ECONOMíA › PANORAMA ECONOMICO

Incertidumbre

 Por Alfredo Zaiat

Cuando un país padece un acontecimiento inesperado, que provoca muertes y destrucción, extiende un manto de incertidumbre sobre la población, y si ese shock además convoca al fantasma de la devastación nuclear, ese estado de vulnerabilidad se extiende al resto del mundo, acrecentado porque la zona afectada corresponde a la tercera potencia económica, desplazada un lugar por China apenas hace un mes. El violento terremoto en Japón seguido de un tsunami con graves consecuencias en una central de generación de energía nuclear configura un escenario de incertidumbre global en materia económica. Este se expresa en el grado de desconocimiento de las consecuencias de semejante desastre natural en una de las naciones líderes en el funcionamiento de la economía globalizada. La percepción del riesgo entre los agentes económicos aumenta considerablemente con la misma intensidad que en crisis financieras inherentes al desarrollo del capitalismo, aunque sin las inmediatas pérdidas de vidas humanas y de recursos materiales de un terremoto de esa magnitud. Estos episodios dramáticos ponen en jaque la idea instalada en el sentido común de que se puede saber qué va a pasar en la economía y que para esa tarea están disponibles los economistas, confusión a la que ha colaborado la corriente de pensamiento ortodoxa.

Hace más de treinta años, John Kenneth Galbraith escribió el libro La era de la incertidumbre, base de una recomendable serie de televisión de la BBC, que ofrecía claves para entender muchos de los interrogantes de la actual época económica y la imposibilidad de hacer predicciones seguras sobre su evolución. La revolución conservadora a mediados de los setenta y el predominio neoliberal en los noventa definieron que el libre mercado sin intervención del Estado disminuiría hasta casi eliminar la incertidumbre, puesto que esa fuerza aseguraría el crecimiento económico y el desarrollo de las sociedades. La sucesión de crisis, la última con epicentro en Estados Unidos y Europa, ha castigado ese triunfalismo y derrumbado la certeza de que son incuestionables esos postulados de desregulación y reducción de la intervención del Estado en la economía. Hoy esa seguridad ha sido sustituida por una gran incertidumbre sobre la evolución de la economía mundial, incrementada en estos días por los efectos aún desconocidos del terremoto en Japón.

El economista Guillermo Rozenwurcel, del Centro de iDeAS-Unsam, escribió un documento sobre la relación entre incertidumbre y política económica, presentado en las Jornadas Monetarias y Bancarias del BCRA de 2008. Explica que para los hacedores de la política económica existe la “incertidumbre acerca del estado de la economía”, que surge por la presencia de información imperfecta. Señala que también enfrentan la “incertidumbre acerca de la naturaleza y persistencia de los shocks”, como un aumento o disminución brusca de los precios de las materias primas, o un terremoto devastador. Y precisa que existe, además, la “incertidumbre acerca de la estructura de la economía”. Esta se refiere a que los “verdaderos” parámetros fundamentales de cualquier economía muchas veces se ven alterados por innovaciones tecnológicas, cambios en la estructura institucional o en el comportamiento de los agentes. “En suma, la incertidumbre genera discrepancias entre el funcionamiento efectivo de la economía y el estimado, tanto por errores de medición en las variables como por errores de especificación (derivados del desconocimiento del carácter de los shocks) o por la inestabilidad de los parámetros en momentos de cambio estructural”. Rozenwurcel plantea que dado que la incertidumbre no tiende a ser la excepción, sino la regla, “vale la pena preguntarse si una regla considerada óptima bajo determinadas circunstancias continúa siéndolo si la estructura de la economía cambia o si una perturbación que se juzgó transitoria resulta ser más persistente”. Luego avanza sobre la influencia de la política como fuente de incertidumbre por inconsistencias y fallas de coordinación, cambios frecuentes de reglas y baja credibilidad en las autoridades. “Al generar incertidumbre, las políticas alteran la conducta de los agentes y, consecuentemente, las condiciones de funcionamiento de la economía”, sostiene, en una referencia crítica a la actual administración.

Esas inferencias políticas no son los aspectos más relevantes de ese documento, aunque interesantes como debate, sino lo que surge de su propia esencia con la siguiente observación: “La incertidumbre no es la excepción sino la regla”, idea que erosiona la base de sustentación de la construcción del pensamiento económico aún dominante a nivel internacional. No se puede saber qué va a pasar, pero igual elaboran predicciones económicas, un sinsentido desde la misma enunciación que realiza ese tipo de economistas. En un escrito compilado en el libro Repensar la economía política el economista Amit Bhaduri, desafía a los representantes tradicionales de esa disciplina al señalar que “como un cuerpo de conocimiento inexacto, la economía exige que seamos intelectualmente modestos, y eso deja poco lugar para visiones inflexibles. Pero sucede exactamente lo contrario”.

En varias de las polémicas que hoy atraviesan la economía argentina se manifiesta ese comportamiento de los profesionales con conocimientos de economía, que tienen amplia difusión en medios locales con eco en embajadas y en el exterior. Conducta que pareciera ignorar que la crisis financiera internacional aún sigue presente y que ahora se agregó la incertidumbre por los impactos que pueda ocasionar en la economía mundial el terremoto en Japón. Bhaduri ofrece algunos conceptos provocativos en ese artículo que tituló “Neoliberalismo: una visión del mundo fracasada”, en referencia a líderes políticos y economistas enrolados en la ortodoxia:

n Es sorprendente que a pesar de la inexactitud de la economía como cuerpo de conocimientos, que debería dejar lugar suficiente para ideologías económicas en disputa, pretendan la convergencia a un punto de vista similar sobre la política económica.

n El síndrome NHA (No Hay Alternativa) se apoderó tanto de la acción como de su imaginación en materia económica.

n Esos economistas estudian las propiedades de la organización del mercado tomando como punto de referencia un mercado de competencia perfecta.

n Con supuestos irreales, que eliminan toda forma de incertidumbre, ya que al desconocer el futuro lo destierran del análisis, pretenden demostrar que existe un conjunto de precios de equilibrio en los mercados igualando oferta y demanda.

n El mainstream de los medios, propiedad o controladas en gran parte por las grandes corporaciones, nos condicionan continuamente a hacer la vista gorda y creer que la economía virtual de las fluctuaciones en el mercado bursátil son noticias más valiosas que la desigualdad social.

Bhaduri plantea que la historia económica pocas veces da respuesta inequívocas, por ese motivo “la teoría económica tiene que desempeñar un rol crítico que impida que nuestro inexacto conocimiento sea utilizado al servicio de la ideología económica” dominante. Describe con precisión el momento de transición del actual debate económico, al indicar que “el neoliberalismo ha salido del escenario (por su fracaso), pero no de las cabezas en un sentido más fundamental (en las sociedades)”. Por esa razón Bhaduri ofrece un consejo oportuno: “Algún conocimiento económico es útil, aunque sea para evitar ser engañados por otros economistas”.

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