ECONOMíA › MANOSEO DE LAS ESTADISTICAS PUBLICAS EN PRECIOS, INDUSTRIA, PIB, EMPLEO, DESOCUPACION, POBREZA Y DEUDA EXTERNA

Los números de los (im)puros

El Indec de Macri y otros organismos del área económico-laboral que difunden estadísticas están ocupados en distorsionar la realidad anterior y actual con el objetivo de confundir el análisis presente y reescribir la historia pasada reciente.

 Por Alfredo Zaiat

Jorge Todesca, titular del Indec. Los indicadores del día después del apagón.

En estos diez meses de gobierno de los puros de las estadísticas públicas todavía no han podido ratificar en la práctica esa definición que se adjudicaron durante el anterior ciclo político. Muchos de los indicadores económicos, sociales y laborales que se han difundido oficialmente tienen vicios que en otro momento político estarían generando una corriente de indignación mediática y académica. Ajustar metodologías en índices del Indec para facilitar la estrategia comunicacional del gobierno de construir una revisión de la historia económica reciente; manipular el tradicional informe laboral del Ministerio de Trabajo, con datos del Sistema Integrado Previsional Argentino, para reflejar una menor destrucción de puestos de trabajo; utilizar en forma arbitraria el menor índice de precios (entre el de CABA y el de San Luis), durante los meses del inédito apagón estadístico del Indec para abonar menos deuda en pesos; alterar la metodología de la contabilidad fiscal del Ministerio de Finanzas para inflar el déficit de las cuentas públicas del último año del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, con el objetivo de minimizar el actual descalabro fiscal provocado por la pérdida de recursos con la eliminación de las retenciones agropecuarias, industriales y mineras; modificar el balance de la deuda externa para cargar el inmenso pago a los fondos buitre a los años del kirchnerismo; ocultar información pasada al no empalmar las series con los nuevos indicadores del Indec para no reflejar el ciclo regresivo en materia laboral y social. Este es el saldo provisorio de la actuación de los (im)puros de las estadísticas.

El objetivo global del manoseo de las estadísticas públicas es construir el relato del macrismo, maquillando el descalabro productivo y social de las medidas económicas que implicaron una impactante transferencia regresiva del ingreso. Tiene la aspiración también de reescribir el período económico del kirchnerismo alterando los principales indicadores de esos años para probar que no se creció tanto, que no disminuyó tanto la pobreza, ni se crearon tantos empleos registrados ni se redujo tanto la deuda. Organismos públicos y el Indec de Macri van acomodando los números al servicio de esa misión.

Estos son los principales retoques a las estadísticas públicas aplicados hasta el momento:

Indec

- En los meses del inédito apagón estadístico, cuando desaparecieron todos los indicadores oficiales hasta el Índice de Precios al Consumidor, el Ministerio de Finanzas modificó en forma arbitraria la elección del índice alternativo para calcular el CER. La habilitación para la venta de las acciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses no fue el primer paso del macrismo para su licuación. Ese paso ya lo había dado el ministro de Finanzas y Deshacienda, Alfonso Prat-Gay, cuando decidió usar el índice de precios que publica la provincia de San Luis y no el de la Ciudad de Buenos Aires para calcular el CER, lo que perjudicó a los inversores de títulos indexados por ese coeficiente de actualización, entre ellos el FGS-Anses. El índice elegido por Prat-Gay inicialmente fue el de la Ciudad porque marcaba una cifra más baja que el de San Luis, pero cuando se invirtió esa tendencia optó por el segundo. Esta medida significó una pérdida de 4950 millones de pesos en cuatro meses por la diferencia de los índices aplicada en el patrimonio del FGS de 110 mil millones de pesos de activos ajustados por CER (gran parte en bonos Cuasipar en pesos).

- El Indec presentó información revisada del PIB con varias inconsistencias. Asegura que el Producto en el primer trimestre avanzó 0,5 por ciento interanual (luego lo corrigió a 0,4) y varios especialistas evaluaron como poco creíble ese signo positivo cuando casi todas las variables más relevantes registraron caídas en ese período. El economista Mariano Kestelboim cuestionó al Indec porque calculó que el consumo creció 1,1 por ciento en los primeros tres meses del año respecto a igual período de 2015, y que el gasto público lo hizo en 2,7 por ciento, mientras que todos lo indicadores privados y públicos de consumo dieron caída y el gasto público tuvo una fuerte subejecución presupuestaria en ese período. En relación al consumo privado, el poder adquisitivo se derrumbó por la megadevaluación que provocó un shock inflacionario lo que hace imposible su expansión en esos meses. “No son consistentes los datos del primer trimestre”, consideró Kestelboim al advertir que “de nuevo hay manipulación de datos”.

- El analista Daniel Sticco también manifestó sorpresa con los datos del Indec, en este caso los que marcaron una la leve contracción del consumo privado de 0,1 por ciento y de 2,0 por ciento en el consumo del sector público en el segundo trimestre. Escribió en el portal Infobae que esos números no coinciden con los datos del propio organismo oficial de estadística que había anotado drásticas bajas de la demanda de las familias, tanto en el conjunto de los supermercados, como en centros de compras http://www.infobae.com/economia/2016/09/21/el-consumo-de-las-familias-en-supermercados-y-shopping-volvio-a-contraerse-en-julio y locales de venta de artefactos para el hogar “No ayuda a despejar las dudas y las críticas que disparará ese dato”, señaló. El último informe de Miguel Bein también manifiesta desconfianza por las estimaciones de Consumo e Inversión de la última revisión de Cuentas Nacionales.

- El Indec presentó la revisión de la serie del PIB de los años del kirchnerismo, sobre el que existían pequeñas discrepancias en las cifras, pero ninguna tan pronunciada como en la del 2009. El Indec fue más lejos que cualquier estimación privada (que indicaban retroceso del 2 al 3 por ciento) y calculó una caída del 6 por ciento. Para alcanzar esa cifra, el director técnico del Indec, Fernando Cerro, explicó que se sacaron los subsidios a los servicios públicos del cálculo y se incluyó el impuesto al cheque, además que se utilizaron índices alternativos de “algunos insumos estadísticos”. De ese modo construyeron una serie con criterio político para mostrar que no hubo tanto crecimiento económico en el ciclo kirchnerista. Una caída del 6 por ciento del PIB hubiera derivado en un descalabro social y laboral y eso no sucedió.

- Las cifras de desempleo difundidas por el Indec también están bajo sospecha. Además de interrumpir la información estadística del último trimestre de 2015 y del primer trimestre de 2016, el número de 9,3 por ciento para el segundo trimestre del año es dudoso. El sociólogo Daniel Schteingart informó en su cuenta de twitter que “De mucho analizar (la) EPH, creo que si hubo toqueteo fue en disfrazar desocupados como inactivos”. Días después de que el Indec de Macri difundiera ese dato, la dirección estadística porteña confirmó ese disfraz puesto que para el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el número del desempleo fue dos puntos más altos en el mismo período. La Dirección General de Estadística y Censos porteña afirmó que la desocupación para el segundo trimestre del año fue de 10,5 por ciento. El Indec había marcado 8,5 para el mismo universo poblacional (CABA).

- El Indec reportó que la producción industrial de julio tuvo una fuerte caída del 7,9 por ciento, y en el desagregado sectorial la industria textil bajó apenas 2,6 por ciento, con lo cual comenzó a recortar la insólita suba de 8,0 por ciento dibujada en el primer semestre. El índice industrial de la neoliberal FIEL había dado cuenta del estancamiento textil –0 por ciento– en siete meses del año. Con despidos, suspensiones, caída de la demanda interna e incremento de importaciones ni los más fanáticos empresarios oficialistas del sector textil estarían en condiciones de avalar los números oficiales.

- El Indec ofreció sus manos para amasar las estadísticas de pobreza. Sobreestimó la canasta de bienes y servicios que define la línea de pobreza, siendo más elevada que cualquier otro estudio privado. Determinó así que la cantidad de pobres es el 32,2 por ciento de la población, cifra que le permitió a los voceros del macrismo salir a publicitar que el ciclo político del kirchnerismo dejó una cantidad enorme de pobres y que las políticas sociales como la Asignación Universal por Hijo no sirven para reducir la pobreza. El Indec no publicó números del primer trimestre de este año ni del último de 2015 con la nueva canasta para así no cuantificar el impacto negativo de las políticas macristas en la población vulnerable a la pobreza.

- Para ayudar al Indec en la tarea de mejorar la realidad con estadísticas, el Banco Central recreó para la economía argentina el concepto de “inflación núcleo” para mostrar una tendencia descendente en los precios. En Estados Unidos se utiliza el “core inflation” excluyendo del cálculo los precios de la energía y alimentos por su elevada volatilidad de corto plazo. Para una economía que arrastra varios años con tasas de inflación de dos dígitos pretender imitar el marco conceptual de la inflación estadounidense es solamente una estrategia de distracción sobre un indomable proceso inflacionario. ¿No hubo recálculo de la inflación núcleo durante el kirchnerismo con los datos que proporcionaban las consultoras privadas? El resultado no hubiera servido para convalidar el relato macrista acerca de la dinámica de ese proceso inflacionario.

Déficit, empleo y deuda

- Documentos oficiales informan que el déficit fiscal de 2015 fue equivalente al 1,9 por ciento del Producto Interno Bruto. La magnitud de ese desequilibrio de las cuentas públicas no permitiría al Ministerio de Finanzas y Deshacienda construir el relato sobre “la pesada herencia recibida”. Aplicando criterios de contabilidad creativa, el ministro Prat-Gay comenzó a dibujar diferentes cifras de déficit, desde un piso del 2,3 por ciento, saltando hasta el 5,8 para terminar en el inflado 7,1 por ciento. Cambió la metodología de medición de ingresos y egresos, incorporó cuentas a pagar (deuda flotante) y sumó pérdidas de ingresos por medidas aplicadas por el actual gobierno con el objetivo de mostrar que recibió una situación fiscal descontrolada. Los economistas Oscar Cetrángolo y Julián Folgar escribieron “Los problemas de medición del déficit” en el blog Alquimias Económicas, cuestionando a Prat-Gay al indicar que “creemos conveniente que la información oficial siga los criterios aceptados internacionalmente y evite frecuentes innovaciones metodológicas”. Hay más dibujos de Prat-Gay: había dicho que la deuda flotante era de 110.000 millones de pesos en la conferencia de prensa de enero, pero un informe fiscal de marzo de su propio Ministerio muestra que en realidad era la mitad: 56.000 millones de pesos.

- El Ministerio de Trabajó alteró la metodología para contabilizar el empleo privado registrado. El Centro de Economía Política Argentina advirtió que la cartera laboral modificó la forma de calcular el empleo que se obtiene del Sistema Integrado y Previsional Argentino (SIPA), una de las estadísticas más confiables dado que permite evaluar la evolución del universo de trabajadores registrados y sus remuneraciones. Esa modificación impacta en los cálculos sobre empleo, dado que el nuevo cálculo oficial por persona arroja un número menor de destrucción de empleo que la anterior estimación realizada en base a la cantidad de puestos de trabajo registrados: una persona puede tener más de un trabajo, o en otros términos, la destrucción de un puesto puede no significar necesariamente que esa persona quede desocupada. El objetivo oficial es subestimar la destrucción de empleo desde diciembre pasado cuando comenzó la ola de despidos.

- Otra manipulación de las estadísticas está en preparación respecto a la evolución de la deuda externa bruta. El Indec informó que los 188.266 millones de dólares en el segundo trimestre de 2016 no es un dato comparable con estimaciones de otros años porque en las mismas no se contabilizaban los bonos en default que no entraron a los canjes de 2005 y 2010. No podían ser contabilizados porque estaban en litigio, y ahora deben ser integrados luego de la capitulación del gobierno a la demanda de los fondos buitre. El Indec ahora dice que “no han concluido las tareas de revisión de la deuda que no había ingresado en los canjes de los años 2005 y 2010 (holdouts), debido a la complejidad del registro de los devengamientos que deben ser asignados al período 2002-2016”. O sea, el Indec adelanta que imputará la capitulación con los fondos buitre en la cuenta de los años anteriores, y así aliviar un poco el impactante incremento de la deuda en este año. El Ministerio de Finanzas también está interviniendo sobre cómo se contabiliza la deuda bruta para 2015. En un reciente informe incluyó en ese año la deuda con los buitres por un monto discutible: unos 18.000 millones de dólares. De esta manera, en 2016 no van a registrar el aumento de deuda por la emisión para pagarle a los buitres.

El Indec de Macri y otros organismos del área económica-laboral que difunden estadísticas están ocupados en distorsionar la realidad anterior y actual con el objetivo de confundir el análisis presente y reescribir la historia pasada reciente. Para ello el manoseo de las estadísticas es una de las principales armas, esta vez con el apoyo del FMI y de profesionales críticos del Indec kirchnerista y que ahora no se animan o no quieren observar las maniobras del Indec macrista.

Más allá de los números y dibujos estadísticos de los (im)puros, el aspecto analítico relevante sigue siendo la tendencia del ciclo de la economía: hasta el 2015, había una en crecimiento, colisionando con la restricción externa, pero manteniendo el empleo, el poder adquisitivo real del salario y de las jubilaciones, amortiguando los costos de la crisis internacional, buscando senderos para la industrialización, la inclusión social y con el objetivo de una distribución de la riqueza progresiva; y ahora hay otra transitando por el camino opuesto que maquilla las cifras para disimular el acelerado proceso de destrucción del entramado productivo, laboral y social.

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