EL PAíS › EL NUEVO ESCENARIO DEL RADICALISMO

Ganadores y perdedores

 Por Sebastian Abrevaya

“Este es un momento bisagra para la UCR”, asegura en medio de un calor agobiante un histórico dirigente radical, uno de los pocos que todavía mantiene la influencia que supo construir en los años del gobierno alfonsinista. La Convención Nacional iniciada ayer no sólo impactará de lleno en el escenario electoral de la oposición, protagonizado por Mauricio Macri y Sergio Massa, sino que también marcará el futuro político del radicalismo, hasta ahora sin capacidad de recuperarse tras la debacle política y económica de 2001. Los distintos sectores que controlaron el partido en los últimos años se reacomodaron produciendo un nuevo escenario interno: se quebró la histórica sociedad entre el jujeño Gerardo Morales, ex presidente del partido y hombre fuerte del Senado nacional, con el actual titular del Comité Nacional, Ernesto Sanz, también peso pesado del Senado. El alfonsinismo, encabezado por Ricardo Alfonsín, quedó totalmente relegado como fuerza nacional, mientras que Julio Cobos se vio actuando en conjunto con sus otrora principales rivales, Alfonsín y Morales. El sector del dirigente Leopoldo Moreau, crítico de ambas posiciones, no asistió al cónclave, profundizando su rol marginal en la estructura radical. “El acuerdo con Macri nos destruye como partido porque el PRO nos reemplaza”, se queja un operador radical, que ve en el ascenso del jefe de Gobierno el ocaso final del partido más antiguo del país.

Más allá de los movimientos internos que se desarrollan antes de cada elección, la convención de Gualeguaychú puso sobre la mesa el agitado y heterogéneo reagrupamiento que se produce en el seno de la UCR en torno de su identidad política. Pero lejos de fundarse en cuestiones ideológicas, que en otras épocas supieron llegar a conformar las grandes líneas nacionales como el Movimiento Renovación y Cambio o la Línea Nacional, las urgencias territoriales y las necesidades personales tallaron fuerte en las nuevas afinidades partidarias. La grieta llegó al tándem Sanz-Morales, que había logrado frenar el avance de Julio Cobos en su momento de mayor popularidad por el voto “no positivo”. Entre ambos le habían obturado la candidatura presidencial, impulsando a Ricardo Alfonsín como emergente de un segundo alfonsinismo, desencadenado tras la muerte del ex presidente. Ya en aquel momento, Sanz se abrió de aquel bloque, presentando su propia candidatura en 2011. Sin embargo, a poco de andar volvió al llano con la promesa de tomar impulso hacia 2015. Con la derrota electoral de Alfonsín, que se alió en Buenos Aires con Francisco De Narváez y sólo sacó el 11 por ciento de los votos para presidente, la incipiente estructura de centroizquierda que se había armado bajo su figura se desarticuló. En 2013, Morales y Sanz se repartieron la presidencia del Comité Nacional y los bloques de diputados y senadores nacionales, relegando a un Cobos que había salido victorioso de su elección como diputado nacional en Mendoza.

En este contexto, y tras el boicot interno y las presiones externas sobre Frente Amplio Unen, la elección presidencial de 2015 llega para la UCR sin ningún candidato competitivo a nivel nacional y con serios riesgos de perder buena parte de su fuerza parlamentaria, a punto tal de poder quedarse sin la segunda minoría en ambas cámaras. Los detractores del acuerdo con el PRO sostienen que el jefe de Gobierno eclipsará al radicalismo, dejándolo definitivamente fuera de carrera en el plano nacional. Por el contrario, los que apoyan el frente con el macrismo para competir en las primarias insisten en que será una forma de recuperar terreno en cuanto a gobernaciones e intendencias, que mantendrán la fuerza legislativa tras negociar lugares en las listas con el PRO. Además, confían en que la disputa en las PASO les servirá para posicionarse y, en última instancia, ocupar un lugar relevante en un eventual gobierno macrista. La definición ya se tomó anoche en Gualeguaychú, cuál de los sectores acertó en su análisis sobre el futuro partidario, lo decidirá la historia.

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