EL MUNDO › LOS DEL MOVIMIENTO GRIEGO “NO PAGAMOS”

La deuda es de los otros

 Por Eduardo Febbro

Georges Bakagiannis y Nikos Alexakis son rebeldes de una nueva estirpe. Ni pasamontañas, ni ideologías cantadas en banderolas, ni ocupación de la Bolsa o de plazas públicas. Acción pura, radical, consecuente: ambos y el movimiento al que pertenecen, Den Plirono –“No pagamos”– rehúsan asumir el pago de los nuevos impuestos instituidos por la Troika compuesta por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea para lavar la gigantesca deuda del país. “Esa deuda no es nuestra. Es la deuda del capitalismo y de la clase política. Es la crisis de quienes nos gobiernan. No la pagaremos”, dice con énfasis Georges Bakagia-nnis. Den Plirono no promueve la resistencia fiscal en todas las escalas sino en una: la que corresponde a la ola de nuevas cargas fiscales decididas a partir de 2010 por los veedores exteriores de Grecia: el impuesto de “solidaridad” creado luego del primer plan de ayuda europeo de 110.000 millones de euros para evitar la quiebra del país, y el impuesto sobre las propiedades inmobiliarias, que se abona con la factura de los suministros eléctricos.

La organización Den Plirono lleva dos años militando, pero emergió con fuerza hace unas tres semanas cuando el Parlamento aprobó el impuesto sobre las propiedades inmobiliarias. Antes se había hecho conocer por dos acciones: forzó el paso de los automovilistas en los peajes para protestar por el alza de las tarifas y luego llevó a cabo una campaña en los hospitales destinada a que la gente se negara a pagar la franquicia de cinco euros impuesta por el gobierno. “No vemos en nombre de qué principios vamos a pagar una segunda vez lo que ya pagamos antes”, dice la organización. El impuesto sobre las propiedades inmobiliarias y sus modalidades de aplicación desbordó la copa. Sediento de recursos, el liberalismo sacó la artillería pesada para cobrar este impuesto con el que calcula recabar 2000 millones de euros de aquí a finales de 2012 y que concierne al 70 por ciento de la población. Como no hay catastro, el Estado le encargó a la compañía de suministros eléctricos, DEH, la tarea de cobrar el impuesto bajo la amenaza de cortarle la luz a quien no lo pague. Impulsados por Den Plirono, los sindicatos del ramo entraron en la lucha: el poderoso sindicato de la empresa de suministros eléctricos, PPC, ya bloqueó el sistema informático e impidió que se imprimieran las facturas con el nuevo impuesto.

Den Plirono organizó una manifestación en las puertas del Ministerio de Finanzas, en la plaza Syntagma, donde los militantes rompieron el formulario del impuesto de solidaridad. “No pagaremos”, insiste Nikos Alexakis: “Hasta que el FMI, el BCE y los gobiernos aliados no se vayan de aquí no pagaremos”, agrega antes de interponer otra condición: “o Grecia sale del euro o se muere”. Alexakis explica que Den Plirono “es un movimiento de de-sobediencia fiscal nacido de la intromisión de la Troika FMI, BCE, Comisión Europea. Los políticos se llevaron la plata, ellos y los bancos endeudaron al país y ahora quieren venir a recuperar la plata directamente del bolsillo de los trabajadores”. Den Plirono reivindica 20.000 militantes, pero su influencia es mayor gracias a la repercusión que tiene en Internet. El grupo se encontró con un aliado influyente, el mismísimo viceprimer ministro, Theodore Pangalos. El dirigente explicó que le era imposible pagar el impuesto sobre las propiedades inmobiliarias porque tenía muchas. El Estado tampoco da el mejor ejemplo. El Estado publicó la lista de las 6000 empresas que le deban más de 150.000 euros de impuestos lo que totaliza 30 mil millones de euros. La empresa con más deuda es pública. Se trata de la compañía de ferrocarriles griegos, la cual adeuda 1300 millones de euros. La insubordinación fiscal contra un Estado en quiebra que aspira las ganancias de la población sin que le importe su condición se ha generalizado. “Tenemos mucho alcance porque sacamos a la luz las verdaderas urgencias de la población”, dice Leonidas Papadopoulos, uno de los militantes más antiguos de Den Plirono. El grupo consiguió no sólo que la gente levantara a la fuerza los peajes en las autopistas, sino también que los pasajeros se subieran a los metros, trenes y buses sin pagar en signo de protesta por el aumento de las tarifas. “Fuimos al corazón del dispositivo para debilitarlo”, dice Nikos Alexakis.

En parte lo consiguieron. El gobierno y los medios conservadores sacan la carta de siempre: difunden la idea de que, con esas acciones de resistencia fiscal, la población no hace sino acrecentar el colapso del país. “Nos robaron la plata, nos hurtaron la dignidad y ahora apuntan hacia la moral”, protesta Alexakis. Un Estado en bancarrota, supervisado por instituciones extranjeras, y una población civil en plena insurrección, el cóctel es explosivo. Den Plirono se postula como un movimiento independiente, sin lazo alguno con partidos políticos y una ambición ampliada: no pagar los gravámenes suplementarios y obligar al Estado a suministrar gratuitamente los servicios básicos.

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