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“Queridos colegas y gente amiga.” Así comenzó Ricardo Fort su carta a los trabajadores, con la que dijo pretender “aclarar la situación” porque su nombre está “siendo involucrado en una disputa gremial”. Felfort fue fundada en 1912 por Felipe Fort, que tenía 12 años, “con una bolsa de cacao y la sola ayuda de una piedra para refinarlo”. La actual planta fue inaugurada en 1926, con 5 mil metros cuadrados, y en 1963 Carlos Augusto Fort, hijo del fundador, se hizo cargo de la presidencia y expandió la empresa familiar con instalaciones de 25 mil metros cuadrados y una renovación tecnológica.

“Desde 1912 Felfort es una de las tantas fábricas que hace de la industria de nuestro país un orgullo nacional y del mundo, y ha crecido gracias a cientos de trabajadores que se sienten orgullosos de ser parte de esta familia del chocolate”, escribió Ricky en algún rato que le dejó su frenética vida-reality. Según detalló, en la fábrica que pasará a engrosar su ya abultadísimo patrimonio hay “excelente trato y condiciones laborales, con sueldos por arriba del convenio y adicionales por mayor dedicación a su labor”. Por lo tanto, le pareció “muy triste ver cómo unos pocos dejan involucrados a los demás trabajadores y los hacen parte de esta huelga”. Para el tatuado heredero, hay que dar gracias a las Pascuas porque “son las que ayudan a entrar dinero extra a cada familia”, y aseguró que luego de la asamblea dieron un aumento “sin medidas de fuerza ni conflictos, que es justamente como se maneja la empresa”.

Ya en tercera persona se defendió diciendo que “la participación de Ricardo Fort en los medios es parte de la carrera artística que no es sustento alguno de reclamos” porque “lo que muestra y gasta en su vida es dinero dignamente ganado a través de estos casi cien años”. Ricky Fort afirmó que “unos pocos que no forman parte de la empresa están reclamando con violencia en las calles y en los medios” e instó “al personal de la fábrica, que es gente honrada y trabajadora, a que no se deje manipular por este grupo que pone en conflicto el trabajo de todos”.

Así como en Internet abundan los apoyos de sus fanáticos, también hay un grupo en Facebook que propone un boicot a la empresa. “Dejemos de comprar chocolates Felfort para no darle de comer a Ricardo Fort” es la consigna que invita a “usar la cabeza y dejar de alimentarle el ego y el bolsillo”. En otro sitio destilan admiración por el “playboy argentino”, que se puede “dar todos todos los gustos gracias a la fábrica del abuelo”, porque “al fin y al cabo, ¿quién no se comió un chocolatín Jack?”, esos que ahora ya no vienen con muñequitos de Anteojito sino de los Simpson.

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