EL PAíS › LA ELECCION DE HOY Y SU PROYECCION NACIONAL

Intríngulis

No sólo los candidatos en las elecciones de hoy arriesgan su futuro. También lo hacen el presidente Kirchner, su jefe de gabinete Fernández, la ex diputada Carrió y el ex Senador Duhalde. Sólo Lavagna prefirió no arriesgar. Las proyecciones nacionales de los comicios porteños y los distintos resultados posibles. Todo sugiere que será necesaria una segunda vuelta para elegir al jefe de gobierno porteño.

 Por Horacio Verbitsky

La pérdida de credibilidad de los estudios de sociología electoral obliga a analizar el modo en que los distintos candidatos llegan al día de los comicios según el mérito intrínseco de cada planteo y permite escudriñar a fondo las implicancias de cada resultado posible. Dos de las tres fórmulas que disputarán la victoria en Buenos Aires representan a los gobiernos nacional y local y la tercera a los grandes intereses económicos que buscan terciar en la disputa política con un candidato propio, algo que nunca han podido hacer en las nueve décadas de democracia representativa que se iniciaron en 1916, lo que las llevó a recurrir en forma alternativa al Partido Militar o a la parasitación de los grandes movimientos populares a la deriva. Pero además de los candidatos a la jefatura de gobierno también se exponen hoy el presidente Néstor Kirchner y su jefe de gabinete Alberto Fernández, que sostienen a Daniel Filmus, y la ex diputada Elisa Carrió y el ex senador Eduardo Duhalde, encolumnados con Jorge Telerman. La única figura nacional que prefirió no correr mayores riesgos hoy fue el ex ministro de Economía Roberto Lavagna. Reverso exacto de Kirchner, Lavagna hizo la apuesta más conservadora, a dos de los tres candidatos posibles y sin poner el cuerpo en la campaña.

Las tres fórmulas

Las identidades partidarias son tan difusas, que en los tres campamentos pueden encontrarse vestigios de los principales partidos del siglo pasado, la UCR y el partido Justicialista. Ya ha dejado de sorprender que enemigos de ayer formen codo a codo o que íntimos aliados se despedacen con saña. Todo ello habla de la pulverización de las viejas identidades y del valor apenas coyuntural de los nuevos reagrupamientos. Por eso, es aconsejable enumerar las fórmulas según el orden alfabético de los candidatos a la gobernación:

1

Daniel Filmus-Carlos Heller. Se presentan con dos alternativas para la Legislatura de la Ciudad. El presidente Néstor Kirchner, quien se ha involucrado en la campaña más de lo imaginable, había prometido que en sus listas no habría ningún candidato de apellido Ibarra. Formalmente cumplió: la lista de su Frente por la Victoria es encabezada por el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García. El ex gobernador Aníbal Ibarra, quien busca una vindicación luego de haber sido destituido pero no inhabilitado por la Legislatura, presenta sus propios candidatos. Las relaciones entre ambas listas legislativas no es fácil, por lo que Filmus tuvo que hacer un acto de cierre con cada una. En la del Frente por la Victoria la figura principal fue el propio presidente, quien no quiso que Ibarra pusiera un pie en el escenario. El diseño de la estrategia electoral quedó a cargo del jefe de gabinete, Alberto Fernández, quien terminará esta noche como el mayor vencedor o vencido.

2

Maurizio Macri-Gabriela Michetti. Llevan sólo una lista de legisladores locales y se identifican con la sigla PRO, por Propuesta Republicana. Macri decidió competir en la Ciudad y no en la provincia de Buenos Aires cuando se anunció que el vicepresidente Daniel Scioli haría lo contrario. Es ostensible que para Macri cualquiera de las dos Buenos Aires son apenas una escala hacia una meta más ambiciosa, en el escenario nacional. El accionista y ex vicepresidente ejecutivo del Grupo SOCMA ha recibido el apoyo del ex ministro de Economía de la Alianza Ricardo López Murphy.

3

Jorge Telerman-Enrique Olivera. También de esta fórmula penden dos listas de legisladores: la propia del jefe de gobierno, que encabeza su ministra de derechos humanos Gabriela Cerruti, y la de la Coalición Cívica de Carrió, que lleva al tope a la ex Defensora adjunta del pueblo de la Ciudad, Diana Maffía, coordinadora académica del instituto de formación de cuadros políticos Hannah Arendt. Luego de su renuncia al ARI, Carrió organizó con un sesgo de rígido antiperonismo a la CCC, que incluye a la ex ministra de Trabajo de la Alianza, Patricia Bullrich, quien basa su estrategia política en el desmantelamiento del sindicalismo; al escritor Juan José Sebreli, quien medio siglo después de la Segunda Guerra Mundial escribió un libro para demostrar la identidad entre Hitler y Perón, y el rabino Sergio Bergman, quien en una de las manifestaciones de Juan Blumberg reescribió el Himno Nacional reemplazando Libertad, Libertad, Libertad, por Seguridad, Seguridad, Seguridad.

Piso y techo

Las alianzas que se han cerrado para esta elección no dejan de sorprender. Macri ha elegido como compañera a Gabriela Michetti, una politóloga divorciada, sin movilidad en las piernas luego de un accidente, ex militante de Humanismo y Liberación con Carlos Auyero, a quien varios miembros de las otras coaliciones consideran la persona de mayor calidad humana e intelectual entre los integrantes de las tres fórmulas. Alguna fisura debe tener esta biografía si aceptó convertirse en el rostro humano de un candidato emblemático de aquello que Auyero más detestaba. Pero no hay dudas de que por parte de Macri es una elección inteligente, en línea con su búsqueda del voto gay, lésbico y transexual y del influido por las iglesias evangélicas. Así como tiene un piso alto de adhesiones también concita fuertes rechazos y ha actuado con sutileza para perforar ese techo. Por razones no explicitadas, sus competidores se han abstenido de exponer el conflicto de intereses entre el cargo público al que aspira y las acciones que conserva en empresas prestadoras de servicios a la Ciudad, como consta en su declaración jurada que guarda la Cámara de Diputados. Esta complacencia le ha permitido presentarse como si sólo fuera el presidente de Boca Juniors, cuyos colores usó con sagacidad en la campaña. Recién en el cierre de su campaña Telerman hizo una alusión genérica al tema, cuando ya era evidente que una parte significativa de la fuga de votos que amenaza su candidatura se dirige a la tienda PROcesista. (Esta caracterización es molesta pero no caprichosa. La denominación PRO surgió de un discurso presidencial dirigido a explicar cómo se combatiría la corrupción para suplantarla por “la honestidad, la idoneidad y la eficiencia”. Según el jefe de Estado que inspiró a Macri y López Murphy, con “madurez y sentido de unidad es fácil pensar en la recomposición del ser argentino. Ese ser argentino, basado en madurez y sentido de unidad, permitirá inspirar para elevarnos por encima de la miseria que la antinomia nos ha planteado, para dejar, de una vez por todas, ese ser anti y ser, de una vez por todas, Pro: Pro argentinos”. El autor de esas palabras fue Jorge Rafael Videla y las pronunció en su mensaje al país del 24 de mayo de 1976, al cumplirse dos meses de su gobierno, que también ofreció seguridad y eficacia al margen de las ideologías. Videla explicó que esa propuesta era “seriamente republicana”. También dijo ese día que el camino no sería fácil ni corto pero que su gobierno lo recorrería con firmeza hasta que sus objetivos fueran asumidos por una corriente de opinión).

Zigzag

En cuanto se hizo cargo del gobierno por la destitución de Ibarra, Telerman tendió líneas con el gobierno nacional a través de Julio De Vido y Carlos Zannini, no ahorró elogios al presidente e integró a su gabinete a distintos grupos del kirchnerismo. Contó desde entonces con la hostilidad de Alberto Fernández. Telerman afirma desconocer el origen de esa malquerencia que en su entorno se atribuye a la mujer de Fernández, Vilma Ibarra. Fernández lo niega. Vilma fue quien apoyó la candidatura de Telerman como vicejefe, dice. Explica que cuando Telerman era secretario de Cultura de la Ciudad y Fernández legislador por la lista de Domingo Cavallo, la legislatura descubrió desembolsos respaldados por facturas falsas. Cuando le pidieron cuentas, en vez de responder Telerman dijo que no hubiera esperado eso de alguien a quien creía amigo, con el mismo tono de indignación moral con que ahora afirma que ningún juez debería pedirle explicaciones por las facturas de Sol Group o por su autodenominación como licenciado durante la campaña electoral. Fernández dice que le contestó:

–Amigo puede ser, pero cómplice seguro que no.

Una consulta a Telerman sobre el tema quedó sin respuesta.

Kirchner no se hizo cargo de esos enconos, en la intimidad fue crítico con Fernández y mantuvo una línea abierta con el jefe de gobierno. Esto comenzó a cambiar luego del incidente en el Hospital Francés con un grupo de matones. Telerman despidió de su empleo en la Ciudad a uno de ellos, la Tuta Muhamad, que había sido identificado en filmaciones de Crónica TV cuando le volaba la gorra a un policía. Al día siguiente se difundieron fotos del patotero durante un acto en el que se acercó a Kirchner para abrazarlo. Fernández sostiene que fueron requisadas del cajón del escritorio de Muhamad y distribuidas a los medios más críticos del gobierno. Uno de esos medios lo negó y dijo que las fotos estaban en la página electrónica de un club de fútbol. No hay forma de demostrar si eso es cierto o sólo trata de cubrir a la fuente. Durante el vuelo en el avión presidencial a Córdoba para el acto en La Perla, Kirchner sorprendió a varios ministros con un comentario desdeñoso acerca de la alianza de Filmus con Ibarra y con el banquero Carlos Heller. Pero la posibilidad de un replanteo llegó al punto definitivo de no retorno cuando Telerman cerró el acuerdo electoral con Elisa Carrió, quien en sus momentos de moderación no compara a Kirchner con Hitler sino con Ceaucescu. De este modo, el presidente asumió un riesgo que prefirió no correr en otros lugares del país, donde suple la insuficiente construcción propia con un arco generoso de alianzas. “Si Telerman hubiera insistido en definirse como kirchnerista y hubiera mantenido a Gabriela Cerruti como compañera de fórmula nos hubiera complicado. Con Carrió todo se clarifica y a partir de allí comenzó a decaer”, opina Fernández. Esta noche se verá si eso es cierto.

Por lo pronto, el acuerdo con la ex diputada radical alejó de Telerman incluso a kirchneristas críticos con la conducción del distrito, como el diputado Miguel Talento, un histórico militante de la JUP que no acepta la conducción delegada por celular que Fernández practica a través del joven verticalista Diego Kravetz y en cambio pretende discutir políticas y estrategias, como se hacía en los viejos tiempos. Fernández lo excluyó de la lista de candidatos y Telerman le ofreció encabezar la suya. Masticando su disgusto por el maltrato fernandezco, Talento declinó el ofrecimiento: Carrió y su colección de damas y caballeros autorreferenciales inyectan en la política local una sobredosis de tilinguería tipo Revolución Libertadora que sólo íntimos de Telerman o personas con un sentido hipertrofiado de la oportunidad pueden resistir.

La pluralidad de listas legislativas para un mismo candidato ejecutivo permitirá al elector realizar combinaciones distintas a las que proponen los dirigentes. Esto es acentuado en el caso de Ibarra, que juega un partido personal. No sólo espera que su lista supere a la de González García. También cree posible obtener más votos que el propio Filmus. Si Macri resultara electo, el intendente desplazado por sus acciones y omisiones en el caso Cromañón emergería como el único jefe de la oposición. Ibarra considera traidor a Telerman y señala que no tiene menos responsabilidad que él en la tragedia de Once: permaneció un día en la playa luego del incendio y al regresar organizó la reunión con los dueños de boliches que destruyó la imagen pública de Ibarra. Pero ésos no son datos de conocimiento muy difundido, hay electores que los recuerdan juntos en la fórmula de 2003 y que podrían volver a reunirlos. Hay incluso un posible voto Macri-Ibarra, dado que son los dos candidatos más conocidos.

Proyecciones nacionales

En 2003, Fernández convenció a Kirchner de volcar en apoyo de Ibarra los altos índices de aprobación que tenía al comenzar su presidencia, para cerrarle el camino a Macri, a quien apoyaban Eduardo Duhalde y Felipe Solá. El éxito de entonces consolidó la posición de Kirchner frente a su padrino y la del jefe de gabinete ante Kirchner. Fernández volvería a robustecerse ahora si Filmus ganara la gobernación porteña o, al menos, pasara a la segunda vuelta, frente a Macri o Telerman. De lo contrario, su situación se tornaría insalubre. También Carrió pone en juego algo más que la suerte de un distrito. Una victoria de Telerman, o por lo menos el pase a la segunda ronda, reforzaría las expectativas de su coaligada para la elección presidencial de octubre. Si su apoyo no alcanzara ni siquiera para que Telerman llegara al ballottage, también quedaría herida su candidatura nacional. Oriunda del Chaco pero sin ninguna construcción política allí, escogió presentarse en la Capital, donde su discurso de republicanismo abstracto tiene tantos adeptos como la flexibilidad pragmática que mostró al aliarse con quien había llamado el hombre de Julio De Vido en el distrito y cuya campaña de nuevo rico dispendioso no requiere de pruebas judiciales para saber que rompió alguna alcancía de origen desconocido. Si aun así tampoco descollara en la Capital, Carrió habría llegado al final del camino.

Por su parte, Macri confía en que esta vez pasará de la mitad de los votos, aunque para ello necesite ir al repechaje. Una victoria en la Ciudad lo ubicaría como líder de la oposición al kirchnerismo, según el clásico esquema derecha/izquierda que también imagina el presidente y que la jerga local modera a centroderecha/centroizquierda. Una nueva derrota no agotaría sus posibilidades de largo plazo pero abriría espacio para que otras figuras, como su socio López Murphy, Carrió o el ex ministro Lavagna ocuparan el imprescindible papel de la gran esperanza blanca contra el populismo y la barbarie, con que todos ellos caracterizan al gobierno. Quien más arriesga en esta jornada es Kirchner. Si al mal momento que pasa en Santa Cruz se sumara un fracaso en el distrito en el que residen los presidentes, el impacto sería más fuerte que la derrota de Carlos Rovira en el plebiscito misionero, que dio lugar a una autocrítica de Kirchner por el modo en que se involucró en esa campaña. Su temperamento lo ha llevado a hacer lo mismo ahora, en un distrito mucho más importante. A diferencia de lo que hizo en Catamarca, Santiago del Estero o Río Negro, donde acordó con las fuerzas locales hegemónicas, el apoyo a Filmus en la Capital es un intento de construcción propia. De tener éxito, consolidaría la imagen de imbatibilidad del kirchnerismo. Pero cualquier otra alternativa abriría un nuevo capítulo impredecible.

El padrino

Kirchner cree que para afirmar las transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales que su gobierno ha emprendido no puede cometer los errores de aquella JP que él integró hace tres décadas y que impidieron que llegara a nacer el gobierno de Héctor Cámpora, con el que se identifica. Así explica por qué eligió a Scioli como candidato en la provincia de Buenos Aires: le aseguraba una buena distancia frente a Macri y Blumberg, quienes en aquel momento negociaban una fórmula bonaerense conjunta. La única otra forma de garantizar el resultado en la provincia clave era con la presentación de su esposa. Pero la idea de Kirchner era reservar a CFK para la contienda presidencial ya que teme el desgaste de un segundo mandato propio. Si él fuera reelecto en 2007, al promediar su segundo y último término se encontraría en la clásica situación que la cultura campesina estadounidense describe como la del pato rengo.

Scioli no tiene equipos propios y aceptó que Kirchner se reservara la confección de las listas de legisladores tanto nacionales como provinciales, la integración del gabinete y el control del banco de la provincia. Pero dadas las diferencias ideológicas y de personalidad entre ellos y luego de haber sufrido con estoicismo varias humillaciones, sólo un masoquista no estaría al acecho de la oportunidad para librarse de esa tutela. El vicepresidente conserva una amistosa relación con Duhalde, de quien fue ministro de Turismo. Incluso en 2005, cuando Kirchner decidió enfrentar al ex senador en Buenos Aires, Scioli mantuvo secretos contactos con Duhalde. Se reunían en un barco lejos de la costa uruguaya, y luego de la conversación política Duhalde nadaba desnudo en el mar, para asombro de los pocos presentes. Igual que Ibarra, Duhalde rumia su resentimiento y espera la hora de la vendetta. Scioli, pero también Telerman y/o Macri pueden ser instrumentos apropiados para consumarla. Si Kirchner perdiera el control de la Ciudad de Buenos Aires, Scioli sentiría la tentación de emanciparse y de reorganizar en torno suyo el lábil sistema de lealtades que en dos décadas ha girado en torno de Antonio Cafiero, Duhalde, Menem y Kirchner, siempre idéntico a sí mismo, obsecuente ante el vencedor e impiadoso con el vencido. A cuatro años de iniciado su mandato es seguro que Kirchner no ha repetido aquellos traspiés que permitieron el fortalecimiento de Isabel Perón y José López Rega primero, y el golpe militar después. Pero también debe cuidarse de no cometer otros, simétricos y no menos onerosos.

El respeto a quien lee aconseja concluir este análisis con la

información sobre el voto del autor, actitud que no debería ser excepción sino regla: Filmus-González García.

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Imagen: Télam
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