El capitán de navío (RE) Roberto Pérez Froio murió el miércoles pasado sin condena. A punto de cumplir 90 años el próximo 17 de marzo, durante la última dictadura se desempeñó como director general de Prensa y Difusión del Ministerio de Relaciones Exteriores. En ese carácter, Pérez Froio tuvo bajo su control a los detenidos desaparecidos que eran obligados a trabajar en el ministerio y visitaba asiduamente las dependencias del G.T 3.3/2 en la ESMA. En este momento estaba siendo juzgado.

Pérez Froio era uno de los presos con domiciliaria; en su caso, el tribunal evaluó no sólo la edad sino un avanzado cuadro de cáncer. Los jueces a cargo de la causa ESMA en el período de feria ordenaron una autopsia después de un incidente durante el velatorio. El miércoles, el abogado de Pérez Froio presentó un escrito en el que pedía autorización para cremar el cadáver. Los jueces le dijeron que antes de autorizarlo necesitaban hacer una observación “externa”. Enviaron a un médico al cementerio de Pilar donde estaba su cuerpo, pero quienes lo recibieron no lo dejaron pasar ni trabajar. Entonces, se ordenó la autopsia. La principal hipótesis es que la muerte se produjo por la enfermedad, pero las medidas se ordenaron teniendo en cuenta el antecedente del prefecto Héctor Febres, muerto por envenenamiento.