EL MUNDO › EL PRESIDENTE FRANCES Y LA EX MODELO YA SON MARIDO Y MUJER

Sarko y Carla, casados en el Elíseo

Un amigo de la pareja contó que fue una ceremonia íntima y sin fiesta, que la novia se casó de blanco y que el novio estaba radiante.

Nicolas Sarkozy y Carla Bruni dieron el sí. Como Napoleón, ayer el presidente francés hizo suyo el palacio presidencial del Elíseo y lo decoró para la ocasión. Llamó al alcalde del octavo distrito de París y a los familiares y amigos más íntimos, y le cumplió el sueño a la mujer que le robó el corazón. “La boda duró, como es costumbre, unos veinte minutos. La novia estaba de blanco, radiante como siempre. El novio no estaba tampoco mal”, relató al salir el alcalde y aliado del mandatario, François Level. Los franceses se sorprendieron, pero no mucho. En menos de seis meses, Sarkozy pasó de felizmente casado a divorciado, a felizmente en pareja y, ahora, a radiante esposo. En el medio de su agitada vida personal, la popularidad del mandatario empezó a caer. Pero los franceses ayer tenían la cabeza en otro lado: los detalles íntimos de la boda presidencial.

A pesar de los esfuerzos de los periodistas, los detalles jugosos de lo que pasó dentro de las paredes del palacio presidencial ayer seguían siendo un misterio. “No tuvo nada de excepcional –intentó convencer el alcalde Level–, excepto que sucedió en el primer piso del Elíseo.” Según el testigo privilegiado, Sarkozy quiso mantener una ceremonia simple. Sólo hubo una breve recepción, sin fiesta ni nada. Mientras tanto, los teléfonos no paraban de sonar y sus asesores corrían de una oficina a otra, buscando una forma de detener la rebelión que amenazaba anoche con tumbar al gobierno de Chad, uno de los pocos aliados que le queda a París en Africa.

Pero los muertos de Chad no lograron arruinar el día más feliz en la vida del presidente y su nueva primera dama. Según contó Level, fue una hermosa ceremonia. Sarkozy, a los 53 años, no disimuló, como nunca lo hizo, su adoración por su nueva y tercera esposa de 40 años. No le importó que no tuviera la nacionalidad francesa, ni que hace apenas un año hizo campaña por su rival, la socialista Ségolène Royal, ni sus declaraciones poco protocolares a los medios, ni la nueva campaña publicitaria de la Fiat que la muestra medio desnuda y que despertó más de un comentario entre los franceses.

Como tampoco le había importado a Sarkozy mostrarse cariñoso y de la mano junto al nuevo amor de su vida, apenas tres meses después de haber blanqueado su divorcio con Cecilia Ciganer-Albéniz, la madre de sus tres hijos y la mujer que lo acompañó durante la campaña presidencial el año pasado. Para diciembre pasado los dos tórtolos ya llenaban las páginas de las revistas del corazón con sus exóticas vacaciones en Egipto y Jordania. Con la camisa desabrochada y sus Ray Ban, Sarkozy se esforzó para imponer un nuevo y moderno estilo presidencial para los franceses. “Queremos marcar una ruptura con la deplorable tradición de nuestra vida política: la hipocresía y la mentira”, dijo hace un mes en una conferencia de prensa.

Es tal su obsesión por parecer honesto y transparente que lleva a su novia en sus viajes oficiales, le pide prestado a sus amigos empresarios yates y casas de veraneo en el exterior y utiliza el palacio presidencial como recinto para su casamiento, como si buscara la sobreexposición mediática que tanto le critican sus detractores.

Aunque no lo digan, Sarkozy y Bruni son lo más cercano a la realeza que conocen los franceses. La nueva reina fue criada en un castillo del Piamonte, rodeada de artistas y empresarios millonarios. La fortuna Bruni, anclada en la empresa de neumáticos Pirelli, viene desde su abuelo. Su padre chef, su padrastro Bruni y su madre pudieron dedicarse al elegante mundo artístico, al igual que sus dos hijas. Para finales de los noventa, la carrera de modelo ya le había asegurado a Carla una pequeña fortuna personal de 97 millones de dólares y romances con Mick Jagger, Eric Clapton, Kevin Costner y Donald Trump. El año pasado declaró que se aburría con la monogamia y que prefería la poligamia y la poliandria.

Sarkozy no se queda atrás. En París nadie se anima a estimar el patrimonio del moderno presidente. Pero sus amigos pueden dar una pista. La fiesta sorpresa que le hizo hace sólo unas semanas su novia, ahora esposa, fue lo más selecto del jet set empresarial francés. Su padrino ayer fue Nicolas Bazire, uno de los directivos del grupo galo de artículos de lujo LVMH. Del lado de la novia, el acta de matrimonio la firmó la portavoz de la exclusiva marca de ropa italiana Prada, Mathilde Agnostelli, una amiga de Bruni de sus años de modelaje. El resto de la lista de invitados es un secreto, que seguramente acaparará el interés de la mayoría de los medios franceses en los próximos días.

Compartir: 

Twitter

Un hombre lleva un ramo de flores a la puerta del Palacio Elíseo el día de la boda.
Imagen: AFP
 
EL MUNDO
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.