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Cortázar, de las letras a la ciencia

Por nombre científico, al fósil lo llamaron Dentiacutus, “diente agudo”, en referencia a los agudos dientes caninos de esta especie, los más largos conocidos para un mamífero mesozoico. La idea de llamarlo Cronopio se le ocurrió al paleontólogo argentino especialista en mamíferos Guillermo Rougier, “el más fanático de todos de Cortázar”, contó su compañero Leandro Gaetano, becario doctoral del Conicet y primer paleontólogo recibido en esa carrera en la UBA. “Cuando nos lo propuso (a los cinco integrantes principales del equipo), pensamos ‘cómo no se nos ocurrió antes’”, relató. En el campamento de La Buitrera, a kilómetros de los primeros pueblos, los científicos pasaron muchas noches leyendo al autor que vivió en Banfield, provincia de Buenos Aires, sin otra cosa que hacer. De día, cuenta el investigador, el trabajo era arduo: “Hay muy poco descubierto sobre los mamíferos en la época de los dinosaurios porque es muy trabajoso encontrar sus restos, que son muy chiquitos. Con los dinosaurios uno se topa, vas caminando y encontraste un hueso que mide dos metros. Es imposible no verlo. Pero con éstos tenés que pasarte horas buscando, hay que ponerse de rodillas y pasar horas gateando por el campo. Nosotros usamos rodilleras y guantes como los que usan para las patinetas. Una vez que encontramos algún hueso, marcamos un perímetro, agarramos una pala y empezamos a filtrar la tierra. Así nos deshacemos del polvo fino, nos quedan piedritas, que después miramos con la lupa una por una, para ver si dentro hay algún hueso que podría ser de mamífero”.

Informe: R. M.

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