglos que se vuelven arquitectura. Vale decir que el recorrido puede ser contemporáneo, un poquito vintage, decididamente histórico o todo eso a la vez. En una lista caprichosa pueden convivir: el edificio Kavannagh, tan retratado y mirado por fuera, pero tan poco puertas adentro; el Bencich, uno de los primeros en ser construidos especialmente para alquiler de departamentos en la Ciudad (en uno de ellos, dicho sea de paso, vivió Alfonsina Storni); el Teatro Colón; la experiencia comunitaria que el Pasaje General Paz inauguró en 1925 en Colegiales.

Pero hay más. En el microcentro, se podrá acceder desde otra perspectiva al consumo elegante de la riqueza inmediatamente posterior al Centenario propio de la Galería Güemes (data de 1913) y la postal inesperada de ver la Ciudad desde su mirador, generalmente inaccesible. Fue originalmente pensado para albergar hotel, oficinas, teatro, restaurante y galería comercial, con esa vocación totalizadora tan propia de los pasajes a la francesa; con el tiempo, el lugar escatimó hotel y restaurant. En la cuadra de Florida al 100, tiene una vida todavía hoy tan ajetreada que pocos reparan en su historia. La ONG CoHabitarUrbano rescata que fue uno de los primeros rascacielos porteños, con los 87 metros que alcanzan sus 14 pisos, y que “fue considerada una de las obras cumbres del Arte Nouveau en Buenos Aires”. El mirador traerá yapa: su interior será acondicionado como una cámara oscura. Sirviéndose de ese principio de la fotografía, apenas un orificio para dejar pasar la luz del exterior en un espacio cerrado, sobre una pared se hará una gran proyección de la Ciudad. Quien lo visite, podrá fotografiarse allí, llevarse el recuerdo. Una cámara oscura similar será montada, también, en una habitación del barrio-parque Los Andes, en Chacarita; en ambos casos, será parte de “Open Foto”, una de las actividades paralelas a los recorridos, junto con “Open muro” (artistas plásticos trabajando en murales) y “Open bici” (que planifica conectar un lugar con el otro, claro, en bicicleta).

Si el paseo lleva a Coghlan, se puede pisar una casa modernísima que convierte un patio interior en remanso. La construcción, que data de 2004, fue pensada para aislar a sus habitantes del mundanal ruido y venerar a los cinco álamos altísimos del patio interior, con ayuda de ventanales enormes, espacios abiertos. En cambio, en la otra punta de la Ciudad, la Casa Bolívar, en San Telmo, demuestra que en el casco histórico es posible vivir en 2013 y en 1887 a la vez. El nombre del arquitecto que levantó lo que originalmente eran “dos viviendas tipo casa chorizo apiladas” se perdió en el tiempo, pero el lugar permaneció. Con los años, “se fue desdibujando el diseño original”, pero a la hora de restaurarla, “el desafío de los arquitectos fue reorganizar la vivienda adaptándola” al original. El resultado es conmovedor.

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Casa Bolívar, en San Telmo.
Imagen: Estudio Geya
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