ECONOMíA › ACEPTACION DE ESPECIALISTAS AL NUEVO IPC, CON REPAROS POR SUS AUTORES

No es el índice, sino quién lo hace

El cambio metodológico que anunció el Gobierno en la medición de la inflación fue recibido con expectativa por expertos de distintas orientaciones. Sin embargo, sigue la duda sobre si habrá voluntad política para transparentar los resultados.

 Por David Cufré

La primera reacción de distintos especialistas frente a los cambios en el índice de inflación fue de relativa aceptación. Algunos consideraron que se abre una oportunidad para dejar atrás largos meses de oscuridad. Sin embargo, la advertencia compartida es que más allá de la metodología, la clave es si existe o no voluntad política para transparentar los resultados. En cuanto a los aspectos técnicos, hubo algunas observaciones puntuales, pero ninguna descalificación absoluta. Advirtieron, de todos modos, que recién podrán dar un juicio riguroso cuando se publiquen los fundamentos de la iniciativa.

“Nuestra discrepancia no está planteada en aspectos metodológicos, más allá de algunos puntos. Lo que tiñe todo es que el anuncio lo hicieron las mismas personas sospechadas de haber manipulado los datos desde enero de 2007, Ana Edwin y Beatriz Paglieri”, evaluó ante Página/12 Marcela Almeida, coordinadora del IPC Nacional, desplazada por la gestión actual. La experta hizo alguna objeción particular a las ideas que dieron forma al nuevo indicador –“está mal si siguen computando los precios de los acuerdos que hace el Gobierno en lugar de tomar los datos del mercado”–, pero insistió en que habrá que esperar a conocer los resultados y el detalle sobre cómo se elaboró el índice antes de emitir una opinión definitiva.

El Gobierno volcó toda su argumentación a justificar la necesidad del cambio. Enumeró las falencias técnicas “detectadas” desde enero de 2007, cuando empezó el reemplazo de las autoridades del Indec por técnicos afines al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Edwin, la actual jefa del organismo, denunció anteayer en un seminario del Indec que en gestiones anteriores se filtraba información y existían manejos turbios. Paglieri, por su parte, detalló en el mismo evento cuáles son los problemas con el IPC que ahora se reemplaza:

n Atraso en la canasta de consumo. Todavía se usa el patrón de gastos de 1996, pese a los dramáticos cambios que se produjeron desde entonces.

n Pérdida de representatividad geográfica de la muestra. Aunque el IPC registra los precios de la Capital Federal y 24 partidos del conurbano bonaerense, en los últimos años la recolección de datos se fue centrando cada vez más en la Ciudad de Buenos Aires. Muchos distritos perdieron incidencia y eso repercute en la medición global del IPC.

n Imputación de precios. “Uno de los problemas más importantes del IPC es que cuando los encuestadores no encuentran un precio, se lo imputa. Eso produce distorsiones muy dañinas”, sostuvo el director Norberto Itzcovich.

n Falta de rigurosidad en la descripción de los productos relevados. Paglieri remarcó que eso deja un margen demasiado amplio a la subjetividad del encuestador, que afecta la captación de precios.

Trabajadores del Indec nucleados en ATE manifestaron a este diario su coincidencia con varios de esos aspectos, pero remarcaron que la gestión anterior del Indec también estaba trabajando para corregirlos. “Si hubo una intervención en el Indec no fue para solucionar ningún problema, sino para manipular los resultados de la inflación. Es obvio que la canasta de consumo está atrasada, pero se la iba a reemplazar antes y por culpa de la intervención se demoró todo el proceso”, atacaron.

Juan José Primosich, docente de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, consideró que en líneas generales los conceptos del nuevo IPC parecen razonables. Coincidió con que el nuevo índice esté orientado a reflejar la canasta de gastos de los asalariados. “Es imposible medir los consumos de toda la sociedad porque el índice se termina desvirtuando”, indicó. “Tradicionalmente en Argentina se buscó saber cómo evolucionan los precios de los bienes y servicios que consumen las clases media y baja, para definir la política económica con la mirada puesta en ese sector. Ahora se vuelve a un índice que representa el 77 por ciento del consumo, de más de dos terceras partes de la población. Se dejan de lado los consumos suntuarios de la clase media alta y alta”, explicó.

En la misma línea, el economista Eduardo Setti destacó que el nuevo IPC toma en cuenta “criterios actualizados de consumo”. “Se ha mejorado mucho”, sostuvo el especialista, cercano a Guillermo Moreno.

Uno de los puntos más controvertidos de los anuncios de Paglieri es que el Indec dejará de publicar los listados de precios. Sin embargo, Almeida señaló que antes de 2002 tampoco se daban a conocer. “Sería bueno que en estas circunstancias se siguieran informando para despejar sospechas. Técnicamente, el IPC no está preparado para medir el nivel de precios, sino su evolución”, aclaró.

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El IPC que debuta en junio busca reflejar los patrones de consumo de la clase media y baja.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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