El jefe del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Peter Maurer, reclamó el martes en Damasco un mejor acceso a los cientos de miles de personas afectadas por la violencia, particularmente en Alepo, cada vez más castigada por la falta de alimentos. Por su parte, el nuevo mediador de Naciones Unidas y la Liga Arabe en Siria, Lajdar Brahimi, cargó contra el número asombroso de víctimas en el país y pidió apoyo de la comunidad internacional para la misión que acaba de empezar. Diecisiete meses después de empezar la revuelta contra el régimen de Bashar al Assad (foto), que se fue militarizando con el paso de los meses, los combates no ofrecen respiro entre rebeldes y fuerzas gubernamentales en Alepo, Hama, Homs, Idleb, Deraa y Damasco, y los bombardeos de los bastiones insurgentes, atacados por el régimen, se intensificaron. Al menos 113 personas (81 civiles, 22 soldados y 10 rebeldes) murieron por la violencia, según un balance provisional del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). El OSDH dio cuenta también del descubrimiento de diez cadáveres en Daraya, una ciudad cercana a Damasco, donde a fines de agosto se registró una matanza, elevando a más de 500 la cantidad de muertos, entre ellos decenas de mujeres y niños. Además de los muertos, que se cuentan por decenas cada día, más de 100.000 sirios huyeron del país en agosto para refugiarse en los países vecinos, la cifra mensual más elevada desde el inicio del conflicto en marzo de 2011, anunció el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Ginebra.