EL PAíS

Los milicianos

 Por H. V.

La Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino fue fundada en 1962 como una comunidad de fieles laicos ordenados en agrupaciones, colegios, institutos, residencias universitarias, milicias juveniles, comunidades apostólicas, convivios y fundaciones encaminadas a la perfección personal de sus miembros y a la evangelización de la cultura, la familia y la juventud. En 1985, fue autorizada a formar también sus propios sacerdotes. Sus denominadas milicias juveniles funcionan en casas o rucas y algunas de sus actividades se realizan en los liceos militares. En sus colegios se imparte una instrucción militarizada a los adolescentes que reciben la denominación de Escuderos, Milicianos, Templarios o Adalides y cuyos torneos se denominan Cruzadas o Heroica Argentina. Ex milicianos han narrado el trasfondo castrense que tenían las actividades al aire libre de FASTA, sus campamentos, liturgia y misas. Cada jornada comenzaba y terminaba con una formación, en la que se entonaban himnos y se izaban banderas argentinas, y luego todos oían misa. Tanto chicos como chicas vestían un remedo de uniforme, con camisa azul plomo, zapatillas oscuras y boina azul. Cuando el jefe de una escuadra, sección o agrupación llamaba a un miliciano, la respuesta debía ser “a tus órdenes”, luego de hacer la venia en posición de firme. Los milicianos practican tiro al blanco con armas de fuego a partir de los doce años. Cuando un miliciano es castigado, debe tenderse en el suelo para que los demás caminen sobre su cuerpo y luego lo golpeen, actividad que denominan “Capotón”.

Milicia se llamó la principal organización integrista católica que colaboró con la ocupación nazi de Francia. Fue también el nombre de un grupo que, desde la SIDE, participó en el plan Cóndor. Uno de sus miembros fue Federico Rivanera Carlés, quien editó en 1982 en talleres de la Armada una historia del partido nazi alemán, con tapa en letras de oro y noventa fotografías de Hitler. El ya fallecido Rivanera Carlés fue secretario del último jefe de la Policía de Buenos Aires durante la dictadura, general Fernando Verplaetsen, quien en los peores años de la represión había sido jefe de Inteligencia de Campo de Mayo. El año pasado, Verplaetsen invitó a rezar el Vía Crucis en la capilla de uno de los colegios de la Fraternidad de Fosbery, el Santa Catherina (Soler 5942 entre Ravignani y Arévalo), “por los camaradas de las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales caídos en la justa guerra contra la guerrilla marxista-leninista” y también “por los inocentes argentinos asesinados antes de nacer; por el Obispo Castrense, Monseñor Baseotto y por todo el Clero Castrense”. Verplaetsen es el fundador de la Asociación Unidad Nacional Argentina (Aunar). En 1995 desafió al entonces Jefe de Estado Mayor del Ejército Martín Balza por la autocrítica militar, exigió “reivindicar la lucha contra la subversión” y denunció por privación ilegítima de la libertad al juez español Baltasar Garzón. En 1983, Verplaetsen asumió la responsabilidad por el asesinato de Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi, detenidos en un bar de Rosario. El ejecutor directo fue Luis Patti, a las órdenes del entonces jefe de Inteligencia del Cuerpo II de Ejército, el ahora detenido coronel Pascual Guerrieri. Vinculado con Herminio Iglesias y con el ex arzobispo de La Plata Antonio Plaza, Verplaetsen fue uno de los protagonistas del pacto militar-sindical que Raúl Alfonsín denunció durante la campaña electoral de 1983. En 1985 fue citado a declarar sobre el plan intimidatorio con explosivos en vísperas de las elecciones nacionales, pero no llegó a ser imputado.

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