EL MUNDO › COMO ERA Y COMO FUNCIONO LA AGENCIA DE NOTICIAS CLANDESTINA ANCLA

Periodismo y resistencia

La agencia que Rodolfo Walsh creó meses después del golpe del 76 emitió más de 200 cables durante algo más de un año. En el marco de los debates orales de la megacausa ESMA III, se reconstruyó su historia y se exhibieron sus primeros cinco cables de prensa.

 Por Alejandra Dandan

La Agencia de Noticias Clandestina Ancla nació en junio de 1976. Cuatro periodistas, cuatro máquinas de escribir, un mimeógrafo, algunos archivos, papel de biblia, sobres y una lista de destinatarios. El 16 de julio de 1976, los burócratas de los servicios de Inteligencia de la Policía Bonaerense abrían la primera página de dos informes cuyas copias permanecieron guardadas en los archivos de la ex Dipba durante años. En menos de veinte páginas, el primer informe guardó tenazmente lo que hoy parece un milagro: cinco de los primeros cables de prensa emitidos por la agencia entre el 6 y 7 julio de 1976, que se daban por perdidos. La Comisión Provincial por la Memoria, a cargo de la custodia de esos archivos, aportó los informes a la megacausa ESMA III. Los fiscales los mostraron en el debate oral que reconstruyó la historia de la agencia, las caídas de sus integrantes y parte de su red de colaboradores. Entre ellos, el secuestro y asesinato de Rodolfo Walsh, fundador de la agencia, periodista, escritor y militante.

Lila Pastoriza es una de las piezas iniciales de Ancla. Aparece mencionada por su alias Lidia en los primeros informes de los espías como “delincuente subversiva”. “Estos cables son interesantes porque hasta ahora no habían sido recuperados, no los teníamos –dice–. Pero además comprueban que, como queríamos, la inteligencia militar estaba algo desorientada sobre a quiénes respondía la agencia.”

Ancla emitió más de 200 cables durante algo más de un año. Mantuvo una filiación orgánica con Montoneros, pero generó espacios de autonomía con información provista por una extensa red de colaboradores propios y un entramado informal. Walsh creó la agencia, definió objetivos y características. Armó una red de periodistas e informantes y adiestró y condujo inicialmente a una suerte de mesa de redacción. La integraron Carlos Aznarez, Lucila Pagliai y Pastoriza, como responsable. Una vez conformada la redacción, se sumó Eduardo Suárez, secuestrado en agosto de 1976 por el grupo de tareas de la ESMA. Casi ocho meses después del comienzo, el 1º de abril de 1977, un cable de Ancla denunció el secuestro de Walsh, ocurrido días antes. La continuidad de Ancla ya venía tornándose difícil y peligrosa. El equipo se planteó la necesidad de instalarla fuera del país. Lucila y Carlos partieron al exilio. Lila fue secuestrada el 15 de junio de 1977 y llevada a la ESMA. En agosto de 1977, Horacio Verbitsky y Luis Guagnini se hicieron cargo de la agencia, que continuó en funcionamiento durante unos meses. Guagnini iba a ser secuestrado en diciembre de ese año por el grupo de El Atlético. En 1985, Verbitsky publicó en Rodolfo Walsh y la prensa clandestina, una nutrida compilación de despachos de Ancla hoy agotada, y reeditada en 2012 por Ejercitar la Memoria Editores, con prólogos de Pagliai, Aznarez y Pastoriza. Las compilaciones empiezan con un cable del 20 de agosto de 1976. Estos cinco cables de los archivos de la ex Dipba comienzan más de un mes antes.

El informe

En la primera página del informe, con fecha del 16 de julio de 1976, se lee que el documento fue producido por esa agencia de espías, Dipba, y destinado a los jefes de la Policía Bonaerense. En el asunto, dice: “Información relacionada con la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA)”. A continuación, bajo el habitual sello de “estrictamente confidencial y secreto”, un párrafo breve anuncia cables de Ancla enviados a la Asociación de Corresponsales Extranjeros, adonde la agencia hacía llegar las denuncias fuera del país. A continuación, están los títulos y números de los cables:

030. Habeas Corpus por detenciones o desapariciones

029. Denuncia sobre traslados de presos políticos

028. Actores amenazados abandonan Argentina

027. Procedimientos parapoliciales contra un editor y un cineasta

S/N. Líderes democráticos europeos condenan a la Junta Militar

“En general, en la primera época, se hacían uno o dos envíos semanales”, señala Pastoriza.

Los cables

Luego de la introducción, el informe de la Dipba trascribe el contenido de aquellos cinco cables. El primero es: “Habeas Corpus por detenciones o desapariciones”. Pastoriza mira el documento sorprendida. No sólo la impacta la idea de encontrar algo que daba por perdido. Más bien, vuelve a sorprenderse de la cantidad de información que tiene ese cable. El artículo señala que en la primera quincena de junio de 1976, “fueron presentados en la capital argentina y en distintas ciudades del interior del país 182 recursos de habeas corpus por personas detenidas, secuestradas o desaparecidas –dice ya–, según datos parciales suministrados fuentes fidedignas”. Consigna que el número de habeas corpus presentados es seguramente mayor. Y agrega un impresionante listado de nombres que deberían servir ahora para cotejar listados actuales. En la lista hay algunos nombres muy conocidos, como Floreal Avellaneda.

“Los listados de habeas corpus revelaban lo que la Junta ocultaba –explica Pastoriza–: el secuestro de personas, primer paso del plan de exterminio. En su célebre Carta de un escritor a la Junta Militar, escrita a un año del golpe, Walsh va a decir que en ese lapso habían sido presentados unos siete mil habeas corpus. Datos que él reconstruyó entre otros materiales con los archivos de la agencia. Ese cable es pura información cierta que perforó el bloqueo. Resistir era informar y de ahí la misión básica de Ancla: revelar la verdad con un estilo sobrio y preciso. Lo que trasmitía la agencia era lo que circulaba bajito en distintos ámbitos, desde un juzgado o un cuartel hasta una redacción periodística o una peluquería de barrio. Llegaba a nosotros por distintas vías: las orgánicas, que eran derivadas al Sector de Informaciones de Montoneros, dirigido por Rodolfo, y las que él creó para abastecer a los distintos medios clandestinos y artesanales –como Ancla– a los que consideraba los aptos para esa etapa de resistencia popular.”

–¿Ustedes redactaban todos los cables?

–Todos no, éste de los habeas es muy probable que haya llegado listo para ser enviado a los destinatarios. Generalmente era Walsh quien nos entregaba los textos elaborados por él o por otros compañeros, según los informes de periodistas, familiares de presos, profesionales, militares o lo que fuera. Nosotros trabajábamos, junto a la data que venía de allí, la de los diarios, la de otras fuentes públicas, la que buscábamos a través de nuestras propias redes: la producíamos estructurándola como información y la difundíamos.

“Denuncia sobre traslados de presos políticos”

El mismo 7 de julio, la agencia emitió un cable que informa que “los traslados de detenidos, que se están produciendo actualmente en numerosas cárceles argentinas, estarían motivados por la decisión de tomar represalias sobre algunos prisioneros y la posibilidad de reeditar una nueva masacre de ‘Trelew’”. Fuente: familiares de presos políticos.

El cable comienza con una reseña de la masacre de 1972. Contiene un segundo párrafo sobre el traslado de alrededor de un centenar de reclusos de Devoto a La Plata en la primera quincena de junio. Y un tercer párrafo anuncia que “120 reclusos comunes” fueron desalojados de la cárcel de Neuquén “en previsión de un posible traslado de otros prisioneros”, un dato que la agencia extrajo del diario La Nación del 9 de junio de 1976.

Pastoriza se detiene aquí: insiste sobre lo importante de las fuentes públicas de información, en este caso sobre la lectura entrenada de los diarios. “Una de las enseñanzas de Rodolfo era que en los diarios aparecía información que, más bien lateralmente, no de modo central, con frecuencia aludía a lo que estaba ocurriendo. La primera tarea que me dio Rodolfo fue ésa: aprender a leer los diarios.”

–¿Cómo llegó a trabajar con Walsh?

–En la segunda mitad de 1975 me había quedado sin trabajo y entré en la revista Información que dirigía Jarito Walker. Era una publicación “frentista” de Montoneros, donde estaban Paco Urondo y periodistas de diversos grupos y que, tras innumerables números ceros, recién salió a la calle el mismo día del golpe. Walsh, que insistía en prepararse tomando en cuenta la proximidad del golpe –y la etapa que venía– creía que ese tipo de medios de prensa y la infraestructura que requerían eran tremendamente vulnerables por la represión. “¡A esto, en cuanto venga el golpe lo liquidan!”, decía cuando iba al local de la revista. Al poco tiempo de estar ahí, Rodolfo habló conmigo y me convenció de que fuera a trabajar con él. Nos enseñaba no sólo a leer los diarios sino a buscar y seguir información; las diversas formas de usarla; construir archivos aptos periodísticamente. Y, lo que más importaba, es que todo se articulaba con su propuesta política, que compartíamos: íbamos hacia una etapa de resistencia popular y había que contar con medios de prensa alternativos. Para Ancla, éste fue el tiempo de formación.

–¿Por qué Ancla?

–La denominación que Walsh eligió para la Agencia designaba con precisión y claridad su objetivo y característica: Agencia de Noticias Clandestina, cuya sigla –Ancla– no era inocente: intentaba despistar, crear cierta confusión que incentivara las contradicciones internas de las fuerzas represivas y que, a la vez, nos permitiese ganar tiempo.

“Líderes democráticos europeos condenan a la Junta Militar”

“Buenos Aires, Julio 6 (ANCLA) El gobierno argentino habría llamado a los embajadores acreditados ante Suecia, Dinamarca y Austria para instruirlos de la posición oficial sobre el texto de una solicitada publicada el 19 de junio en el diario francés Le Monde y suscrita, entre otros firmantes, por los primeros ministros de esos países, según se supo de fuentes calificadas.”

La solicitada apareció publicada en Europa bajo el título de “Llamado a la Junta Militar argentina”, firmada por siete líderes de la socialdemocracia, entre ellos el primer ministro sueco, Olof Palme, y el jefe socialista francés François Mitterrand. Fue una de las primeras acciones post golpe exitosas en términos de difusión. El cable de Ancla –y a la sazón los espías– incluye el texto completo. El texto acusa al “gobierno militar por la violación de los derechos humanos en Argentina” y reclamó la adopción de medidas a través de 13 puntos, entre ellos exigía la derogación de la pena de muerte, la reanudación de los partidos políticos, el cese de la tortura y del trato inhumano a los presos políticos.

Pastoriza recuerda la trascendencia de aquella declaración, “cuyo texto completo sólo difundió aquí Ancla –dice–, posibilitando el conocimiento de semejante revés sufrido por la Junta a manos de la socialdemocracia europea y, de paso, subrayando la inquietud suscitada en los sectores del poder ante el suceso. Esto se manifestó en aquel dato del posible llamado a los embajadores por parte de la Junta y en el rechazo gubernamental al pedido de publicación parcial hecho por ‘Directores de Diarios Argentinos’. Este cable contiene información de primera mano y también aspectos de acción psicológica para acentuar contradicciones internas”.

–¿Ese era uno de los objetivos de Ancla?

–Sí, y Walsh lo remarcaba. El manejaba los componentes del trabajo de inteligencia. Por ejemplo, conocía sus códigos de evaluación de información, la criptografía, los modos de investigar, las coberturas. Y le fascinaban las historias de espionaje. Nos recomendaba leerlas. Yo nunca lo hice. Pero una, la que él prefería, llamada La Orquesta Roja, de Gilles Perrault, la leí a escondidas en la ESMA. Entendí en ese momento la insistencia de Rodolfo.

–¿De qué trata?

–De la historia de la “Orquesta”, una organización de espías que durante la Segunda Guerra Mundial enviaba información a la Unión Soviética. Una vez descubierta y diezmada por los nazis, su jefe y varios prisioneros fingieron pasarse al nazismo y protagonizaron una secreta resistencia desde los campos. Lograron seguir trasmitiendo a los soviéticos información que fue clave en la derrota de Alemania. En la “Pecera” de la ESMA se acumulaban los libros que el grupo robaba en sus operativos: La Orquesta Roja pasó ocultamente de mano en mano. Hasta que me tocó a mí y la leí de un saque. Era un libro imprescindible: Walsh tenía razón.

Otros dos cables de los orígenes de la Dipba, el 028 y el 029, hablan de los efectos de la represión sobre el mundo de la cultura. Informan que, ante las amenazas, varios actores piensan abandonar el país. Detallan que se habían ido dos de ellos: Luis Politti y Lautaro Murúa. En el informe, agregan una denuncia sobre la persecución al cineasta Octavio Gettino a manos de un grupo fuertemente armado con hombres vestidos de civil que penetraron en su casa. Consigna que por “fuentes fidedignas” se conoció el secuestro de un editor y de un socio realizado por un grupo parapolicial de civiles armados.

Pastoriza comenta que estas noticias procedentes de fuentes diversas fueron agrupadas por Ancla como “represión el ámbito de la cultura” considerando como eje la actividad conocida de sus víctimas. “Al denunciar estos hechos –dice–, se quiere dar cuenta de la intensificación de la actividad represiva y del creciente protagonismo de grupos operativos no identificables aún caracterizados como ‘parapoliciales’.”

–¿Adónde enviaban los cables? ¿Y con los cables viejos qué hacían? ¿Guardaban copias?

–Los ensobrábamos y enviábamos por correo a diarios, a periodistas argentinos y extranjeros, a personas o sectores de la Iglesia, las Fuerzas Armadas, gente del mundo de la cultura, organismos de derechos humanos, contactos especiales. Guardábamos las copias, eran de utilidad para nosotros. Sin embargo, el stock se fue reduciendo con el avance de la represión, las mudanzas, las caídas. La estructura liviana de la agencia, casi artesanal, como estaba previsto, posibilitó adaptarla para los cambios y la mantuvimos activa. Al principio, en la etapa previa a Ancla, funcionamos unos cuantos meses en un local donde había mucho material, como el archivo del clausurado diario Noticias. Abandonamos ese local por problemas de seguridad. Después funcionamos durante unos meses en otro local que sí fue de la Agencia. Había archivos, máquinas de escribir, mimeógrafo y demás materiales. Lo desalojamos al saltar la emergencia de la caída del Negro Suárez y nos llevamos lo más importante. A nuestro compañero, después supe, lo torturaron en la ESMA brutalmente pero no cayó nadie en esa casa. Esto fue en agosto de 1976, y a partir de entonces ya no tuvimos un local fijo.

–¿Cómo hicieron?

–Decidimos organizarnos fraccionando el material en distintos lugares y reuniéndonos en distintas casas, en general donde vivía uno de nosotros o prestada por algún colaborador. Nos juntábamos básicamente Lucila, Carlos y yo. Después apareció Adolfo Infante. Repartimos el material: algunos pocos archivos, bastante reducidos, básicamente los relativos a las Fuerzas Armadas. También, el scanner de escucha de las comunicaciones policiales, un par de máquinas de escribir. En otros lugares, el mimeógrafo, papel, sobres y el sello. No podíamos guardar muchos cables, pero conservábamos algunos. Hacia fines de 1976 y comienzos del siguiente, tras varios golpes represivos que afectaron al Sector de Informaciones, restringimos casi totalmente los contactos orgánicos. Con la caída de Walsh en marzo de 1977 y la partida al exterior de Aznarez y Pagliai, el funcionamiento de Ancla fue cada vez mas autónomo, centrado en la atención de las redes propias de informantes y colaboradores y la emisión de cables. Ya se había incorporado Mario Galli y otros compañeros alejados de Montoneros en los últimos tiempos, que decidieron participar en la Agencia. Yo mantenía el vínculo con quienes llevaban adelante medios alternativos como Cadena Informativa. Así continuamos hasta mediados de junio del 1977, cuando fuimos secuestrados por la ESMA cuatro miembros del equipo más varios familiares sin vínculo alguno con la Agencia. La hijita de Galli fue entregada a su tía. Yo fui liberada a fines de octubre de 1978. Los demás están desaparecidos.

Hacia el final del primer informe, los espías elaboraron una suerte de conclusión sobre Ancla. Datos ciertos y otros no. Según ellos, la Agencia actuaba desde aproximadamente 1973. Falso. La caracterizaban como un apéndice de Montoneros y un órgano dedicado a la difusión de noticias de otras organizaciones como PRT-ERP, CCPO, FAR.

“Tenían dudas sobre Ancla –explica Pastoriza–, cuyo nombre, información y estilo acentuaba las internas del poder. Recién en marzo del 77, el general (Luciano Adolfo) Jáuregui pudo anunciar que la agencia desarrollaba acción psicológica para Montoneros. Sin embargo, tres meses después, cuando yo ya estaba secuestrada, supe que los marinos de la ESMA aún sospechaban que la Agencia era del Ejército y no faltaban otros que desconfiaran del GT3 de Acosta como autor de estos informes. Lo más sorprendente fue descubrir que hasta entonces todos ellos ignoraban la identidad de quienes llevábamos adelante una agencia.”

El cable de Walsh

La segunda carpeta de informes comienza el 11 de abril de 1977 con una respuesta de la Dipba al Batallón de Inteligencia 601. Continúa el 3 de mayo de 1977 con un informe del 601 a la Dipba que sale con copias a la comunidad informativa. El informe contiene otro listado de cables con reseñas de los mismos. Los cables, sin embargo, son conocidos. Lo realmente curioso es que todos ellos fueron emitidos el 1º de abril de 1977: la fecha en la que Ancla emitió el cable con la noticia del secuestro de Rodolfo Walsh.

Los cables están numerados del 168 al 171. El 171 se llama: DENUNCIAN SECUESTRO DE RENOMBRADO ESCRITOR ARGENTINO.

“Todavía no sabíamos que lo habían matado –dice Pastoriza–. Inicialmente llegó la noticia de que lo habían secuestrado en Buenos Aires. Quien avisó fue Lilia Ferreyra, su compañera. Recuerdo que me la llevé a casa. Y recién supe que estaba muerto cuando caí en la ESMA. Fue lo primero que pregunté. ‘Lo matamos a ese hijo de puta’, me dijo uno.”

El cable original de Ancla sobre el secuestro de Walsh describía su historia, pero no decía que era de Montoneros. Los informes de la Dipba, tampoco. Los espías consignaron sobre el escritor lo mismo que dice el cable: “Lo describe como el secuestro de un escritor y periodista (Rodolfo J Walsh) realizado por las FFSS el 25 de mar 77. El secuestrado sería peronista de izquierda, tal como lo presenta el contexto del artículo. Se desempeñó en el periódico de la CGT de los Argentinos, revista Panorama, diario La Opinión, diario Mayoría, diario Noticias, etc”.

En la hoja siguiente, mencionan otros partes, con otros títulos. Señalan una fecha de inicio. Y un número de cables.

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