El paquete de ajuste fiscal que propuso ayer el presidente estadounidense Barack Obama generó en los mercados un pésimo clima de negocios. No alcanzó siquiera la decisión de la Unión Europa de prestar 85.000 millones de euros a Irlanda para aliviar su débil situación financiera. Grecia solicitó además una prórroga para reembolsar los 110.000 millones de euros que recibió en abril en rescates, mientras que España reconoce que no podrá el año próximo ajustar sus cuentas tal como le fue solicitado por la UE. En ese contexto, las plazas del Viejo Continente fueron las de peor comportamiento, con un promedio de caídas del 2 por ciento. Wall Street, en tanto, cedió apenas medio punto en sus indicadores. La Bolsa porteña cerró también sus operaciones con una baja generalizada en bonos y acciones, copiando el mal desempeño de esas plazas internacionales (ver aparte).

Nuevamente la crisis provoca desajustes en las medidas que se aplican a ambos lados del Atlántico. Europa se muestra decidida a no dejar caer a ninguno de sus países y no se fija en costos. El objetivo en última instancia es defender la moneda comunitaria. El bloque acordó con el Fondo Monetario y el Banco Mundial una línea de ayuda al gobierno irlandés con un bajo nivel de condicionamiento por parte de los organismos multilaterales de crédito. En las primeras operaciones de ayer, los títulos irlandeses evidenciaron una relativa mejora, que quedó anulada con el transcurrir de las horas. Al cierre de la jornada su riesgo país se ubicó 600 puntos por encima de la tasa de los bonos alemanes, tomados como referencia para la eurozona.

Entre los interrogantes que surgen a partir de esa inyección de fondos se reitera el de conocer si se cumplirán con los plazos de devolución y si alcanzan para “apagar el incendio” de Irlanda, según la expresiones de la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde. Ayer se conocieron dos informaciones que podrían acercar respuestas a estas dudas: Grecia pidiendo más plazo para devolver el dinero y España admitiendo su imposibilidad para reducir su déficit. Algunos analistas se cuestionan también cuál será el próximo en requerir ayuda, y todos apuntan a Portugal.

El gobierno griego contará hasta 2024 para devolver el préstamo internacional de 110.000 millones de euros que lo salvó de la bancarrota. El reintegro estaba previsto hasta 2015, pero se establecieron nuevas condiciones. Grecia tendrá así un período de gracia de cuatro años y uno de siete para el reembolso. A cambio de esta extensión, deberá pagar una tasa de interés más alta: pasó de 5,5 a 5,8 por ciento, la misma que abonará Irlanda. Esto no implica una extensión del préstamo: la ayuda es hasta 2013 y se mantiene el compromiso de que reduzca el déficit fiscal a menos de 3 por ciento del PIB.

La Comisión Europea estimó que España no cumplirá el compromiso de reducir el déficit público a 6 por ciento del Producto para el año próximo, y que apenas crecerá 0,7 por ciento durante ese período. “España errará el objetivo por un escaso margen de sólo cuatro décimas”, señaló la Comisión con sede en Bruselas. Los ajustes a que fueron obligados la mayoría de los países en problemas en el Viejo Continente llevará a que se ralentice la recuperación económica de la zona. Según estimaciones de la Comisión Europea, habrá una moderación de la actividad hacia fines de 2010 y 2011, antes de comenzar a recuperarse en 2012. Las plazas europeas reaccionaron a la baja. La bolsa de Londres perdió 2,1 por ciento; la de París, 2,5; Frankfurt, 2,2; Madrid, 2,4, y Milán el 2,7.

A pesar de los efectos negativos que las medidas de ajuste originaron en Europa, el presidente Obama considera éstas una opción para su país. El mandatario estadounidense propuso congelar los sueldos de los empleados públicos civiles federales durante los próximos dos años. El objetivo es reducir el déficit y la deuda pública, generado en gran parte por los megamillonarios salvavidas que se lanzaron a los bancos y algunas automotrices.