DEPORTES › INESPERADA DISPUTA A PARTIR DE LA CLASIFICACION DE HONDURAS PARA EL MUNDIAL

Todos quieren usar su camiseta

La madre de Amado Guevara, capitán de la selección, le regaló la casaca de su hijo dedicada a Manuel Zelaya, pero unos supuestos dichos del jugador indican que él no la firmó. Además, los medios progolpistas aseguran que Guevara agradeció la atención de Micheletti.

 Por Gustavo Veiga

Una camiseta recorre Honduras sembrando la confusión. Y no se trata de cualquier camiseta. Es la de Amado Guevara, el capitán de su seleccionado, que consiguió la clasificación para el Mundial de Sudáfrica gracias a un gol tan ajeno como agónico de Estados Unidos que mandó a Costa Rica al repechaje. Flor, la madre del jugador, milita en el Frente de Resistencia contra el Golpe y declaró: “Yo siempre he dicho que tengo dos ídolos, mi hijo y el presidente”. Claro está, no se refería al dictador Roberto Micheletti, sino a Manuel Zelaya. Y por eso le entregó a Hortensia, alias La Pichu, la hija de Mel, la prenda en cuestión autografiada por Amado “El Lobo” Guevara para su padre, quien continúa asilado en la embajada de Brasil. La fotografía con la camiseta dedicada recorrió el mundo. La firma también.

Pero 24 horas después, la desmintió presuntamente su propio hijo, en términos tan tajantes que causan asombro. “A La Pichu ni la conozco, menos a su padre. Ni los quiero conocer, lo mío es jugar fútbol y eso me hace feliz, mi madre es lo más grande que tengo, pero no tenemos por qué compartir ideologías. Ella puede apoyar a Mel, sin embargo yo no tengo por qué hacerlo”, habría dicho el futbolista sin que hasta ahora se escuchara la grabación de la radio que supuestamente lo entrevistó. Aunque hubo más del Lobo Guevara o su alter ego: “Quiero agradecer públicamente a Micheletti (por Roberto, el presidente de facto) haber compartido con nosotros este momento histórico y abrirnos un espacio en su ocupada agenda. En nombre de mis compañeros le doy las gracias”, le atribuyen los medios pro-golpistas haber declarado, aunque no la agencia EFE que también difundió la noticia.

El político que usurpó la presidencia con respaldo de las fuerzas armadas, la Corte Suprema, el Parlamento y los más poderosos empresarios, se puso a tono con el momento deportivo que vive el país cuando salió a hablar del tema. Y por cadena nacional le agradeció a Jonathan Bornstein, el defensor del seleccionado de Estados Unidos, el gol que marcó en el partido contra Costa Rica y que les concedió el pasaje directo al Mundial a los hondureños. Con un valor agregado: aseguró que estaría dispuesto a regalarle unas vacaciones en las islas de la Bahía, en el Caribe hondureño.

Así se disfrutó y se utilizó, aun en medio de una sociedad dividida desde el golpe de Estado del 28 de junio, un éxito que no se daba desde España ’82, cuando el equipo nacional disputó su primera Copa del Mundo.

El complot urdido para derrocar a Zelaya quiso que el partido decisivo en el estadio Cuscatlán, de la capital salvadoreña, lo sorprendiera en la sede diplomática, a diferencia de cuando había gozado por el mismo resultado en el encuentro de ida spor las Eliminatorias contra El Salvador, en San Pedro Sula, junto a su esposa Xiomara en el palco oficial. Todavía faltaban diecisiete días para que los militares lo secuestraran en piyamas desde su residencia con destino a San José, la capital de Costa Rica. Esta vez, el miércoles por la noche, el presidente y sus seguidores gritaron el gol de Carlos Pavón en el mismo lugar donde se encuentran desde el 21 de septiembre. Fue de nuevo un 1 a 0.

Dos días después, Flor Guevara apareció en el hotel de Tegucigalpa, donde avanza con dificultades el diálogo entre los golpistas y zelayistas, con la camiseta blanca que tiene la hache y el número 7 que usa su hijo, el volante y capitán de la selección, y que el político asilado recibió como una condecoración. “Para el señor Presidente José Manuel Zelaya de su amigo Amado Guevara”, dice la dedicatoria. La mujer, un baluarte del Frente de Resistencia contra el Golpe, se la entregó a Hortensia La Pichu Zelaya, la delgadísima hija de Mel, quien más tarde la mostró junto a su esposa en la embajada brasileña.

Pese al impacto que generó semejante adhesión, la señora Guevara no estaba demasiado conforme con lo sucedido. Se enojó porque a los jugadores de la selección los llevaron directamente en un ómnibus desde el aeropuerto de Toncontín hasta la presidencia, sin cumplir con la promesa de que antes pasarían por el Santuario de la Virgen de Suyapa, donde le rendirían tributo por la clasificación al Mundial. “Sé quienes son los jugadores que están en la resistencia contra el golpe, conozco a sus familias. Muchos no pudieron manifestarse como lo está haciendo Amado Guevara, que ha demostrado solidaridad con el presidente”, declaró Hortensia Zelaya.

Sin embargo, la desmentida que ayer publicaron en sus titulares los periódicos digitales más comprometidos con el régimen, resultó funcional a la estrategia política de Micheletti, quien, por otra parte, decretó asueto nacional. En sintonía con el usurpador, el alcalde de Tegucigalpa, Ricardo Alvarez, suspendió la ordenanza “Capital segura” para que la población también pudiera festejar en las calles. Y el aeropuerto de la capital, donde hubo protestas que fueron reprimidas con violencia a los pocos días de producirse el golpe, se convirtió en un maremagnum y los héroes nacionales –como se los llama ahora a los futbolistas– tuvieron que salir de Toncontín por la puerta diplomática. Mientras tanto, la camiseta más enigmática de Honduras es un trofeo de guerra –para unos y otros– que adquirió un valor simbólico inapreciable. Flor y Amado Guevara son los únicos que saben qué pasó con ella.

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