Hace algunos años, una singular encuesta cinematográfica, situó a El Barco/Das Boot de Wolfgang Petersen (1981) como la tercera mejor película bélica de todos los tiempos. Que la elección haya sido confeccionada por una revista militar estadounidense, los electores fuesen soldados y por delante solo quedaran El Francotirador de Francis Ford Coppola (1977) y Nacido para matar de Stanley Kubrick (1987) son detalles que reafirman el carácter mítico de la ficción sobre el periplo de un submarino del Tercer Reich. Vaya entonces si la serie alemana que lleva el mismo y acaba de estrenar StarzPlay (una de las más nuevas ofertas de VOD, disponible mediante Apple TV) podría haber sido puro zozobro. Suerte de secuela, homenaje y reinvención, la producción de ocho episodios toma el halo de aquella para crear una nueva epopeya pero con una notable diferencia narrativa: las acciones transcurren tanto bajo el mar como en tierra firme.

Es 1942. Pasaron pocos meses de que las cosas acabaran de la peor manera para la flota del U-96. Los nazis no se amilanan y apuran la construcción de sus U-boots desde la base de La Rochelle ubicada en la Francia ocupada. Tienen dos problemas mayores: la guerra comienza a inclinarse para el lado de los aliados y no consiguen el material humano necesario que se suba a sus célebres aunque destructibles navíos. “A este ritmo solo reclutaremos mocosos y veteranos de guerra ya cansados”, desgrana un jerarca. Klaus Hoffman (Rick Okon) cuadra dentro del primer grupo. Su padre fue una figura mítica de la marina alemana, llegó a Capitán por portación de apellido y lucha por hacerse un nombre propio. El personaje, a su vez, tiene la intuición de que la guerra es un absurdo y guarda respeto por los adversarios. Su tripulación lo considera un niño remilgado y la mayoría preferiría estar bajo el mando del segundo oficial, Karl Tennstedt (August Wittgenstein). Unos y otros son supersticiosos, recios, frenéticos y serán parte de una misión envuelta sobre dudas.

En paralelo, sucede una segunda trama que separa las aguas con la producción de la gran pantalla. Su protagonista es Simone Strasser (Vicky Krieps de El Hilo Fantasma) quien casi sin darse cuenta se verá envuelta con las actividades de La Resistencia. La joven nació en Alsacia, lo que despierta suspicacia entre galos y germanos por partes iguales, y es la hermana de un operador de radio del submarino. Seguida bien de cerca por un oficial de la Gestapo Hagen Forster (Tom Wlaschiha en plan Hans Landa), la mujer va a tener que decidirse entre su compromiso con el führer o la atracción hacia el otro bando. “Con Simone no hay filtros. No controla sus emociones ni pensamientos. Pero no es manipuladora. Es una persona que se queda atrapada dentro de esta telaraña de mentiras y juegos de poder”, dijo la actriz. Si bien este eje narrativo rompe la lógica claustrofóbica de este tipo de relatos,apela con tino y timing al género del espionaje.

Das Boot sabe jugar con los engranajes de que dispone. Además de las dos historias principales aparece una tercera subtrama vinculada con un segundo submarino perdido -el U-113- y funciona como homenaje y link con el clásico cinematográfico. Otro de los méritos de la ficción es apegarse a la doctrina de Ernie Pike, donde difícilmente pueda hablarse de héroes o villanos. Aunque los haya, ser enemigos, aliados o camaradas, resulta una cuestión más del azar. También se destaca la ostentosa producción en las secuencias de combate. En definitiva, como buen espécimen de su clase, Das Boot entrega suspenso profundo, la fraternidad dura de los marinos, la psicología y cañería bajo presión, la acústica del sonar y la propulsión de los torpedos. El U-612, su tripulación y los que están atados a su suerte en tierra firme, por lo pronto, ya tienen asegurada una segunda temporada.