EL PAíS › EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA DEFINIO LOS CANDIDATOS PARA EL FUERO FEDERAL

La lista que tardó seis años

El organismo completó la nómina de la que saldrán cuatro jueces federales porteños. Uno de los postulantes fue dejado de lado ayer mismo porque se sospechaba que se había copiado. Los radicales objetaron el procedimiento y hubo fuertes cruces.

 Por Irina Hauser

Después de seis años de vueltas, un concurso anulado, reabierto y objetado otra vez por sospechas de fraude, el Consejo de la Magistratura aprobó ayer la terna y una lista complementaria de candidatos a ocupar cuatro juzgados en el fuero federal porteño, el que investiga corrupción, violaciones a los derechos humanos y narcotráfico. La votación, de nueve contra cuatro, fue el desenlace de una sesión cargada de hostilidad, reproches y acusaciones cruzadas entre los consejeros, en especial radicales versus kirchneristas. El resultado nació de un “acuerdo político” –como lo llamaron desde el oficialismo– por el cual la mayoría resolvió excluir de la lista de futuros magistrados a Carlos Ferrari, uno de los postulantes que había sido denunciado porque las citas textuales de más de cuarenta fallos en su examen hacían pensar que se había copiado.

La sesión en el Consejo, en pleno y con mucho público, empezó con un desfile de los candidatos avalados una semana atrás en la Comisión de Selección, tras años de polémica. Tenían la oportunidad de decir algo si querían o agregar datos a su currículum. “Usted está segundo en el orden de mérito”, le anunció a Ferrari el titular del Consejo, Mario Fera. “No tengo mucho para agregar”, fue la respuesta. Sólo que había dejado de trabajar en Tribunales en 2007 y ejerce como abogado. Ferrari fue secretario del camarista federal Martín Irurzun; luego, asesor de Javier Fernández, representante del oficialismo en la Auditoría General de la Nación. Unas dos horas más tarde, después que el kirchnerismo propusiera dejarlo fuera de juego, Ferrari abandonó el concurso.

La terna quedó integrada, primero, por Marcelo Martínez de Giorgi, un respetado secretario de la Sala II de la Cámara Federal que lleva casi tantos años como el concurso subrogando dos de los juzgados; luego, Juan Pablo Salas, un secretario que subroga como juez en Morón; tercero, Marcelo Goldberg, juez de Quilmes de perfil académico, docente de las cátedras Raúl Zaffaroni y Edmundo Hendler. La lista complementaria, con no menos chances de llegar a la toga, la encabeza el juez de instrucción Luis Rodríguez, quien tramita, por ejemplo, la causa de los presuntos sobornos para beneficiar a José Pedraza por el asesinato de Mariano Ferreyra; le sigue Sebastián Ramos, secretario del juez Daniel Rafecas; y por la salida de Ferrari subió Sebastián Casanello, secretario de la Sala I de la Cámara Federal. El Poder Ejecutivo tendrá que elegir cuatro entre todos ellos y pedir acuerdo al Senado.

La historia del llamado “concurso 140” se remonta a más de seis años atrás, cuando fue destituido Juan José Galeano. Luego hubo tres vacantes más. En el primer examen la mayoría de los aspirantes sacó menos de cuatro puntos. Pese al aval que dio a la corrección una junta de notables, el Consejo anuló el concurso en 2008 y volvió a convocarlo. En esa segunda vuelta, hubo denuncias ante las sospechas de que dos de los concursantes habrían conocido el examen con antelación. Uno de ellos era Ferrari, sobre quien llamó la atención que había citado frases exactas de 43 fallos, una decena de ellos de la Corte norteamericana, otros de tribunales provinciales argentinos. El otro era Rodríguez, ante la versión de que antes del examen habría mandado a pedir al juzgado de Rafecas el fallo de un caso casi idéntico al que les tomaron en la prueba. Se abrió una causa penal, pero María Servini de Cubría la cerró por no hallar pruebas.

Con Ferrari y Rodríguez incluidos, la terna no conseguía mayoría de votos en el plenario. El ala radical hace tiempo fogoneaba la anulación del concurso, pero el oficialismo quiso avanzar.

Rodríguez se defendió en la entrevista con su experiencia de tramitar unas 34 mil causas al año, según dijo. El kirchnerismo ya había resuelto sacrificar a Ferrari. Ya estaba al borde del festejo en un pasillo aledaño con los demás cuando el representante del Poder Ejecutivo, Hernán Ordiales, propuso constituir al plenario en comisión para modificar la terna y sacarlo. El senador Marcelo Fuentes (FpV) lo apoyó y explicitó que la iniciativa era fruto de un “acuerdo político” para destrabar el postergado concurso.

Los radicales Oscar Aguad y Mario Cimadevilla, más sus fieles Daniel Ostropolsky –abogado mendocino, quien se atajó diciendo que no integra un bloque– y el camarista Ricardo Recondo, resistieron a capa y espada. Le reclamaban fundamentos a Ordiales y decían que el concurso corría riesgo de ser anulado judicialmente.

Antes de la decisión final hubo un cuarto intermedio. Ferrari estaba a punto de dejar el edificio cuando corrieron tras él un par de asesores. Volvió. A la media hora se anunció en el plenario que había renunciado al concurso. Cimadevilla dijo que el concurso siempre estuvo “sospechado”, dio por hecho que Ferrari y Rodríguez se copiaron y dijo la “aparición milagrosa de la renuncia de Ferrari” era la “frutilla del postre”. El académico Manuel Urriza pidió “prudencia” con los comentarios “de desconfianza en las instituciones”. “Si alguien tenía una objeción, tuvo un año (lo que llevan de mandato los consejeros) para decir algo. Hoy nosotros entendimos que (con Ferrari) teníamos que corregir la situación. No se puede volver a llamar a un concurso después de seis años”, dijo el diputado Carlos Moreno.

Alejandro Fargosi –un abogado que llegó al Consejo en acuerdo con la UCR– habló acelerado, pasó revista de su trayectoria docente para que no lo acusen de pactar y dijo que sin Ferrari la terna le cerraba. “Todos sabemos que el sistema es perfectible”, balbuceó, y alertó que si seguía pasando el tiempo “la naturaleza” se ocuparía de dejar todo el fuero federal vacío.

Los unos y los otros se siguieron tirando dardos en voz alta y baja durante todo el día. Moreno le dijo a Página/12 que esta historia había sido “como la de la 125 del conflicto con el campo, pero con final feliz (para el oficialismo). Entre los radicales decían que el kirchnerismo atrajo a Fargosi tras un acuerdo con el macrismo con promesas favorables en el Consejo de la Magistratura porteño. En el kirchnerismo aseguran que los oponentes sólo querían voltear el concurso porque no había en la lista nombres de su confianza o apetencia. Lo concreto, después de este increíble derrotero, es que ya hay orden de mérito y algún día habrá cuatro nuevos jueces federales.

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El Consejo aprobó la terna y una lista complementaria para cuatro juzgados del fuero federal porteño.
Imagen: Luciana Granovsky
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