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Coyuntura y estructura

 Por Horacio Verbitsky


El vigoroso repunte de los indicadores macroeconómicos se expresaría en una tasa de crecimiento del 7 por ciento en el momento de las elecciones parlamentarias de octubre. Estos datos contrarían a la oposición, uno de cuyos líderes, el senador radical Ernesto Sanz, expresó en público el deseo de que la economía fuera mal para mejorar sus chances electorales. Sin embargo, a más largo plazo, se advierten problemas estructurales que hacen reaparecer en el horizonte la temida restricción externa. Ambas constataciones están presentes en el informe de coyuntura que distribuirá en los próximos días el Centro de Estudios de la CTA (CIFRA), que dirige el economista Eduardo M. Basualdo.

Según el informe, fechado en julio de 2013, “la marcada desaceleración económica de 2012 estuvo influenciada por factores exógenos (caída en la demanda externa producto de la crisis mundial) y endógenos (sequía del agro y el derrape de la construcción), que afectaron, en lo esencial, a los sectores productores de bienes transables. Pero en 2013, la economía argentina empieza a mostrar algunos signos de recuperación”. En el primer trimestre del año el PIB creció al 3,0 por ciento interanual, impulsado por el gasto público (6,4 por ciento) y el consumo privado (6,1 por ciento), mientras que la inversión creció poco (1,3 por ciento), principalmente en equipo durable, y las exportaciones cayeron en precios constantes (-8,5 por ciento). En el segundo trimestre el repunte de diversos indicadores muestra “una reactivación aun mayor: la economía creció el 7,0 por ciento en abril; la industria, el 5,2 por ciento en mayo, la construcción ascendió el 11,4 por ciento en abril y el 7,4 ciento en mayo, y las exportaciones treparon el 13,2 por ciento en abril-mayo respecto de igual período del año anterior”. Esto revierte “la tendencia negativa que experimentaron los sectores productores de bienes durante 2012. Máxime si se considera que, durante los primeros cinco meses del año, la expansión fabril estuvo traccionada por la industria automotriz (19,1 por ciento), que se había contraído por la crisis brasileña, y los productos de minerales no metálicos (4,9 por ciento), afectados por la caída en la construcción. Y, a su vez, por el crecimiento de las exportaciones de productos primarios (18,9 por ciento)”. A pesar de esta reactivación, persisten los problemas en la Balanza Comercial. El superávit se redujo, debido al incremento de las importaciones de energía, el complejo automotriz y la demanda de partes de equipos electrónicos ensamblados en Tierra del Fuego, lo cual define un problema estructural. Respecto al proceso inflacionario, CIFRA señala que, tras la fuerte aceleración durante los primeros meses del año (24,6 por ciento en enero, 25,9 por ciento en febrero, 24,0 por ciento en marzo), en abril “parece advertirse cierta contención y/o estabilización en un nivel, aunque elevado, ligeramente inferior a los del primer trimestre (22,3 por ciento)”. Desde la intervención al INDEC, CIFRA utiliza el Indice de Precios al Consumidor de 9 provincias. Según Clarín, la Unión Industrial creó un índice alternativo que compila su Centro de Estudios Económicos dirigido por Diego Coatz. Según esa medición de costos industriales, el incremento en el último mes fue del 1,8 por ciento, lo cual anualizado llega al 21,6 por ciento, aún más bajo del que publica la CTA.

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