EL PAíS

Duhalde invoca a López Rega

 Por Horacio Verbitsky

El ex senador Eduardo Duhalde invocó la sombra terrible de López Rega. Durante un reportaje dijo que el kirchnerismo está integrado por “un pequeño grupo de dirigentes, conducidos por Verbitsky. Para mí es el nuevo López Rega”. El periodista Marcelo Longobardi objetó: “Yo me llevo pésimo con Verbitsky. Pero llamarlo López Rega... López Rega mataba gente”. Duhalde hizo gesto de aclarar: “López Rega K”, dijo. Longobardi insistió:

–¿Y qué es “López Rega K”?

–Verbitsky –respondió Duhalde, en otro alarde de riqueza conceptual, con antecedentes inolvidables. En 2000, luego de perder las elecciones presidenciales dijo que el país tenía “un dirigencia de mierda”. Un año después se encaramó de facto al cargo que le negó el electorado y dijo “Quien depositó dólares, retirará dólares”. Ese dominio de las cuestiones económicas lo torna la marioneta más atractiva para los grandes intereses, que intentan insuflarle vida electoral. Debió acortar su jefatura interina del Poder Ejecutivo a raíz del asesinato de Kosteki y Santillán y anunció: “Me voy de la política, se terminó para mí, no quiero saber más nada”. En 2004 le dijo al embajador de los Estados Unidos que Néstor Kirchner nunca se animaría a desafiarlo en la provincia de Buenos Aires, por miedo a la derrota. Ahora se consuela con idéntico vaticinio, refugiado en una tibia realidad propia, donde sólo lee el diario de Yrigoyen, que él mismo redacta. La semana pasada, en un diálogo con Mariano Grondona sobre el libro que le escribieron para su reaparición electoral, quiso explicar quién era Tomás Moro y confundió a Jorge V con Enrique VIII. Sus huestes han menguado tanto, que decidió hacer proselitismo entre los criminales detenidos en el penal de Marcos Paz. Hacia allí llegó su dador de transfusiones intelectuales, Abel Posse, conducido por el ex rugbista del Liceo Militar San Martín, Oscar Alfredo Vigliani y por el presidente de la Corporación de Abogados Católicos, dependiente del Episcopado Católico, Eduardo Bieule. Después de abrazarse con su viejo compinche en la Cancillería durante la dictadura, Juan Carlos Rolón, Posse discurseó en la capilla del penal ante Alfredo Astiz, Benito Bignone y el cura Christian von Wernich. Dijo que “los samuráis que defendieron al Hogar, la Patria y Dios” pueden confiar en Duhalde. Una de las encargadas de conseguir el apoyo electoral para Duhalde, a cambio de su promesa de acabar con los juicios, es la hermana de Astiz, Lucrecia.

La referencia del ex senador a López Rega es otro disparate, pero tiene además un llamativo plus de cinismo: fue gracias a la Triple A que Duhalde llegó por primera vez al gobierno de Lomas de Zamora, en 1974. El intendente electo en 1973, Ricardo Ortiz, abogado de la curia de Lomas, fue destituido bajo cargos de corrupción en una compra de escopetas y asumió el primer concejal, Pedro Pablo Turner, de la Juventud Peronista, vinculado con el padre Carlos Mugica. La revista El Caudillo, editada por López Rega, había calificado a Turner de “burócrata marxista” que hizo de Lomas “un aguantadero” de la guerrilla. En la misma edición del 31 de mayo de 1974, Duhalde denunció a “una masa minoritaria contagiada del infantilismo revolucionario”. Poco después la organización criminal creada por López Rega secuestró a dos hijos de Turner y así forzó su renuncia. Duhalde venía de la UCR y su esposa, Hilda González, del partido socialista. Recién se afilió al justicialismo en 1972, introducido por el sindicalista Alberto Trezza, en la sede de Colombres e Hipólito Yrigoyen. Había sido el segundo concejal en la lista, apoyado por el dirigente de los trabajadores municipales Rodolfo Illescas, y asumió en reemplazo de Turner, quien se refugió en El Chaco, su provincia natal. Allí fue detenido y su cuerpo cubierto de cal apareció en un descampado de Valentín Alsina. El flamante intendente Duhalde vivía en un departamento en Loria, entre España y Meeks, construido por el Banco Hipotecario, que le hizo entregar el ministerio de Bienestar Social. En marzo de 1975, la Triple A secuestró a nueve militantes de la Juventud Peronista, entre ellos dos chicos de 14 y 16 años y una mujer, que fueron ametrallados y sus cuerpos dinamitados en un baldío de la Avenida Pasco. Entre ellos estaba Héctor Lencina, el jefe de la oposición a Duhalde en el Concejo Deliberante.

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