EL MUNDO › PALESTINA, EGIPTO E ISRAEL NEGOCIAN UN NUEVO ENTENDIMIENTO PARA LA FRANJA

Final incierto para el bloqueo de Gaza

Mientras los líderes políticos de la Franja aprovechan la nueva situación para romper la dependencia del abastecimiento israelí, la Autoridad Palestina busca hacer pie nuevamente en la Franja, el gobierno israelí busca afanosamente un plan B y Egipto pide garantías.

 Por Sergio Rotbart
desde Tel Aviv

La caída del muro de separación entre la zona sur de la Franja de Gaza y Egipto, próxima a la localidad de Rafah, sigue generando reacciones y reposicionamientos en las dirigencias de las tres partes afectadas por la nueva realidad creada a raíz de la ausencia de un límite efectivo: los palestinos, el gobierno egipcio y el israelí. Ayer fue el turno del líder del Hamas y destituido primer ministro Ismail Haniyeh, quien declaró que Gaza debe romper las relaciones económicas con Israel y, en cambio, recibir combustibles y energía eléctrica de Egipto. Este último país, según Haniyeh, “cuenta con mayor capacidad para abastecer las necesidades de Gaza”. El líder del movimiento islamista señaló: “Desde el momento en que fuimos elegidos, dijimos que queremos avanzar hacia la ruptura de las relaciones económicas entre nosotros e Israel”.

Las declaraciones de Haniyeh se inscriben en el marco de las conversaciones que mantienen con funcionarios egipcios en torno del problema fronterizo las dos representaciones palestinas rivales: la de Hamas, que controla la Franja de Gaza, y la de Fatah, con sede en Ramalá (Cisjordania). La disputa entre ambas se centra ahora en quién controlará el límite egipcio-palestino una vez que éste vuelva a funcionar. Para Hamas, la nueva situación implica un punto de no-retorno al cierre hermético de Gaza y a la política del bloqueo impuesta por Israel desde que los islamistas ganaron las elecciones, en febrero de 2006. En tal sentido se expresó Ismail Haniyeh a su regreso de El Cairo. “No permitiremos cerrar nuevamente el paso de Rafah”, dijo. Otro dirigente de Hamas en Gaza, Mahmud Zahar, afirmó que su movimiento recuperará el control del límite en cooperación con Egipto.

Por su parte, el presidente de la Autoridad Palestina (AP) y máximo líder de Fatah, Mahmud Abbas, negó la posibilidad de reanudar el diálogo con Hamas y calificó al movimiento rival de “golpista”. Abbas también conversó con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, sobre las opciones reales de asegurar el cierre de la frontera sur de Gaza. El dirigente sostuvo que la AP es el único organismo palestino legítimo capaz de controlar el tránsito de civiles y mercaderías en el paso de Rafah.

El derrumbe del muro de separación entre Gaza y Egipto también pone en un serio aprieto al gobierno israelí. Si bien los voceros oficiales expresan su preocupación por el peligro que implica la falta de controles a lo largo del límite sur del país, en los medios ya se habla del rotundo fracaso de la política del bloqueo contra Gaza. De hecho, los ataques con cohetes Qassam contra poblados israelíes lindantes con Gaza han cesado desde que cientos de miles de habitantes de la franja cruzaron la frontera para comprar en los comercios egipcios los productos básicos que no encontraban en sus vecindarios. Tanto los bombardeos aéreos “selectivos” a Gaza como los recortes en el suministro de electricidad y combustibles ordenados por Israel no consiguieron el efecto buscado, es decir la esperada presión popular a la dirigencia de Hamas para que dé la orden de dejar de atacar objetivos israelíes. Por el contrario, la lógica de la represalia colectiva por la fuerza sólo reforzó la motivación a seguir lanzando proyectiles caseros.

En opinión de la periodista Amira Haas, que hace varios años sigue de cerca la vida de los palestinos bajo la ocupación israelí, la planificada caída del muro de separación en el sur de Gaza abre la posibilidad de encauzar la política de resistencia en la senda de la “rebelión popular”. A diferencia de la “lucha armada”, que contribuye a difundir la imagen de los palestinos como atacantes contra civiles, la protesta popular logró romper las reglas de juego determinadas por Israel y, al mismo tiempo, concitar la atención mundial en la apremiante situación de Gaza y en la responsabilidad del gobierno israelí. Según la periodista israelí, para que ese giro estratégico dé resultados positivos, los palestinos deben sortear dos grandes obstáculos. El primero es la tentación de la “lucha armada”, que intentará aprovechar la apertura del límite con Egipto para reanudar los ataques con cohetes Qassam o realizar atentados suicidas en Israel. Se trata de una “promesa hueca”, cuyo efecto perjudicial supera a cualquier efectividad momentánea o parcial.

El segundo obstáculo es la negativa del gobierno de Ramalá (Mahmud Abbas) a dialogar con el gobierno de Gaza (Ismail Haniyeh). “Ambos representan al mismo pueblo conquistado y al mismo territorio que se encuentra bajo colonización creciente”, señala Haas. Y plantea: “Abbas se reúne con Ehud Olmert, sin condicionamiento alguno, el mismo fin de semana que Israel impone contra Gaza el bloqueo más cruel hasta ahora conocido pero, ¿no puede hablar con Ismail Haniyeh sin que éste acepte sus condiciones previas? Es que este boicot está contribuyendo a mantener la división que Israel tanto quiere profundizar”. La periodista concluye: “En la medida en que se demoran las conversaciones directas entre ambas dirigencias sobre las formas prácticas de levantar el bloqueo contra Gaza, aumenta la sospecha de que, efectivamente, tal como argumentan sectores del Hamas, el gobierno de Ramalá escucha a Bush y a Olmert, pero no a su pueblo”.

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Mujeres palestinas protestan en Rafah por el cierre parcial del paso fronterizo.
 
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