Nacida como Sauce Corto, bajo la gobernación del Dr. Dardo Rocha se funda Coronel Suárez. Al año siguiente, 1883 nace el pueblo de Coronel Suárez, el que, en 1934, será declarado ciudad. La llegada del ferrocarril el 27 de mayo de 1884, trajo una clara señal de progreso para la zona, la que se fue poblando de inmigrantes italianos, alemanes, españoles, judíos, vascos, galeses, entre otros tantos migrantes que llegaron buscando un horizonte de felicidad para sus familias. 

Israel es un heredero actual de estos y tantos otros migrantes. Egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos del Perú, graduado en literatura, llegó al país en 2014. Agradecido dice “estoy exiliado en este generoso país, pues el modelo de crecimiento con inclusión social (adoptado desde el 2003 por el kirchnerismo) me ofrecía la perspectiva de un salario digno como maestro, seguridad social, atención médica gratuita, educación pública de calidad para mis hijos, acceso a una vivienda. En aquel entonces huía del neoliberalismo arraigado en el Perú desde la última dictadura (Alberto Fujimori, 1992-2011), que amenazaba a mi familia, como a millones de peruanos, con hambre, desnutrición y muerte”. 

En un distrito con poco más de cuarenta mil habitantes, en diciembre de 2015, el Grupo Brasileño DASS, adquiere la fábrica de calzado Vulcabras Azaleia Argentina, ex Grupo Gatic, fundada en 1977 que, en sus mejores tiempos, supo contar, según publicaciones locales, con cuatro mil trabajadores y trabajadoras.  

En una publicación institucional en la página web de una radio local, la empresa de capitales brasileños anunciaba en referencia a las y los trabajadores que, “sabemos que ese equipo nos va a acompañar en esta transición hacia una nueva generación de la fábrica, en la que Dass actualizará su modelo productivo para que sea sustentable en el tiempo en pos de un crecimiento en el mediano plazo, modernizando la maquinaria y los procesos productivos”. Y en referencia a la situación local decía “con la apertura económica que se está produciendo en estos días en la Argentina, Dass trabajará para alcanzar los estándares más altos de competitividad y eficiencia, para alinearse con las políticas públicas y económicas del gobierno. Estamos muy orgullosos de lo que está aconteciendo y seguimos invirtiendo en el mercado argentino por su importancia estratégica en América Latina”. 

En la espera de la validación de su título que le permitirá ejercer su labor de maestro, Israel ingresó a la fábrica de calzado, la principal planta industrial de la ciudad, en 2015. Dos años después y en el marco de la actual restauración neoliberal, es despedido. Él lo cuenta en una carta que envió a la empresa de la cual no tuvo aún respuesta. “El 21 de marzo fui echado de la fábrica de calzado, de manera intempestiva y sin causa. Tenía una antigüedad de dos años. Me desempeñaba como operario en la sección de expedición, con el legajo 8893. Mi legajo no registra tardanzas ni faltas injustificadas. Solo se cuentan unos días de reposo que me prescribió el médico por gripe en 2015 e intoxicación en 2016. El gerente de RR.HH. adujo una “reestructuración” y así recibí, en menos de cinco minutos, la última dosis de violencia laboral que le inflige DASS a sus operarios.” (Puede leerse la “Carta abierta de un obrero que lee” en la que Israel cuenta su historia en https://www.facebook.com/israelchirapoeta/posts/763725507136162). 

Su despido no es un caso aislado, sino que, como relatan, gremialistas en medios locales, “desde hace unos meses se vienen registrando despidos, en forma de goteo y de manera constante, sin la incorporación de nuevos operarios. Estos despidos ya vienen desde el año pasado. Pero, antes, con un despido había un ingreso. La empresa había hecho ingresos a partir de los primeros días de febrero, de ahí en más se siguieron produciendo despidos y no nuevos ingresos”. En la misma entrevista el dirigente menciona: “la empresa manifiesta que presenta dificultades. Todo lo que se produce acá es para el mercado interno. Están preocupados porque está ingresando calzado armado desde China, con un costo mucho más bajo que el que la empresa tiene en Coronel Suárez. Así el mercado interno se va achicando” (http://www.lanuevaradiosuarez.com.ar). 

Ni el despido de Israel es un caso aislado, ni tampoco lo es la situación de la industria del calzado en particular y la textil en general ante la instauración de las políticas neoliberales de la segunda Alianza que, lejos de “experimentar problemas en su implementación” están obteniendo los resultados que vinieron a buscar: promesas de reestructuración y mejoras, despidos, miedo, disciplinamiento de la clase trabajadora, reducción de los costos salariales, aumento de la productividad. 

En cada uno de los más de doscientos cincuenta mil despidos producidos desde la llegada al gobierno de Cambiemos se repite una y otra vez la historia que Israel cuenta en su carta. 

“Semejante injusticia, que ha arruinado mi economía y le ha arrancado lágrimas a mi mujer, amerita que les dedique una cuantas palabras a ustedes, señores empresarios, expresándoles, con cifras, datos y testimonios reales, mi indignación por el daño que le están causando no solo a los cientos de obreros que en menos de un año han despedido en esta pequeña ciudad, quienes, como yo, ganaban un sueldo por debajo de la canasta básica (según el Indec, la canasta básica total subió a 13.323 pesos en enero para Capital Federal y GBA), sino también, visto desde una perspectiva más amplia, a este generoso país, que les permite engrosar, con subsidios, blanqueos y otros privilegios, sus capitales sin trabajar”, dice Israel al comienzo de su carta que es, no por casualidad, el final, con aire de comienzo, de esta nota.

* Docente UNLZ FCS. Integrante del Colectivo Educativo Manuel Ugarte (CEMU).

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