Decididos a combatir las consecuencias tóxicas que causan los plaguicidas químicos, científicos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) comenzaron a desarrollar un pesticida biológico, capaz de exterminar a insectos perjudiciales para los cultivos hortícolas sin dañar al ecosistema ni a la salud humana.

Creado a base de hongos entomopatógenos, el insecticida, desarrollado en el Instituto Carlos Spegazzini en conjunto con la empresa Elytron Biotech S.A., demostró ser eficaz para combatir el pulgón, la tuta absoluta o los trips, presentes en tomates, ajíes y acelgas, entre otras plantas de huerta.

A diferencia de los insecticidas comunes, los plaguicidas biológicos ofrecen importantes beneficios, entre los que se destacan una mayor protección de los cultivos, debido a que trabajan en el entorno durante un período de tiempo más prolongado; un significativo ahorro económico, ya que se destinaría menos dinero para importar fitosanitarios; y, fundamentalmente, el cuidado del ambiente y la salud humana, que no se verían afectados por el uso de agroquímicos a gran escala.

Gracias a su plasticidad genética, los insectos logran acostumbrarse a los insecticidas de base química y obligan a los productores a incrementar las dosis de veneno. Este problema, que provoca cada vez más contaminación, no sucede con los pesticidas biológicos.

En diálogo con el Suplemento Universidad, el director del Instituto Carlos Spegazzini, Sebastián Pelizza, aseguró que los pesticidas convencionales tienen dos grandes inconvenientes: en primer lugar, son efectivos solo cuando son utilizados, por lo que es necesario incorporar cada vez más químicos. Y, por otro lado, son altamente contaminantes, ya que “permanecen cientos de años presentes en el agua y en el suelo debido a su alto poder residual”.

“Con el caso de los productos biológicos es al revés –explicó Pelizza–; no contaminan ni el aire ni el agua ni el suelo, pero sí quedan en el ambiente de manera saprófita, es decir, pueden vivir en el suelo alimentándose de lo que es el reciclado común que hace cualquier tipo de hongos y cuando está presente la plaga pueden volver a atacarlos y producir la muerte de los mismos. O sea que el control puede en algunos casos ser duradero y estar presente en más de una campaña”.

Si bien este producto está formulado a base de hongos dedicados a atacar específicamente a plagas de cultivos hortícolas, Pelizza sostuvo que “se puede utilizar para controlar las plagas de la soja y el maíz”. Pero para eso “todavía hay que hacer un cambio cultural muy importante”, comentó el biólogo: sería necesario capacitar a los ingenieros agrónomos para que les recomienden este tipo de insecticidas a los productores agropecuarios.

“Desde el punto de vista económico, al país le conviene desarrollar biológicos y aplicarlos, porque la cantidad de millones de dólares que todos los años se ponen para importar este tipo de productos es muy grande”, aseguró Pelizza.

Según algunas estimaciones, Argentina gastó en 2018 cerca de 229 millones de dólares en la compra de productos fitosanitarios, además de comercializar plaguicidas químicos que están prohibidos en varios países, como es el caso del glifosato.