EL PAíS › HECTOR COQUET, SOBREVIVIENTE DE LA ESMA, ASEGURO QUE EL TIGRE ACOSTA TENDRIA GUARDADO UN ARCHIVO

“Hay microfilms de 4700 secuestrados”

El ex detenido-desaparecido aseguró que hubo tres copias de un archivo con legajos de los secuestrados que pasaron por ese centro clandestino que se entregaron a los jerarcas de la Armada. Coquet enfrentó al represor Cavallo y lo calificó de “cerdo torturador”.

El represor Jorge “Tigre” Acosta, quien fuera jefe de inteligencia de la ESMA, tendría guardado un archivo completo de microfilms con los legajos de alrededor de 4700 personas que pasaron por ese centro clandestino de detención durante la dictadura. Así lo aseguró ayer Ricardo Héctor Coquet, uno de los sobrevivientes de la ESMA, en el juicio oral en el que están acusados dieciocho represores. El ex detenido-desaparecido declaró que hubo tres copias de esos archivos que fueron repartidas entre las máximas autoridades de la Armada, antes de que fueran destruidos los originales. En otro tramo de su testimonio, Coquet enfrentó al represor Ricardo Miguel Cavallo, a quien le exigió que levantara la vista de la laptop. “Lo veo a este cerdo de Cavallo y recuerdo a las embarazadas llegando encapuchadas, engrilladas, que pasaban desnudas hacia los vuelos de la muerte y no es fácil verlo tan prolijito, porque también es un torturador”, exclamó cuando el presidente del Tribunal, Daniel Obligado, lo llamó al orden.

La declaración de cinco horas de Coquet ante el Tribunal Oral Federal 5 fue contundente: presenció cómo las carpetas con los legajos y las fotos de los más de 4700 detenidos que eran trasladados en los vuelos de la muerte fueron microfilmadas, luego destruidas y las copias de los films repartidas entre el ex jefe de la ESMA, el fallecido almirante Rubén Chamorro y el ex dictador Emilio Eduardo Massera, hoy inimputable. La tercera copia fue entregada a uno de los principales acusados por los crímenes cometidos en ese centro de detención, el capitán Jorge “Tigre” Acosta.

El testigo estuvo alojado en la ESMA hasta diciembre de 1978, luego de que el 10 de marzo de 1977 fuera detenido y secuestrado en la calle Medrano y el pasaje Lezica, en el barrio de Almagro. Militante de la JP en la Facultad de Medicina y carpintero de oficio, logró sobrevivir durante su cautiverio falsificando originales de cédulas de identidad, títulos de propiedad, pasaportes y documentos de la Policía Federal y carnets, por orden de los represores. Ante Página/12, Coquet recordó cómo sus captores le preguntaron si podía confeccionar “organigramas”, para ordenar la actividad de los grupos de tareas. “Luego la tarea se empezó a sofisticar”, señaló en referencia al momento en el que Massera compró una máquina de última generación para poder imprimir a color los documentos que falsificaban, y que estaba en el edificio Libertad perteneciente a la Armada. También aseguró haber falsificado un carnet del Jockey Club con el cual fueron retirados de un haras de Chacras de Coria en Mendoza los caballos de carrera que pertenecían a los empresarios Gutheim, por cuyo secuestro está hoy detenido el ex ministro de Economía de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz.

Coquet sorprendió al Tribunal al presentar también pruebas concretas de su pasaje por la ESMA. Llevó una carterita de cuero que era fabricada por los detenidos, que contenía un compartimiento oculto que posibilitaba transportar la documentación falsificada que les permitía a los represores adulterar su identidad en el exterior, en caso de que fueran identificados por algunas de sus víctimas en el exilio. De ese compartimiento Coquet extrajo dos cédulas de identidad de aquella época falsificadas en la ESMA. Ante este diario, Coquet rememoró cuando a fines de 1978, junto con otro de los detenidos, Miguel Angel Lauletta (también del área de documentación), recibió la orden de microfilmar “los casos mil”, que supuestamente eran de sobrevivientes que habían sido liberados. Más tarde se enterarían de que las carpetas celestes en las que se guardaban las fotos y las planillas de ingreso de los detenidos pertenecían a los que fueron asesinados en los vuelos de la muerte. “El Tigre Acosta trajo una máquina destructora de documentos y le hizo microfilmar a Miguel Angel. Yo luego tenía que destruir las carpetas”, recordó. “Si Acosta se enteraba de que yo también presencié cómo se filmaban, me hubiera matado”, aseguró.

El testimonio de Coquet fue de extrema relevancia, ya que además reveló que, por órdenes del entonces prefecto Héctor Febres, fue el encargado de confeccionar la bandera de tela de Montoneros, que apareció por detrás en la foto con las monjas francesas Leónie Duquet y Alice Domon, con la que los represores intentaron simular que las religiosas habían sido secuestradas por esa organización. También contó que el ex oficial Ernesto Weber, durante una de sus guardias, le confesó: “Lo bajamos a Walsh”, en alusión al asesinato del periodista por un grupo de tareas.

En la misma jornada, también declaró el ex guardiamarina de la Infantería de Marina Julio César Urien, quien fuera compañero de camada de los represores Ricardo Cavallo, Adolfo Scilingo y Alfredo Astiz.

Urien permaneció ocho años detenido en una unidad del Ejército en La Plata y en la cárcel de Olmos y estuvo varias veces al borde de ser fusilado. Urien participó de un alzamiento de una unidad de la Armada (el batallón 2 de Infantería de Marina) que funcionó en la ESMA, ocurrido el 16 de noviembre de 1972, en oportunidad del fallido regreso de Juan Domingo Perón al país.

Informe: Gabriel Morini.

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Cavallo fue señalado por Coquet como uno de los que enviaba a las embarazadas a los vuelos de la muerte.
Imagen: Rolando Andrade
 
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