EL PAíS › OPINIóN

Ultima fase de campaña

La referencia de las encuestas. Los cambios de escenario político desde 2007. Los nuevos presidenciables. La asimetría entre provincias y entre sectores sociales. La supuesta primacía territorial del panperonismo. La interna panradical. Un esbozo de los datos actuales. Los codazos en los cierres de lista, apostillas pintorescas.

 Por Mario Wainfeld

Sobran motivos para relativizar las encuestas a dos meses del comicio.

Los errores, la manipulación, la ajenidad de los votantes a los vaivenes previos, la transitoriedad del contexto general. La experiencia de un cuarto de siglo reseña pifias severas de uno o de todos los consultores. Por mencionar las más memorables, casi todos subestimaron enormemente el voto bronca de 2001 y la diferencia en primera vuelta en pro de Mauricio Macri en 2007. Un puñado de nuevos intendentes del conurbano, triunfadores en las urnas, eran desdeñados en los sondeos. Hilando fino, todos los consultores reconocidos en el primer nivel tienen algún esqueleto en su armario. “Sobre todo en Buenos Aires” se ataja uno de ellos.

Claro que también acertaron en circunstancias inéditas: la compleja presidencial de 2003, con cinco candidatos en paridad fue presagiada con claridad (sí que con anticipo de pocas semanas). También fueron aceitadas las bocas de urna cuando Néstor Kirchner llegó al ballottage contra Carlos Menem.

El peor baldón para los especialistas y el periodismo sucedió en 1999, en elecciones a gobernador en Tucumán. Los tres principales comandos de campaña (bussismo, Alianza y PJ) y a su zaga la prensa gráfica anunciaron la victoria de Antonio Bussi. Se fundaron en bocas de urna concordantes de varias vertientes. El conteo de los votos, el de endeveras, desmintió la profecía y el peronista Julio Miranda sumó más que el hijo del represor.

De todas maneras, todos los actores de “la previa” a la competencia, leen las encuestas con avidez y les creen en general. Los manejos tácticos de las fuerzas más poderosas y sus referentes comparten (aunque no lo sinceren) una lectura común, cuya certeza se conocerá cuando, ay, ya sea demasiado tarde. De cara al cuadro actual todos han leído referencias similares. Esas constantes explican, en gran medida, las jugadas esenciales de Kirchner, Macri, Carrió, De Narváez, Cobos y Reutemann, sin agotar la lista.

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Los nuevos presidenciables: Hace dos años, para los mudables usos argentinos, primó la estabilidad. Kirchner había llegado con pocos votos pero era factible que, si le iba bien, el peronismo (dividido en tres lemas) se aunara tras él. Elisa Carrió se mantuvo vigente como opositora relevante, con un techo. Daniel Scioli tenía atractivo electoral, lo convalidó en ligas mayores. Macri y Hermes Binner accedieron a las gobernaciones que habían perdido por poco en 2003, con dudosas artes en el caso del santafesino. Un número apreciable de gobernadores e intendentes lograron la reválida tras años de crecimiento y creación de trabajo.

Desde entonces, el escenario mutó bastante. Repasemos las novedades más llamativas, sobredeterminadas por el conflicto de las retenciones móviles y su desenlace.

- Se centrifugó la Concertación Plural, el armado de Kirchner en suplencia de la fallida transversalidad. El primer proyecto era más ambicioso, revulsivo de las identidades previas, poco apegado al peronismo. La Concertación, una liga de gobernantes, menos pretenciosa ideológicamente, calzaba bien con el estilo de gobierno de Kirchner y con sus preferencias por quienes manejan la gestión ejecutiva, fuera cual fuera su signo partidario. Su inauguración en 2007 fue fastuosa, hiperfuncional para allegar votos a Cristina Fernández, a cambio de ceder presencia en las provincias. La Concertación, que se mantiene vigente en Santiago del Estero y Río Negro, se fue deshilando por falta de cuidado político. Los aliados, minoritarios, fueron extrañados del gobierno nacional, no se articuló con ellos instancias suprapartidarias que dieran cuenta de su sobrevida. El asombroso periplo de la resolución 125 añadió un golpe tremendo, abriendo la oportunidad para un envión de Julio Cobos. Un envión hacia fuera y hacia arriba.

- El vicepresidente saltó al estrellato nacional en una noche no olvidable. Se hizo presidenciable en horas, resucitó la autoestima radical. Las reacciones ante la muerte del presidente Raúl Alfonsín cimentan ese hecho, cuya magnitud es imposible determinar.

- La puja del peronismo por la sucesión de los Kirchner se aceleró también y, con el tiempo, parió las dos jugadas que suenan más relevantes de cara a junio: los desafíos de Reutemann y del PRO peronismo en Buenos Aires.

- A partir de junio de 2008 era evidente que, desmadejada la Concertación y agravada su carencia de arraigo propio en las provincias, Kirchner debía jugarse a fondo, hacerse bonaerense.

El armado panradical y los retos del propio peronismo (con buenas perspectivas en Santa Fe, con cara de papelón en Córdoba) se husmearon en el Senado esa noche. Después llegaron las operaciones, los pactos.

Dos presidenciables se sumaron a la lista de 2007: el correligionario Cobos, el compañero Lole.

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Torazos en pocos rodeos: Ninguna fuerza opositora tiene fuerte implantación en muchos distritos. Luis Juez es exclusividad de Córdoba. El PRO de Macri es competitivo en su feudo porteño y va a por Buenos Aires. La Coalición Cívica encabeza las listas panradicales en los mismos distritos, donde llegará al podio, aunque no pinta que primera. El Movimiento Popular Neuquino viene sosteniendo su hegemonía provincial y funge de aliado del oficialismo nacional.

El radicalismo K puede ganar en Río Negro y Santiago del Estero. La UCR sin aditamentos es favorita en Mendoza, Catamarca y Corrientes.

En el resto de los distritos suena como ganadora alguna vertiente del peronismo. Los disidentes en San Luis y Santa Fe. En las restantes, hay gobernadores que acompañan al kirchnerismo pero que juegan para sí, de cara al “Confederal de ganadores” que todos maquinan para el día después.

El mapa nacional insinúa una primacía panjusticialista, si se mide en cantidad de provincias.

Se supone que serían muy distintos los resultados en diferentes provincias, en distintos estratos sociales. El lector podría argüir que en eso no hay novedad pero sí lo es la magnitud de los abismos. Tantas distancias moldean discursos apologéticos. Si gana en el NOA, el NEA y la Patagonia el Frente para la Victoria se autorretratará como la expresión de la Argentina profunda. Sus contrarios ansían retrucar mostrando el apoyo del interior agrario, en especial de la Pampa Húmeda, una cosecha adicional que trajo el conflicto de la soja.

También hay tufillo de grandes clivajes entre las clases sociales. El kirchnerismo hará centro en sus apoyos populares, el abanico opositor de centroderecha hará la apología de estratos medios y altos, y hasta el aval de los grandes centros urbanos, también iniciado dos años ha.

Esos abismos, a los ojos del cronista, aluden a una carencia de las ofertas políticas: la dificultad de interpelar a estamentos sociales y regiones diferentes en un proyecto unificador.

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Buenos Aires, el destino: Sin candidatos del riñón en las demás provincias, salvo en Santa Cruz, Kirchner tenía que exponerse en Buenos Aires. Los riesgos son muchos, pero sustraerse a la contienda podía ser más lesivo para el oficialismo.

Las candidaturas testimoniales de los intendentes (que seguían en debate al cierre de esta nota, bien entrada la noche del sábado) fueron un recurso para unir sus destinos futuros y evitar ligerezas o ausencia de compromisos. Para que muchos intendentes se dejaran contar las costillas, Scioli debía predicar con el ejemplo: ató su futuro al del ex presidente, un mal resultado dejaría al kirchnerismo y a su principal prospecto de delfín similarmente malheridos.

La coalición entre De Narváez, Felipe Solá y Macri le puso pimienta a ese escenario. Desde hace seis años, el panperonismo se alza con más del 60 por ciento del padrón bonaerense, pescan en ese río revuelto.

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Una segunda oportunidad: Reutemann se achicó en 2003, nunca se supo bien por qué, sus parcas explicaciones ayudaron poco a desentrañar su retirada. Para Eduardo Duhalde, no había misterio: Lole había sido poco inteligente y medroso, carencias que describía con vocabulario cotidiano, más crudo y directo. En el reciente verano, el ex gobernador santafesino oteó una revancha. Primero se lanzó al ruedo de consuno con Kirchner, luego se despegó y lo enfrentó. El horizonte le pinta propicio, tiene altas perspectivas de prevalecer en su provincia, lo que derivaría en una alta virtualidad para ser una referencia central para el peronismo no kirchnerista. Su peso específico es superior al del socialista Rubén Giustiniani, su rival para la senaduría. De ahí que Binner se sumara a la campaña, dándole duro a Reutemann, para trasfundir potencia a Giustiniani. La movida es sensata: Binner vs. Reutemann es una partida más pareja. La foto muestra en lo alto al peronista, es de manual reforzar al socialismo sumando a su figura de más fuste.

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Variedades en 16: La Alianza Cívica Nacional se conformó en 16 distritos, pero en cada uno prima un partido, marca el territorio, las relaciones distan de ser idílicas. Carrió le hizo sentir su jefatura a Cobos en Buenos Aires, vetó a un candidato, limó a otros. En Capital fue todo más simple, el cobismo quedó afuera.

La interna entre los dos presidenciables hacia el 2011 es patente, Cobos exacerba su tono calmo (si el oxímoron es admisible) y apuesta a un éxito resonante en su Mendoza natal, una provincia signada por la alternancia.

Macri se robusteció al promover la alianza con De Narváez y Solá. El pato de ese triángulo fue el ex gobernador bonaerense: el Colorado lo relegó al segundo puesto, lo maltrató en el cierre de listas, le dio un sesgo personalísimo a la campaña, que hace hincapié en el cabeza de lista, olvidando la “fórmula” que se mentó en la luna de miel entrambos.

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Picarescas: Las trapisondas y los codazos son costumbre en los cierres de lista. La falta de instancias orgánicas o de internas multiplican el fenómeno. Las rupturas o los enojos se incrementan cuando nadie cree que el acuerdo electoral tendrá sobrevida en el porvenir. Los partidos políticos organizan a sus cuadros, les dan una suerte de escalafón. El burlado o postergado de hoy acumula un mínimo bonus para otra vez. Nada de eso es imaginable cuando la afectio societatis rige a plazo fijo, breve como un romance de verano.

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Apostillas: Una directora de Poder Ciudadano, Laura Alonso, es candidata a diputada PRO. Una confesión de la ideología que prima en tantas ONG que dan clases de civismo levantando el dedito. El índice acusador, a menudo, no es impoluto ni carece de ideología al direccionarse.

- Nacha Guevara será candidata en un puesto que soñarían dirigentes de larga trayectoria. Andrea del Boca estuvo a un tris de colar. Marcela Acuña, postulante a concejal en Tres de Febrero, encarna otro ensayo de transplantar prestigios a la política.

- En el otro rincón, Patricia Vaca Narvaja quedó afuera de las listas del FpV cordobés que cerró el impresentable Ricardo Jaime, operada por Juan Carlos Mazzón. Otra torpeza para su deplorable foja de servicios. Los dos fueron artífices del apoyo del oficialismo a Juan Carlos Schiaretti, que le ganó la gobernación a Juez en un escrutinio sospechoso. Con ese bagaje en sus mochilas, se colocan en rauda lid por el cuarto puesto, contra el gobernador que los dejó de garpe. El oficialismo pierde a una de sus más coherentes y más eficaces legisladoras, determinante en las cerradas votaciones del año pasado. Otro paladín kirchnerista, Agustín Rossi, el presidente del bloque de Diputados, armó una lista propia que difícilmente transgreda el tercer lugar en Santa Fe. El repliegue del kirchnerismo a “la provincia” lo priva de cuadros comprometidos con su proyecto y fogueados en otros distritos. En la boleta que encabeza Kirchner, se respetaron más los pergaminos ganados en la Cámara.

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El arte de interpretar: La lectura del resultado es un debate ineludible. El oficialismo fantasea con conservar, raspando, mayoría propia en Senadores. En Diputados lo más verosímil es que la pierda. Todo sugiere que aún en ese supuesto seguirá siendo el bloque mayoritario, lejos, en ambas Cámaras.

La unidad opositora es una quimera, que solo funciona como veto a las propuestas del Ejecutivo y para pedir una merma o supresión de las retenciones a la soja. Los radicales dicen que los peronistas confluirán en el futuro, cuando piden el voto contra ellos. Pero pintan un colectivo opositor unido, cuando predicen los resultados. Igual proceden los peronistas, que dejan pegados a los radicales y la Alianza a la hora de competir.

La suma general de votos será otro criterio en disputa. Cada cual elegirá la vara para medirla y compararla. ¿”Los otros”, todos juntos?, ¿El primus inter pares de ellos? ¿Las cifras del kirchnerismo en la parlamentaria de 2005 (más semejante a la de junio) o a la presidencial de 2007 (más cercana)? Cualquier parámetro es incompleto, ya se puede imaginar quién optará por uno u otro.

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Cuenta regresiva: Las definiciones redondean un tramo en la cuenta regresiva hacia el veredicto popular. Las posibilidades de dirigentes de primer nivel dependerán de ese pronunciamiento. Los candidatos entran en la segunda fase de una campaña iniciada hace largo rato. La repetición constante dificulta su labor. Será peliagudo atraer la atención cuando la calesita de postulantes gira en los medios desde hace meses.

Como fuera, todavía queda un tiempo, un espacio y la aptitud de los candidatos para impactar en una sociedad que descree de la política.

Habrá que ver.

Queda para la semana entrante calcular cuántos sindicalistas, cuántos piqueteros y cuántos propietarios rurales serán candidatos. Los números serán una referencia acerca de cambios culturales y de regresiones a derecha que flotan en el viento.

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