SOCIEDAD › UN HOMBRE Y TRES DE SUS HIJOS ESTUVIERON PRESOS CINCO AñOS Y ERAN INOCENTES

El drama de la familia Heredia

Vecinos de Villa Celina, en La Matanza, acusaron a la familia por la muerte de un hombre. Un juez los mantuvo detenidos cinco años. El propio fiscal dijo que no había elementos para acusarlos. Y un tribunal los absolvió por falta de pruebas.

La familia Heredia pudo reencontrarse ayer, luego de más de cinco años, con cuatro de sus integrantes separados tras las rejas o limitados por las tobilleras magnéticas. Estaban acusados del homicidio del ciudadano boliviano Gilberto “Quichu” Cruz, un vecino de ellos en Villa Celina, partido de La Matanza; pero cuando llegaron al juicio oral el fiscal Claudio Polero admitió que no había elementos suficientes para acusarlos. “Los testigos decían cosas como ‘a mí me dijeron’ o ‘yo llegué después del asesinato’ y sólo con eso les dieron la prisión preventiva”, aseguró uno de los abogados de la familia, Miguel Racanelli, quien prepara una demanda contra el Estado. “Nadie nos devuelve el tiempo perdido, todo lo que quedó en el camino, pero bueno... empezaremos una nueva vida”, le dijo Norma Heredia a Página/12, quien estuvo tres año y media presa.

El asesinato de Cruz ocurrió el 2 de octubre de 2005, alrededor de las 22.30, en el barrio Zanelli, también conocido como “el barrio de los bolivianos”. Al parecer, este hombre de 36 años oriundo de Potosí y padre de cuatro hijos fue al rescate de un sobrino suyo, al que estaban asaltando a pocas cuadras de su casa, en la esquina de Aconcagua y Los Andes. Hubo una pelea y Cruz recibió un tiro mortal en el pecho y un compatriota suyo, uno en la mano. Supuestamente, una mujer empuñaba el arma.

Pocas horas después, familiares, vecinos y amigos de Cruz se dirigieron a la casa de los Heredia y atacaron el lugar con piedras y palos. Luego incendiaron la cerca y parte de un alero de la casa, que tenía un buen porcentaje de madera: Héctor Heredia y algunos de sus diez hijos se dedican a la carpintería. Diez personas fueron detenidas por la Policía Bonaerense esa noche por el incendio y otras cuatro por el asesinato: Héctor y tres de sus hijos, Osvaldo, Guillermo y Norma. Fueron acusados de “homicidio calificado por alevosía” y el juez de garantías Raúl Ochipinti les dictó la prisión preventiva.

“El primero fue papá, cuando cumplió 70 años. Pasó seis meses adentro, en ese momento ya tenía cáncer de próstata y se desmoronó con todo esto. Después salí yo a los tres años y medio de una cárcel bonaerense en Azul y cuando ya habían estado más de 5 años mis dos hermanos”, relató Norma. Lo primero que hizo ella fue recuperar su trabajo como administrativa en el Hospital Italiano y para ello consiguió salidas laborales. Luego alquiló una casa en Villa Celina gracias al apoyo económico de sus amigos y de lo poco que pudo aportar su madre recién jubilada.

Guillermo, que estaba a punto de ser padre cuando lo detuvieron, contaba ayer que su hija no lo reconoce. Lo llama “Guille” y no “papá”. “Me alejaron de mi familia”, agregó el hombre que hoy tiene 27 años y muchos kilos de más, según contó su hermana. “Peor la pasó Osvaldo, que ya tiene 34. Lo vi en el juicio. Estaba muy flaquito. El primer año en el penal de Olmos se agarró una tuberculosis y le quedaron secuelas”, comentó Norma mientras esperaba en su casa que llegara una notificación judicial, que le permitiera finalmente ir a visitar a su hermanos.

Al salir, Guillermo y Osvaldo debieron quedarse en sus casas, monitoreados con tobilleras magnéticas por el Servicio Penitenciario Bonaerense. Ayer, luego de escuchar a casi veinte testigos, el Tribunal Oral 1 de La Matanza decidió absolver a los Heredia. Además, los jueces Matías Roucco, Alfredo Drocchi y Julio Báez ordenaron investigar si existió falso testimonio por parte de dos testigos y pusieron en duda la firma del testigo que supuestamente avaló los operativos policiales que derivaron en las detenciones de Héctor, Guillermo, Osvaldo y Norma.

“Ninguno de los testigos pudo identificar a alguno de los imputados como el autor del crimen. Todos decían que lo que sabían era a través de testimonios de terceros a quienes no podían identificar, es decir, nadie sabía nada”, aseguró Rancanelli. Anoche, alrededor de las 22, Norma recibió el permiso para salir y visitar a su padre y sus dos hermanos, que viven juntos en una casa alquilada. “Siento impotencia por todo los que nos pasó y al mismo tiempo felicidad porque terminó”, dijo antes de partir.

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Héctor Heredia junto a dos de sus hijos, que anoche todavía tenían la tobillera magnética.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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